El precio de las acciones de Herbalife cayó, el año pasado, cerca de un 50% en la Bolsa de Valores de Nueva York, en medio de polémicas sobre la legitimidad de su esquema de negocio.
El inversionista estadounidense Bill Ackman apostó $1 millón a que los títulos caerían en el 2014 hasta llegar a cero en diciembre.
Para él, Herbalife es un esquema piramidal en el que las ganancias de los miembros provienen, principalmente, de la cuota de ingreso de los nuevos suscriptores y no de la venta de sus productos. Herbalife niega, desde un principio, esta tesis.
En Estados Unidos, los negocios piramidales están tipificados como una estafa, pues llega el momento en que quien se suscriba no encontrará nuevos miembros y perderá su dinero.
The Financial Times reportó a inicios del año pasado que la Oficina Federal de Investigación (FBI, por sus siglas en inglés) comenzó una investigación contra la marca.
Aunque Ackman no ha logrado dejar los títulos de la empresa en cero, la disputa ha resultado una dura batalla, no solo contra Herbalife, sino contra esquemas semejantes.
Las olas del impacto, sin embargo, no han tocado tierra en Costa Rica, dice Fernando Sandoval, director país de Herbalife. Del 2012 al 2013, asegura, las ganancias habían crecido a un ritmo del 15%, con ventas brutas de $17,7 millones.
Al momento de la entrevista con La Nación , en diciembre, prefirió no dar datos del 2014, pues aún no se habían presentado a la bolsa de valores.
Verdadera o no, la tesis de Ackman es una discusión que se gesta en foros en Internet y contra la cual arremeten fuertemente las empresas multinivel.
¿Cuál es su diferencia con una pirámide? En el fondo, lo único que las hace diferentes es la venta de un producto. Si esa venta es la responsable del crecimiento económico de la red, es multinivel.
“Hay que tener cuidado de no caer en una línea gris”, dice Alejandro Pignataro, especialista legal en delitos tributarios.
Esa es la pregunta que todos deben hacerse al entrar en contacto con un modelo así: ¿cuál es el verdadero negocio?