Viejos instrumentos

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Escucho un programa radial con contenidos de educación para el desarrollo personal, matizados por comentarios de base religiosa.

La temática, no es sobre cómo llegar al cielo, sino sobre cómo vivir más felices.

El tema de la felicidad se funde con el del desarrollo personal.

Existe el azar. Existe la fatalidad.

Existen las circunstancias de la realidad que perturban la felicidad.

Pero se puede elegir actitudes, conducentes no a la felicidad total, sino a avances acumulativos hacia la felicidad.

A la hora de las preguntas, entra una llamada de una persona que le dice al conductor del programa que lo llama para agradecerle.

Que ha logrado superar un nudo personal y que ahora se siente más en paz.

Como se le escucha agitado, el conductor le pregunta de dónde llama y qué está haciendo, y el muchacho le responde que se encuentra en la Cima de Dota, cultivando hongos. Que lo está escuchando con audífonos.

Estamos aquí ante un ejemplo de reciclaje tecnológico. El receptor de radio se ha metido en el teléfono.

Y estamos ante la aparición de enormes nichos en los cuales la radio tiene ventajas competitivas, por ejemplo, entre quienes trabajan en movimiento, sin posibilidad de fijar la vista.

O entre quienes se van desplazando, a pie o en los lentos recorridos de las presas de tránsito.

Pienso en las enormes posibilidades de programas que cultiven el desarrollo personal.

En los Desayunos de Radio Universidad.

Esa cátedra colegiada, socrática, multitemática; ese curso libre permanente de educación cívica.

Y en algunos otros programas radiales con claro impacto formativo.

Roosevelt en sus “Charlas al lado de la hoguera” se dirigió y formó al pueblo estadounidense en apoyo de su Nuevo Trato (el “ New Deal ”) y de los esfuerzos de guerra.

Pienso en Jack Welch predicando su propuesta de cambio en todos los rincones de General Electric.

Y en todos los líderes, en la empresa y en los países, que saben que su liderazgo comienza por una buena comunicación.

Sencilla.

Frecuente.

Transparente.

Para transmitir mensajes, y para crear confianza.