Cristian Quijano, el retratista de aviones: ‘El cielo es el límite’

Su pasatiempo es pasar horas cerca de la pista de aterrizaje para capturar en foto y video las aeronaves que visitan el aeropuerto Juan Santamaría. Esta actividad le depara tomas impresionantes, el reconocimiento de las tripulaciones y miles de seguidores.

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Capturar desde el lente fotográfico los aterrizajes y despegues de las aeronaves ha convertido a Cristian Quijano, nacido en Vargas Araya, San José, hace 50 años, en un personaje. El cartel con el saludo “Pura Vida”, desde la cabina del piloto de un avión de Iberia, el 12 de enero, se viralizó en las redes sociales. Él es un spotter de aviación, aficionado a hacer fotografías y videos de estas aeronaves.

Viajar en avión puede ser uno de los deseos más frecuentes en la infancia, quizás por esa sensación de volar entre las nubes. Tratar de conocerlos de cerca es la otra sensación que despiertan estos vehículos a personas de todas las edades, y Quijano busca generar esa cercanía retratando el movimiento de las aeronaves con una mezcla de arte y tecnología.

Entre el constante ruido de las turbinas de los aviones que frecuentemente bajaban y subían en el Aeropuerto Internacional Juan Santamaría, Quijano conversó con La Nación sobre la actividad que inició hace siete años en este sitio. Luego compartió un rato de su jornada, donde captó al menos una decena de aeronaves de diferentes aerolíneas, entre ellas Iberia, KLM, Avianca, AirFrance, Copa y Edelweiss, este último un avión Airbus A340-300 de cuatro motores, de enorme tamaño.

La conversación se desarrolló desde el centro de operaciones de la mayoría de los spotters que buscan imágenes en esta terminal aérea, Hangar 67, un restaurante ubicado en La Guácima de Alajuela, que tiene una privilegiada ubicación frente a un tramo de la pista de aterrizaje. Armado con su equipo Nikon, una escalera y un radio escáner, da rienda suelta a su arte.

Empezó con las fotos de la mano de su padre, Roberto Quijano, aficionado a la fotografía. Su mamá Eugenia Céspedes, es pintora. Recién cumplió 10 años de casado con Julieta Uribe, de nacionalidad colombiana.

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— ¿Cómo surge esta afición?

— Desde niño. Mi papá siempre fotografió en casa; tenemos infinidad de fotos, álbumes, y teníamos un cuarto oscuro donde yo le ayudaba. Aún recuerdo el olor a los químicos. A los cinco o seis años ya estaba involucrado. Luego, mi papá fue trasladado a Nicoya, y con ello, se terminó lo del cuarto oscuro. Sin embargo, continuamos fotografiando; teníamos una cámara Canon de rollo de 35 milímetros en casa, pero ya no teníamos espacio para el cuarto oscuro.

”Luego pasaron los años, tenía 13 o 14 años, y mi papá me dijo, ‘¿por qué no tomas la cámara y retomas el hobby?’ Yo le dije: ¿pero el precio de cada rollo qué? Y me respondió que él me regalaría el primer rollo. En casa teníamos montones de libros de fotografía, y ahí empecé a leer y entender más sobre la obturación, la profundidad de campo, y comencé a tomar fotos desde entonces”.

— ¿Se dedicó desde entonces a la fotografía?

— Es un hobby caro. Cuando vine a San José a estudiar, siempre andaba con las cámaras point and shoot (apunta y dispara). Tenía una Olympus, y los rollos los llevaba a revelar a Kodak o a Fuji, pero no es lo mismo. Antes usaba una cámara reflex (profesional) donde tenía control para hacer lo que quería. En fin, seguí tomando fotos; de hecho, estoy revelando negativos de aquel tiempo que nunca ampliamos (imprimir en papel).

”Luego se vino la era digital y seguí tomando fotos, siempre he tenido cámaras, me hice de una reflex Nikkon con zoom. Para ese tiempo me pasé a vivir con mi esposa a Desamparados de Alajuela, entonces los aviones nos pasan prácticamente por la cabeza”.

— Entonces, este traslado de domicilio fue el empuje para esto...

— Toda la vida, he tenido afición por la aviación. Jugaba con simuladores de vuelo. Cuando llegaban a Nicoya los aviones de Sansa y uno estaba en el colegio, uno se tiraba y había que ir a ver el avión. Yo tenía esa fascinación. Vivo en un residencial con muchos árboles; empecé, en las tardes, a fotografiar aves, que es mi otro hobby, pero aquí pasan constantemente los aviones. Entonces, empecé a apuntar a aviones y dije, ¡qué tuanis! Luego, me di cuenta de que había toda una actividad alrededor de la fotografía de aviación, que es lo que llamamos spotting.

