Negocios cierran puertas o se equipan para repeler hampa

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En 1958, Giovanni Giacomín abrió una pastelería y chocolatería a 100 metros del edificio de Correos de Costa Rica, en San José centro. Corrían vientos de apacibilidad en la capital.

Cincuenta y dos años después, la familia Giacomín cerró el local que hoy ocupa una carnicería por una razón: la inseguridad en el centro josefino.

“El año pasado tuvimos que cerrar ese punto porque un día, al mediodía, cuatro tipos se metieron con pistolas y asaltaron el local. No íbamos a arriesgar la vida de nuestro personal”, contó Luigi Giacomín, gerente de la cadena.

Dolor de cabeza. A menos de un kilómetro de distancia de la antigua chocolatería se encuentra el almacén El Gallito, enclavado frente a la avenida segunda.

Genoveva Chaverri, una de sus propietarias, relató que se ha visto en la necesidad de aumentar las medidas de seguridad en esta tienda con la contratación de seguridad las 24 horas (agentes y sistemas de monitoreo) y la compra de cámaras de vigilancia y sensores para detectar mercadería.

“Le cuento que la inseguridad es tan pavorosa que no solo se trata del hampón que roba armado; se trata de la mamá que llega con su hijito y le mete en la ropita los artículos que se roba, o las personas que entran con un cuchillo”, comentó Chaverri.

La empresaria apuntó que, del total del presupuesto anual para mantenimiento y gastos operativos, en seguridad destina cerca del 35%.