Limón En la madrugada los pescadores limonenses alistan sus trasmallos o nasas (jaulas) para ir a pescar langosta.
Ellos salen a diario exclusivamente a extraer este fruto del mar. Aunque la cantidad de presas en el agua es buena, a algunos les preocupa mucho la dificultad para comercializarlas.
Gerardo Mcfarleine, pescador de Cieneguita, es uno de ellos. “La venta de langosta en Limón ha bajado. Por ejemplo, usted trae un saco de 40 kilos y tiene que buscar dónde venderla. Antes traía tres o cuatro sacos y sobraba dónde venderla”, afirmó.
Hay dos centros de acopio, uno en Barra del Colorado y otro en Portete, explica Ana Macdonald de Asopeil. Además, muchos pescadores prefieren vender directamente en las calles del centro de Limón.
Otro problema que enfrentan los pescadores, señala Mcfarleine, es que no obtienen suficientes ganancias. De ¢100.000 logrados con la venta de langostas, ¢50.000 son para pagar combustible. El resto hay que distribuirlo entre tres personas como mínimo.
La captura artesanal se caracteriza porque en una misma lancha salen tres ocupantes a pescar. En la artesanal media son cinco.
Macdonald informó de que, para resolver el problema de la comercialización, actualmente se trabaja en dos proyectos.
Uno de ellos es la creación de una terminal pesquera para que no solo los langosteros, sino todos los pescadores, puedan dejar su producto en un área adecuada.
La otra iniciativa es un mercado del marisco para que los vendedores ambulantes puedan ofrecer sus productos ahí.