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— ¿Cuánto tiempo lleva dedicado a esta actividad?

— Pues me empapé más. Hay una página aviacioncr.net que se dedica a la fotografía de aviación local donde mandás tus fotos, te las revisan y te las aceptan o rechazan dependiendo de la calidad, yo aprendí muchísimo con todo el feed back (retroalimentación) que esas páginas me daban, así vas afinando tus sentidos.

”Llegó un punto en el que dije: ‘Hay que ir al aeropuerto’. Me vine a acercar acá, empecé a conocer gente que me introdujo al hobby, a grupos de WhatsApp, de Facebook. Fui aprendiendo sobre modelos de aviones. Cuando venían aviones raros, militares, había que venir a fotografiarlos. Una cosa es estar aquí, donde frenan o despegan en frente, y otra estar a un kilómetro. Es muy emocionante. Así empecé, fotografiando todo lo que se moviera, desde Sansa hasta aviones cargueros. Yo inicié en enero de 2017″.

— ¿Sigue siendo un ‘hobby’ o ya le genera ingresos? ¿Qué profesión tiene?

— Soy gerente de proyectos para Hewlett Packard Enterprise. Estudié traducción y literatura en inglés en la UCR (Universidad de Costa Rica). Antes trabajaba en una editorial que publicaba una revista, yo me dedicaba a trabajar en la edición de publicaciones, eso me encantaba, luego me contrató una empresa de tecnología para redactar manuales, porque tengo un lado fuerte en este campo, no lo estudié pero por iniciativa propia me especialicé, fui teniendo diferentes puestos. Vino el boom de Internet y empezamos a generar contenido en línea. Luego, cuando me di cuenta, empecé a trabajar en el área de tecnología y empecé como soporte técnico en la empresa y ahora estoy en la gerencia de proyectos de servidores después de 20 años. Me certifiqué en gerencia de proyectos, lo mío es ingeniería de procesos.

— ¿Y cuándo se dedica a esto del ‘spotting’?

— Mi trabajo es muy flexible. Trabajo de lunes a viernes, de 6:00 a. m. a 3:00 p. m. Por las tardes, vengo aquí. ¿Me genera ingresos? No. Mi ventana de trabajo es de 3:00 p. m. a 6:00 p. m., cuando llegan los vuelos europeos, que son los más grandes y dan mucho espectáculo. ¡Son una belleza!

— ¿No piensa en monetizar el contenido que publica?

— Eventualmente sí, pero apenas hoy (día de la entrevista) llegué a 100.000 seguidores en Facebook. En Instagram son 42.000. Creé la página en Facebook para empezar a compartir las fotos que iba tomando. Basado en los comentarios y en lo que la gente pregunta, he notado que todo se trata de las ganas de viajar. Sobre monetizar, tengo un catálogo de fotografía a mano, principalmente nocturna. Siempre he tenido la espinita de sacar un libro y utilizar esa base para vender.

”Siempre tuve de 2.000 a 3.000 seguidores, pero siempre había querido hacer videos de aviones también. Una vez hice uno, que fue la otra parte interesante. Como aquí llueve casi todo el año, cuando ves a los aviones aterrizar y levantar ese montón de agua es impresionante. Hice el video de eso, y se fue para el cielo (aumento de seguidores). En invierno, venir a tomar fotos me comenzó a aburrir porque todo es gris, ya no me motivaba. Me dije que si la luz no estaba bonita, iba a hacer videos y los voy a publicar, y ahí me enganché”.

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— ¿Se considera una referencia del ‘spoteo’ en Costa Rica?

—Nunca le presto mucha atención a los likes ni a los comentarios (en Facebook). Seguía publicando material, y en un momento dije, está fácil hacer videos. Un día mi esposa me dijo: ‘Mirá ese video te lo han comentado mucho, que vacilón, mirá donde dice cantidad de seguidores, tenés que refrescarlo’. Lo tenía en 3.000, y de repente aparecieron 20.000. ¿Qué es esto? Se había generado una bola de nieve. Eso fue el 1.º de agosto. Calculemos cinco meses y con 80.000 seguidores más a la fecha. Luego, empecé a meterle más energía a la cuenta de Instagram.

