Muchas mujeres renuncian al trabajo para volver a las aulas

La siguiente generación de mujeres podría tener una ventaja sobre sus contrapartes masculinas

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Trabajadores desertan de la fuerza laboral a montones, y son mujeres en su mayoría. De hecho, muchas son jóvenes.

Sin embargo, no lo hacen para siempre; más bien, estas jóvenes parecen posponer su vida laboral para tener mayor instrucción.

En Estados Unidos, hay ahora – por primera vez en tres décadas– más mujeres jóvenes en las escuelas que en la fuerza de trabajo.

“Trabajé medio tiempo en Starbucks por año y medio”, contó Laura Baker, de 24 años, quien inició una maestría en comunicaciones estratégicas en otoño en la Universidad de Denver. “No estaba dispuesta a solo quedarme allí. Tenía que hacer algo”, añadió.

Muchos economistas pensaron inicialmente que la reducción en la fuerza de trabajo – lo cual hizo bajar el índice de desempleo en noviembre– se debía principalmente a que los desalentados trabajadores de más edad se habían dado por vencidos en cuanto al mercado laboral.

Muchos de los empleados en la banca son, más bien, jóvenes que mejoran sus habilidades, lo cual podría presagiar algo como el auge económico de la posguerra, cuando millones de veteranos de la Segunda Guerra Mundial asistieron a las universidades gracias a la Ley GI en lugar de ingresar inmediatamente al mercado de trabajo y saturarlo.

Ahora, como fue el caso entonces, un sexo es el principal beneficiario. Aunque las jóvenes de alrededor de 20 años perciben a la actual pausa económica como una oportunidad para mejorar sus habilidades, sus contrapartes masculinas son más propensas a aceptar cualquier empleo que puedan encontrar.

Las consecuencias a más largo plazo, dicen los economistas, son que la siguiente generación de mujeres podría tener una ventaja significativa sobre sus contrapartes masculinas, cuyas opciones de una carrera ya empiezan a ser limitadas. Por ahora al menos, muchas jóvenes aún sienten que los factores están en su contra.

“Casi todos en mi maestría son mujeres”, dijo Baker, quien espera que una maestría la ayude a conseguir un empleo en comunicaciones en un organismo no lucrativo. “Eso se debe en parte al programa, pero también porque como mujeres sentimos que debemos tener más educación para poder competir realmente en cualquier campo”, dijo.

Resultados. Las mujeres todavía ganan considerablemente menos que los hombres. Y en los dos años y medios desde que empezó oficialmente la recuperación, los hombres entre 16 y 24 años de edad consiguieron 178.000 empleos en total, mientras que sus contrapartes femeninas perdieron 255.000, según el Departamento del Trabajo de Estados Unidos.

Aparentemente, desalentadas por las escasas vacantes, 412.000 jóvenes abandonaron la fuerza laboral totalmente desde el inicio de la recuperación, lo que significa que no están buscando empleo.

Entre los jóvenes, la fuerza de trabajo ha permanecido estable desde el comienzo de la recuperación, tras caer durante la recesión. Hoy, en todos los grupos de edad, es 35% más probable que una desempleada abandone la fuerza laboral en el próximo mes que un desempleado.

Algunas investigaciones indican que las mujeres son más delicadas en cuanto a su elección de empleo que los hombres.

Al ya ganar menos salario, las mujeres están menos dispuestas a trabajar cuando los sueldos son mucho menores, en especial si pueden depender de un esposo empleado (y, hoy día, a menudo, recién reempleado).

Las mujeres también son más renuentes a trabajar en turnos nocturnos o de fin de semana, según datos gubernamentales sobre cómo pasan el tiempo los estadounidenses, en parte porque tienen más responsabilidades familiares.

“Los empleos que hay simplemente no son muy buenos, y los hombres parecen estar más dispuestos a aceptarlos por la razón que sea”, dijo Jonathan L. Willis, un economista del Banco de la Reserva Federal en la Ciudad de Kansas. “Las mujeres ven esos mismos empleos y dicen: ‘Seré más productiva en otra parte’”, acotó.

Y también están las influencias sociales que afectan la disposición de una persona a aceptar un trabajo menor o volver a estudiar.

“Todavía está este pesado mensaje cultural de que los hombres deberían salir a ganar dinero para mantenerse, y se sienten más afligidos por perder su papel de sostén de la familia”, indicó Stephanie Coontz, la directora de investigación del Consejo sobre Familias Contemporáneas.

Gran paso. Mientras evolucionan estos papeles, las universidades tecnológicas reportan inscripciones récords. Tanto hombres como mujeres están retornando a la escuela, pero el aumento en las inscripciones de mujeres es mayor (las cuales dominaban en los campus aun antes de la crisis financiera).

En los dos últimos años, la cantidad de mujeres entre 18 y 24 años aumentó en 130.000, en comparación con 53.000 varones.

La brecha educativa aparte, las jóvenes ya tendrán una ventaja, en algunos sentidos, respecto de los hombres en la siguiente década.

Muchas de las profesiones que se espera crezcan más, como auxiliares en salud doméstica y mecánicos dentales, las han ejercido principalmente mujeres. No quiere decir que los hombres no lo puedan hacer, pero es posible que no quieran. “Hoy se les dice a las muchachas que pueden hacer cualquier cosa, tener cualquier profesión. Pero si los muchachos manifiestan cualquier interés en profesiones tradicionalmente para mujeres, se burlan de ellos y los acosan”, explicó Coontz.

Añadió: “Muchos chicos no entienden qué está pasando con los tradicionales empleos para varones de ingresos bajos y medios”.

Los trabajos dominados por los varones en las manufacturas y otros sectores que implican trabajo manual han estado, y todavía lo están, en decadencia estructural.

También es difícil sostener estas carreras indefinidamente porque la fuerza de la juventud desaparece al final. Y ahora, muchos obreros no tienen pensiones para irla pasando cuando el cuerpo sufre un colapso.

“No me sorprende que en una economía pobre las mujeres refuercen sus estudios”, dijo Heather Boushey, una economista del Centro para el Progreso Estadounidense, organización de investigación con tendencias izquierdistas.

La verdadera pregunta es: ¿por qué más hombres no hacen lo mismo? El riesgo principal de retornar a la escuela es la correspondiente deuda por el crédito estudiantil. Los incrementos en las colegiaturas han superado a la inflación desde hace años, una tendencia acelerada por los recortes presupuestarios estatales.

“Nuestro financiamiento por estudiante se redujo 25% en los últimos tres años”, indicó Stephen Scott, el rector de la universidad tecnológica Wake Technical en Ralegih, Carolina del Norte, que es una de las de crecimiento más rápido en su tipo en el país.

En consecuencia, aumentó el tamaño de los grupos, al igual que las colegiaturas. Sin embargo, siguen llegando estudiantes, de nuevo, en su mayoría, mujeres.

“Ahora tenemos 6.000 estudiantes en lista de espera porque no tuvimos los recursos para abrir más grupos”, expresó.

Quienes asisten a instituciones más caras, como hizo Baker, tendrán aún más dificultades para garantizar la rentabilidad de su inversión educativa. Incluidos los préstamos para financiar la licenciatura en el Colegio Wartburg en Waverly, Iowa, terminará la maestría en 2012 debiendo cerca de $200.000.

“Tengo que tener fe en que al final conseguiré un buen empleo en el que me paguen suficiente para cubrir mis gastos y préstamos y, con un poco de suerte, me haga feliz en el proceso”, concluyó.