Desplome del rublo pone a Rusia frente desafío económico

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Moscú. AFP. Rusia se enfrenta, a corto plazo, con un inmenso desafío debido a la amenaza de recesión, el alza desbocada de los precios y un sistema bancario debilitado, a pesar de que el rublo pareciera estabilizarse luego de su derrumbe a principios de la semana pasada.

El movimiento de pánico bursátil el lunes y martes, cuando el euro superó de forma impensable los 100 rublos y el dólar los 80, se asemejó a una pesadilla que viene a cerrar un año de progresiva caída de la moneda, en un contexto de crisis ucraniana y baja de las cotizaciones del petróleo, principal fuente de ingresos del Estado ruso.

Después de ese descalabro, es un alivio para los rusos que su moneda al parecer se estabilizara el viernes pasado, a 74 unidades por euro y 59 por dólar.

Esa recuperación se debió a la intervención del Banco Central, que se vio obligado a decretar una radical subida de su principal tipo de interés (de 10,5% a 17%), pero también, a que hubo una mejora en los precios internacionales del crudo.

El jueves, en su conferencia de prensa anual, el presidente Vladimir Putin intentó tranquilizar a los rusos asegurando que lo peor de la crisis pasará en cuestión de dos años, en el escenario más negativo. Pero no anunció medidas para apoyar a la debilitada economía.

Agregó que la crisis económica se debe a causas exteriores, pero también a la circunstancia de que, en 23 años, Rusia no diversificó lo suficiente su economía, que hoy día depende mucho de los hidrocarburos.

“La trayectoria de la economía en los próximos seis meses será peor de lo previsto debido a lo ocurrido esta semana”, advirtió Chris Weafer, de Macro Advisory, que prevé una caída de la producción rusa del 5%, en el primer semestre del próximo año.

“Consumo e inversiones van a sufrir por la subida de las tasas de interés; la inflación va a aumentar por el debilitamiento de la moneda, la confianza va a desaparecer (...)”, enumeró el experto.

El efecto inmediato de la caída del rublo fue la decisión de algunos proveedores de cesar sus entregas, en lugar de librarse a inciertos aumentos de precio: por ejemplo, Apple cerró su tienda en línea, Ikea suspendió durante dos días sus ventas de cocinas, y los automóviles Opel y Chevrolet dejaron de ser entregados a los concesionarios.

La prensa rusa cita decisiones similares para las bebidas alcohólicas y la ropa importada (Zara, TopShop, Calvin Klein, entre otras), una forma de evitar vender con pérdidas, en un momento en que los rusos se precipitan a hacer sus compras antes de que ocurran nuevas caídas de la moneda nacional.

Ello empuja la inflación, cercana ya al 10% anual y que amenaza con llegar al 15% en los meses venideros, con la consecuente pérdida de poder adquisitivo para las familias.

“Se observan crecientes signos de que la crisis se expande al sector bancario”, previno la consultora Capital Economics.

El sector financiero ruso es particularmente vulnerable: por un lado, existen poderosos ‘mastodontes’ públicos, y por el otro, centenares de establecimientos frágiles. Las primeras medidas anunciadas el martes tienen como objetivo asegurar la estabilidad financiera, mediante un mejor acceso a la liquidez y flexibilización de las normas contables.

Además, el viernes pasado los diputados de la Duma (parlamento) aprobaron un texto que prevé la recapitalización de los bancos por un billón de rublos (13.000 millones de euros), con lo que el Ministerio de Finanzas espera aumentar en 13% el capital del sector bancario y, por tanto, el volumen de los créditos otorgados.

La espiral del rublo recordó a muchos rusos la crisis de 1998, cuando Rusia estuvo al borde de la suspensión de pagos. “La gente reacciona como en 1998 pero no hay motivo para ello: en 1998, Rusia era un país en quiebra, ahora tiene buena salud financiera”, según el analista Weafer.

Más de 10 años de precios altos del petróleo le permitieron a Moscú acumular fuertes reservas de divisas, que superan los 400.000 millones de rublos, aunque hayan quedado fuertemente devaluados por esta crisis. Su deuda pública apenas supera el 10% de su PIB y el presupuesto es hasta ahora equilibrado, e incluso registra superávit.

Ahora, los precios del petróleo se vinieron a pique y desde junio de este año, el barril de crudo Brent pasó de cotizarse a $115, hasta $58, la semana pasada.