Pekín arrasa su casco histórico para dejar paso a ciudad olímpica

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por Marga Zambrana

Pekín, 9 may (EFE).- Un 95 por ciento de las zonas demolidas en 2003 en Pekín fueron "hutong", el laberíntico entramado urbano del siglo XIII que no tiene cabida en la ciudad que prepara los Juegos Olímpicos del 2008.

La sombra de las excavadoras planea este año sobre otros 250.000 metros cuadrados de casco histórico que obligará a más de 20.000 familias a trasladarse a otras viviendas en mejores condiciones de salubridad, según el Comité Municipal de Construcción.

A pesar de la opacidad oficial, sólo en el distrito pequinés de Xicheng, al oeste de la Ciudad Prohibida, se derribaron 200 del total de 820 hutong que había en esa zona en los últimos años.

La primacía de los proyectos olímpicos y del desarrollo económico no deja lugar a la nostalgia: China alcanzó en 2003 una media de urbanización del 30 por ciento.

Once gimnasios, cuatro recintos olímpicos, 10 millones de metros cuadrados de viviendas de lujo, 148 kilómetros de raíles y dos nuevas circunvalaciones son algunos de los proyectos que se inician en 2004.

Pekín tenía en 1949, año fundacional de la República Popular, 1.330 hutong construidos a lo largo de las dinastías Yuan (1206-1341), Ming (1362-1628) y Qing (1644-1908) y cuyo epicentro era la Ciudad Prohibida (Palacio Imperial).

Las repercusiones sociales de las demoliciones han sido recogidas con maestría en la película "La Ducha" ("Xizao", 1999), del joven director Zhang Yang, un tributo al viajo Pekín y al profundo sentido de comunidad de sus vecinos.

Sin agua corriente, ni alcantarillado en condiciones, están hoy día considerados insalubres y focos de infección: el creciente interés turístico que despiertan salvará de la demolición unas pocas callejas adyacentes a Palacio.

"Mi corazón está con las personas que viven en los hutong y sé que están preocupadas por su demolición. Yo mismo he vivido en uno de ellos", afirmó Meng Xuenong, ex alcalde de Pekín, antes de ser cesado por ineficacia durante la crisis de la neumonía atípica de 2003.

Una de las soluciones que ha dado el Gobierno municipal para salvar estos espacios históricos ha sido facilitar a los particulares la compra y mantenimiento de los siheyuan.

Estos son unos espacios cuadrangulares de cuatro viviendas en torno a un patio interior que pasaron de ser señoriales a acoger a varias familias en el siglo XX y suponen un remanso de privacidad en medio de la proliferación fúngica de rascacielos.

La iniciativa privada está salvando de la quema parte de la historia china, como ha demostrado un grupo de artistas que recuperaron la "Factoría Electrónica Pekín Número 798" (noreste), diseñada por el grupo alemán Bauhaus en 1950 y sobre la que pende la demolición.

La llegada Pekín de lo más florido de la arquitectura contribuirá a conseguir la imagen que busca para su país la nueva generación de dirigentes chinos.

El británico Norman Foster se ocupará de la tercera terminal del aeropuerto pequinés, que estará unido al centro urbano mediante la construcción de un tren elevado que llevará hasta la nueva estación de Dongzhimen, en el centro.

Hasta el venerado director Zhang Yimou ("La linterna roja", "Héroe") se ha hecho con un lujoso ático en la urbanización de Dongzhimen: mientras en el sureste emerge la "SOHO City" (de los arquitectos Zaha Hadid y Patrick Schumacher) y en el norte la Ciudad Olímpica.

La voz popular ya ha bautizado como "cáscara de huevo" al polémico nuevo Teatro Nacional, obra del francés Paul Andreu, localizado al oeste del Gran Palacio del Pueblo, en la plaza de Tiananmen.

Gracias a la demolición, la Televisión Central China (CCTV) trasladará su sede a la "Torre del Poder" -apropiado nombre para la entidad gubernamental-, diseño del holandés Rem Koolhaas.

El año pasado se inició la construcción de los 204.100 metros cuadrados del Estadio Nacional (Herzog & De Meuron) y del Centro Nacional de Natación (PTW, Ove Arup Engineering) de 70.000 metros cuadrados.

Pekín desterrará este año su imagen de fortaleza monolítica de los tiempos de Mao Zedong para dar paso a un escenario futurista más acorde con el lugar que China aspira a tener en el mundo.EFE

mz/mcd