Al yuan le falta mucho para convencer al mundo de que puede ser moneda de reserva

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Pekín. AFP. Aunque el pasado 1.° de octubre el yuan entró en el cerrado club de las monedas de referencia del Fondo Monetario Internacional (FMI), China ahora deberá acelerar reformas financieras y la apertura de los mercados para convencer a los inversores extranjeros.

La divisa china sigue siendo difícilmente convertible y está sujeta al intervencionismo asentado en Pekín.

A partir del sábado anterior, la moneda china, el renminbi, es oficialmente integrante de la unidad de cuenta del Fondo Monetario Internacional (FMI), los Derechos Especiales de Giro (DEG), canasta en la que están el dólar, el euro, la libra esterlina británica y el yen japonés.

Esta “etapa histórica” para la internacionalización de la divisa “confirma los logros de China en el desarrollo económico, así como los frutos de las reformas y de la apertura de su sector financiero”, comentó el Banco Central del gigante asiático (PBOC) en un comunicado.

“Se trata de un símbolo”, indicó Mitul Kotech, especialista de Barclays. “Para Pekín, es un paso adicional para que el yuan se imponga como divisa de reserva”.

Pensarlo dos veces. Los miembros del FMI reciben cuentas en DEG, que pueden, en caso de necesidad, ceder a cambio de una de las divisas de este cesto.

La aceptación del yuan podría así acelerar la diversificación de reservas de los bancos centrales y fondos soberanos, aunque estos últimos “no estén obligados a ajustarse estrictamente a la composición del DEG”, estimó por su parte, Dariusz Kowalczyk, analista del Credit Agricole.

Kowalczyk anticipa un aumento de sus reservas en yuanes de $25 millones a $30.000 millones a mediano plazo. Según ‘Bloomberg’, el mercado de obligaciones en yuanes podría atraer hasta un billón de dólares en cinco años.

Sin embargo, a pesar de su ingreso, “el yuan no conquistó aún el estatus de ‘divisa de reserva’”, resaltó Simon MacAdam, analista de Capital Economics.

“En la práctica, lo que hace decidir a los bancos centrales es la certeza de que la moneda pueda venderse fácilmente si es necesario”, manifestó el experto.

En este caso, “los responsables de reservas de cambio lo pensarán dos veces antes de atarse a la divisa de un país donde las autoridades intervienen en su moneda cuando quieren”, resaltó Julian Evans-Pritchard, también de Capital Economics, quien no ve gran demanda de activos en renminbi.

El yuan no es plenamente convertible. Sólo puede fluctuar frente al dólar en una horquilla de 2% de una cotización fijada por el banco central.

Esa entidad organizó, en agosto de 2015, una repentina devaluación de 5% y en enero rebajó la cotización durante ocho sesiones consecutivas, haciendo temblar a los mercados mundiales.

China, por su parte, concentra esfuerzos en acuerdos de intercambio de divisas con unos 30 bancos centrales, las cuotas de inversiones en yuanes acordadas con las instituciones extranjeras y el aumento de la emisión de deuda en yuanes.

China “profundizará sus reformas y ampliará la apertura, prometió además el PBOC.

“China liberalizará los mercados de capitales más significativamente, la tasa de conversión será mucho más flexible, (pero) es un proceso gradual”, aseguró Jin Zhongxia, director general del FMI para China.

Pero, en lo inmediato, Pekín podría verse obligado a intervenir aún más.

“El PBOC apoyará probablemente (de manera activa) al yuan en las próximas semanas, las autoridades preferirán ver que su divisa se refuerza o al menos se mantiene estable” para evitar una intempestiva volatilidad que dañe su imagen, estimó Kowalczyk.