”Modestia aparte, fui de alguna forma precursor aquí de la fotografía nocturna de aviación a mano alzada (sin trípode). Empecé a estudiar, vi que los japoneses lo hacían y dije, yo tengo esa misma cámara, ¿por qué si ellos pueden yo no? Empecé a probar, a calibrar la velocidad y controlar la respiración, para garantizar calidad. Con eso he logrado captar aviones que nunca los vas a ver de día. Como cuando hay conciertos, llegan cargueros raros”.

—¿Cuáles han sido las experiencias más impactantes o curiosas?

— El mundo se mueve en avión. Hay todo un rango de experiencias que es ver aviones raros por acá. Por ejemplo, de Arabia Saudita o Catar. Para el traspaso de poder vienen muchos aviones de afuera, viene el avión presidencial de Estados Unidos o el del Rey de España. Cuando vino Iron Maiden en un avión (Boeing) 747, que son aviones impresionantes, que acá casi no operan. Para la pandemia venían cargueros de noche.

”No pude venir cuando arribó el Air Force One. También impresionante cuando vino un (Lockheed) C-5 de la Fuerza Aérea norteamericana, son unas moles, uno no puede creer el tamaño hasta que lo ve. Además, los aviones Hércules y los Antonov. También vino un avión militar antiguo chileno para el terremoto de Haití (2021)”.

—¿Existen medidas de seguridad establecidas para este trabajo?

— Aquí la regla es: la escalera no puede estar más arriba de la malla, chaleco reflectante identificado, carné de identificación, estar a más de un metro de la malla. Constantemente están patrullando el área. Ya tenemos un acuerdo tácito con la gente de seguridad, ya me conocen, pero si alguien viene en su carro y se para en el techo, eso ya es violación de la normativa aeroportuaria internacional.

—Un saludo de la tripulación de Iberia se volvió viral, ¿cómo sucedió?

— A mí me encantan los aviones grandes; esos de Iberia son impresionantes. Entonces, empecé a darles mucha pelota y me empezaron a contactar pilotos o tripulantes de cabina diciéndome, ‘yo voy en ese avión’, ‘yo voy para allá el próximo martes’. Entonces se empezó a generar contacto con las tripulaciones, también con las de Iberojet.

”Un día dije: ‘Voy a hacer algo diferente, una toma a la cabina a ver si pego el piloto’. Y lo hice. Lo edité, lo subí y contacté a varias personas para ver si lo conocían y le avisaran de la toma, donde arregla el parasol, pero quedó ahí. Luego me contacta un piloto que venía hacia acá y me dijo que quería poner un cartel en la ventana. Le dije, ‘hagámoslo’. Entonces me pregunta qué puede poner. Le dije que ‘Pura Vida’, lo imprimí y le agregué mi cuenta de Instagram. Eso fue en cuestión de horas. Acordamos vernos en el Aeropuerto, me presentó a la tripulación y me preguntó en qué frecuencia grababa los audios. Me dijo que me quedara en la frecuencia de la torre (de control).”

— ¿Usted ya estaba listo para capturar el saludo?

— Para entonces yo sabía por dónde iba a salir. Llamé a un amigo y le dije que se jalara la foto de la ventana para tenerla de back up. Nosotros usamos un escáner (radiofrecuencia), pero también puedo descargar los audios de los vuelos en línea en una plataforma. Ese día fue particular. La radio a todo volúmen, ya listos, ya me persigné, viene el avión y la torre de dice: ‘autorizado a despegar por la pista 25′ Luego vino un silencio y se oye: ‘ahí vamos Quijano’ . Eso fue emocionante porque no fue parte del trato ni del plan, me estalló la cabeza. De ahí muchos pilotos empezaron a saludarnos. Otro me dijo: ‘sacanos guapos Cris, un abrazo’ Y ya tiene un millón de vistas.

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— ¿Cuántos ‘spotters’ hay en el país?

— Fundamos la Asociación Costarricense de Fotógrafos Aficionados a la Aviación (Acofaa), con cerca de 70 miembros. Hemos llegado a ese punto de integración. Aún tenemos carencia de un mirador para venir a ver las aeronaves y queremos impulsar que se geste. En paralelo, se generan los contactos para realizar nuestro trabajo.

”Yo trascendí, modestia aparte, en un tema de presencia por la generación de contenido que no se hacía antes, cuando se logra la conexión con el que va piloteando el avión, la gente se vuelve loca. El cielo es el límite, vamos a ver qué pasa”.