Centros educativos atentos al mercado

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Mientras el centro educativo Saint Paul, en Alajuela, debió ajustar en un 8% sus tarifas para el 2012, el Lincoln lo hizo en un 4% para el último período lectivo, que en esa entidad comenzó en julio y terminará en junio próximo.

Así, entre muchos rangos, se mueven las tarifas de centros educativos y universidades.

Diego Carrillo, del área financiera del Saint Paul, adujo que deben competir para contratar maestros y profesores de alto nivel, además de invertir en infraestructura en la institución.

Edgardo Jiménez, asistente de gerencia del Lincoln, explicó que esa entidad se maneja por medio de una asociación de padres sin fines de lucro y, por tanto, no ajusta mucho las tarifas y se apega al comportamiento de la inflación.

En el caso de las universidades, la ley del Consejo Nacional de Enseñanza Superior Universitaria Privada (Conesup) le exige vigilar las tarifas, pero esa norma no significa fijarlas.

En la educación privada preescolar, escolar y secundaria, cada institución tiene total libertad para fijar los montos por matrículas y mensualidades.

Guillermo Malavassi, rector de la Universidad Autónoma de Centroamérica (UACA), afirmó que la mayoría de centros superiores se apega a los aumentos en el costo de la vida, medidos por el índice de precios al consumidor.

La decisión, además, pasa por la consideración de otros dos aspectos centrales, aseguró Malavassi: “No se pueden bajar tanto las tarifas porque no se pueden contratar profesores excelentes, pero tampoco es posible subirlas mucho, porque los estudiantes se retirarían a otras universidades”, explicó el rector de la UACA.

Por eso, agregó, más que el Conesup es el propio mercado el regulador de las tarifas.