Bonos para la sostenibilidad

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Esta semana la calificadora de riesgo Moody’s destacó el fuerte impulso que ha tomado el mercado internacional de los llamados bonos verdes. Dichos instrumentos de deuda son emitidos por entidades públicas o privadas para captar recursos que serán utilizados para financiar (o refinanciar) proyectos enfocados en la sostenibilidad ambiental.

Este auge no debería pasar desapercibido en Costa Rica, país sediento de inversión en áreas que están dentro del mapa de las empresas, clientes y bancos que promueven este tipo de bonos: energías renovables, eficiencia energética, manejo sostenible de recursos agropecuarios y transporte más limpio, por citar algunos ejemplos.

De acuerdo con Moody’s, en los seis primeros meses de este año, el mercado mundial de bonos verdes recaudó $37.200 millones, es decir, casi 90% más que los $19.700 millones colocados durante el primer semestre del 2015. Para finales del 2016 existe una alta probabilidad de alcanzar $75.000 millones anuales, un nuevo récord mundial.

Una pequeña fracción de esos saldos captados ya comenzó a gotear sobre Costa Rica. Es el caso de Starbucks, que en mayo anterior colocó su primera emisión internacional de bonos de sostenibilidad corporativa, un programa para destinar fondos a fortalecer buenas prácticas medioambientales y a elevar estándares en ámbitos como el comercio justo.

Al menos $50 millones de los $500 millones que recaudó la firma Starbucks con esta colocación serán utilizados en una línea de créditos para apoyar a los agricultores en la rotación de cultivos, y en crear una red de centros de asistencia para sus proveedores de café, uno de los cuales se instaló en el país.

El Banco Nacional de Costa Rica también hizo su primera emisión de bonos verdes, en abril anterior, por $500 millones y con el fin de financiar proyectos ecoamigables. Recibieron ofertas de compra por 5,2 veces el monto emitido, indicio de la alta demanda que enfrentaron pese a ser una emisión con grado de inversión especulativo.

Los bonos verdes tienen acceso a una cartera amplia de inversionistas y un beneficio extra de cara a la sociedad, ya que ofrecen mayor garantía de lograr impactos ambientales positivos por medio de los proyectos, pues los emisores se comprometen a rendir cuentas acerca del uso de los recursos.