San José (Redacción). El Sistema de Banca para el Desarrollo (SBD) no logra despegar en su objetivo de apoyar a las micro, pequeñas y medianas empresas, a pesar de las buenas intenciones con las que nació en el 2008.
Esta es la principal conclusión de un análisis efectuado por el área de Estadísticas del Informe Estado de la Nación, el año pasado, y que estuvo a cargo de Karla Meneses Bucheli.
Durante su exposición de los alcances y limitaciones del SBD, la economista explicó que no existe un plan articulado y coordinado entre los responsables para determinar a los potenciales beneficiarios.
También subrayó las limitaciones del programa para adaptar los requisitos bancarios a las necesidades particulares de un sector de la población emprendedora que tiene un mayor riesgo y una menor rentabilidad. Asimismo, destacó la existencia de una maraña de trámites y requisitos que desincentivan a los pequeños empresarios solicitar y acceder a un crédito.
El SBD se estableció para otorgar créditos ágiles a micro, pequeños y medianos empresarios que no tienen acceso a la banca tradicional. El sistema se nutre de los recursos del Fideicomiso Nacional para el Desarrollo (Finade), corazón del SBD que en los últimos cuatro años administró Bancrédito, y que ahora está en manos del Banco de Costa Rica.
La ley dice que cada cuatro años se hará una licitación para escoger al administrador. Pueden participar la banca estatal y el Popular (público). El BCR propuso cobrar una comisión del 1,20% del fideicomiso. El Finade tenía un patrimonio cercano a los 90.000 millones de colones al 31 de diciembre del 2011.