Videoclubes recurren a atención personalizada y diversificación de títulos para continuar operando

Con el apogeo de las plataformas digitales de ‘streaming’, los videoclubes, que durante la década de los 2000 se veían en casi cada barrio, cada vez son menos. Algunos aún sobreviven, pero confirman que el final de su película esta cerca

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En un pequeño centro comercial en Tres Ríos, las luces de un local continuaban brillando incluso cerca de las 8:00 p. m., a diferencia de los negocios circundantes. Al adentrarme en el establecimiento, fui recibido por un distintivo aroma a cajas de plástico, mientras en una pantalla de televisión se proyectaba la última película de “Gran Turismo”.

La película es un estreno reciente, pero el olor y el sonido que resonaba en las paredes del local me transportaron a la década de los 2000. Me encontraba en un videoclub, un lugar dedicado a la compra, venta y alquiler de películas.

Estos establecimientos se vuelven cada vez más raros. La pandemia y el auge de las plataformas digitales de video bajo demanda o streaming, como Netflix, Disney+ o Max (HBO), han causado estragos en esta actividad.

Esta es la realidad que confirmaron Juanita Manzanares y Víctor Valladares, quienes son dueños de diferentes videoclubes, a La Nación y explicaron cómo mantienen su modelo de negocio, qué valor agregado ofrecen y cuáles son sus expectativas en este mercado en constante cambio.

Ambos empresarios coincidieron en que su negocio está disminuyendo rápidamente en tamaño, pero señalaron que no todo se debe directamente al crecimiento de las plataformas de streaming.

También destacaron que las opciones para reproducir archivos en formato DVD son cada vez más limitadas, ya que los reproductores son difíciles de encontrar. En consecuencia, prevén que pronto deberán buscar otras oportunidades.

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De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (Enigh) más reciente del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), entre febrero de 2018 y el mismo mes de 2019, los hogares costarricenses gastaron un total de ₡18.790.382 en reproductores de DVD, MP3 o Blu-Ray

Esto equivale a tan sólo el 0,002% del gasto total de los hogares costarricenses durante ese período, con 4.629 hogares adquiriendo dicho dispositivo, un 0,30% del total.

Jeaustin Cerdas, empleado de Video La Odisea, ubicado en el centro de Cartago, explicó que muchos clientes afirman no tener un reproductor de DVD y utilizan consolas de videojuegos o computadoras para ver el contenido.

En busca del valor agregado

Juanita Manzanares, de 36 años y propietaria de Video Cinerama en el Centro Comercial Tres Ríos, en La Unión de Cartago, explicó que ha tenido que diversificar los formatos ofrecidos a los clientes.

Manzanares, que abrió el negocio en 2001 en Terramall, explicó que ahora es necesario facilitar el acceso de los productos audiovisuales a los clientes, por lo que no solo los ofrece en DVD, sino que además, brinda servicios como el almacenamiento de películas en memorias USB de los clientes y el envío de archivos por correo electrónico.

Los precios en Video Cinerama varían desde ₡1.000 para la venta o alquiler de películas en DVD, ₡1.500 para memorias USB y ₡2.000 para formato Blu-Ray o entrega por correo electrónico.

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Manzanares también añadió que mantener un amplio catálogo de más de 14.000 títulos en DVD, el cual se alimenta rápidamente con los estrenos del cine, es de utilidad. Además de los estrenos, atrae a nichos de clientes interesados en cine alternativo, drama y terror.

Víctor Valladares, dueño de Video La Odisea, también mencionó la ventaja de mantener precios bajos, vende cualquier DVD por ₡600. En su catálogo, calcula tener unos 10.000 títulos.

Valladares enfatizó que este precio, junto con la ubicación estratégica de su establecimiento (100 metros al este del Museo Municipal de Cartago), le permite llegar a una población que no tiene acceso fácil a plataformas de streaming o televisión por cable.

‘Siempre hay que reinventarse’

Víctor Valladares, que tiene el negocio desde hace 15 años, explicó que también trabaja en mecánica automotriz, debido a que “el videoclub no da para sostener todos los gastos de uno, además del negocio”.

“Gracias al videoclub y otros negocios que tenía antes ya saqué a mi familia adelante. Todos mis hijos son profesionales, entonces la llevo más al ‘suave’, porque no tengo tanta obligación como antes”

— Víctor Valladares, dueño de Videoclub La Odisea.

Valladares también considera adquirir reproductores de DVD para la venta, en caso de que los clientes necesiten reemplazar sus aparatos, para evitar perder clientela.

Por su parte, Juanita Manzanares también está en constante búsqueda de innovación para atraer a clientes nuevos y existentes.

“Uno dice ‘sí ha estado difícil’ porque ya no es como antes que venían y era increíble lo que vendía en películas. Pero siempre hay que reinventarse”.

— Juanita Manzanares, dueña de Video Cinerama.

Además de su videoclub, ofrece otros productos y servicios, como figuras de Funko Pop y juegos de PlayStation con los que ayuda a un amigo suyo. También ofrece la conversión de formatos de VHS y 8 milímetros a formato digital por ₡5.000 y servicios de sublimación para tazas y botellas relacionadas con películas.

Muerte anunciada

Valladares amplió que en el local donde mantiene su video, también tiene un horno, pues piensa abrir una pizzería en algún momento, luego de que reduzca el tamaño del video al mínimo y mantenga el servicio sólo para estrenos.

Valladares piensa, desde ya, en cuál será su próximo negocio, debido a que no le calcula muchos años más de vida a su videoclub.

“No lo cierro del todo por esta nostalgia que siempre tiene uno por los negocios, y el negocio no genera pérdidas, si generara pérdidas lo cierro. Yo te garantizo que este negocio de video no dura más de dos años. Tiene una muerte anunciada”

— Víctor Valladares, dueño de Videoclub La Odisea.

Por su parte, Manzanares, que además del videoclub en Tres Ríos opera con otro en Plaza Cristal, Curridabat, mencionó que sigue con la sublimación de productos, mientras va “buscando qué más hace”.

La dueña del Video Cinerama, prevé que la película de su negocio se mantenga rodando por cinco años más.