Catica Chocolates, la pequeña empresa de cacao que busca crecer bajo la bandera del valor agregado

En 2016, las hermanas Ana Catalina y Eugenia Valerio Ellis convirtieron un potrero en Colorado de Pococí en la Hacienda Cacaitos, lugar donde se inicia el proceso de producción de los alimentos que dirigen a nichos de mercado

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En el año 2016, Eugenia Valerio Ellis y su hermana Ana Catalina encontraron una oportunidad en un potrero ubicado en Colorado de Pococí, Limón. Allí nació Hacienda Cacaitos, el hogar donde Chocolates Catica inicia su proceso de producción de cacao y otros derivados frutales.

Tres años después de su primera siembra, en el 2019, el cultivo de cacao floreció, marcando el comienzo de una empresa en crecimiento que busca satisfacer las necesidades de un nicho de la población.

Chocolates Catica se especializa en productos comestibles inclusivos, aptos para personas con diversas alergias e intolerancias alimentarias. Su catálogo de bienes artesanales se compone de chocolates, manteca de cacao, barras de cacao y chocolate para bebidas, todos libres de lácteos, soya, gluten y preservantes artificiales.

Además, han incursionado en el mundo de la cosmética, creando exfoliantes y cremas humectantes de cacao en su “taller de chocolate” ubicado en Poás de Alajuela.

En conversación con La Nación, Eugenia explicó que la motivación detrás de su cacaotal en Limón fue impulsar un producto con compromiso social y ambiental, brindando empleo a mujeres de la zona. El enfoque en la producción de alimentos bajos en azúcar, aptos para personas con alergias alimentarias y con una visión social y ambiental, genera un atractivo adicional.

“Este modelo es integral. Habrá quienes por necesidad, convicción o por deseo quieran consumir productos de alta calidad y saludables”, explicó la empresaria.

De está forma, según explica Valerio, la apuesta de su empresa es desarrollar productos inclusivos y responsables ambiental y socialmente, dos tendencias que han crecido en los últimos años a nivel mundial.

El estudio Tendencia e innovaciones en la industria alimentaria, realizado por la Promotora de Comercio Exterior (Procomer) en el 2022, analiza las características que más exigen los consumidores en los alimentos procesados; ahí se explica que los alimentos a base de plantas, naturales con superingredientes y propuestas saludables bajas o libres de azúcar, son núcleos de valor agregado que han destacado en los distintos mercados.

Cacao fino de aroma, una especialidad costarricense

Según Eugenia, la fortaleza del cacao costarricense radica en su alto valor agregado y su calidad, pues fue declarado por la Organización Internacional del Cacao (ICCO) como un cacao “fino de aroma” desde el año 2010, distinción que ha sido ratificada nuevamente en el 2023.

Kenneth Solano, especialista en gestión de proyectos y agronegocios del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) explicó que el panel de la ICCO evalúa características de genética, patrimonio histórico y de pureza en sabor y olores para otorgar esta distinción especial.

El cacao fino de aroma es la variedad más exclusiva de cacao a nivel mundial, pues es el que se produce en menor medida y por lo tanto el que tiene un mayor precio a nivel internacional, pudiendo superar hasta los $10.000 una tonelada de cacao de este tipo, según la ICCO.

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La emprendedora cree que Costa Rica debe aprovechar el reconocimiento de responsabilidad social y ambiental, en un mercado más diferenciado, pues es imposible competir en términos de volumen con países africanos o de Sudamérica.

‘Paciencia’ para exportar

Actualmente, las hermanas a cargo de Catica Chocolates están buscando expandir sus fronteras y exportar su producto a mercados internacionales. Eugenia Valerio explicó que están a la espera de conseguir una compra de algún cliente en otro país, algo que la ha hecho llenarse de paciencia.

Según la emprendedora los procesos de exportación no son fáciles ni rápidos, ya que los productos tienen que alcanzar una alta calidad. Además, mencionó que los alimentos que producen ya cuentan con la certificación de la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA), para poder distribuirse en ese país.

“Hemos llevado algunas capacitaciones con miras a que, en algún momento que podamos dar con el cliente indicado, podamos salir”, explicó.

De momento, estas emprendedoras venden sus productos al por mayor y al detalle. Los productos también se pueden conseguir en puntos de venta específicos como macrobióticas, farmacias, mercados orgánicos o supermercados.