Cultivo de hortalizas en el aire está cerca de pasar a fase comercial en Costa Rica

Técnica se llama aeroponía, se siembran en tubos colgantes, bandejas y otros contenedores sin tierra, ubicados en terrazas de edificios y se pueden producir unas 1.000 lechugas al mes en 100 metros cuadrados

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

El cultivo de hortalizas colgantes, mediante un sistema denominado aeroponía, está a punto de entrar en Costa Rica en una fase comercial, lo cual permitiría cosechar unas mil lechugas mensuales o igual cantidad de unidades de otras variedades en solo 100 metros cuadrados, utilizando, por ejemplo, azoteas de edificios.

Se trata de una técnica de cultivo que reduce el consumo de agua, baja al mínimo el uso de pesticidas y aumenta la calidad por la riqueza de nutrientes, según los que realizan los ensayos. Permite, también, una muy alta productividad por área y facilita enfrentar los riesgos por el cambio climático, pues es un sistema de agricultura protegida.

Por eso, las hortalizas son muy inocuas, ya que solo reciben agua y nutrientes, explicaron los impulsores de los proyectos.

Además, reduce el impacto en los costos de producción debido al alto valor de la tierra y del desplazamiento de zonas agrícolas para realizar urbanismo. En cuanto a las lechugas, un ejemplo es la gran cantidad de urbanizaciones en Tobosi, Cartago, zona eminentemente productora de esa hortaliza.

También es posible su utilización a pequeña escala, incluso en familias, aunque una de las desventajas es su costo, detalló Francisco Marín Thiele, gerente del programa de agricultura protegida del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG).

En Costa Rica, uno de los proyectos es desarrollado por el administrador de empresas Rándall Suárez y por el ingeniero electromecánico, Henry Venegas, cuyos ensayos se realizaron en la facultad de Ingeniería Eléctrica de la Universidad de Costa Rica (UCR) y ahora se trasladará a una fase más amplia en la sede de la Universidad Técnica Nacional (UTN), en La Garita, Alajuela. Ellos fundaron la empresa Aeroplant.

Otro de los ensayos se realiza conjuntamente entre la UTN y el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG). Está en las instalaciones de la UTN, en Alajuela, donde se ha experimentado con cuatro variedades de lechugas, acelgas, culantro De Castilla, albahaca y otros cultivos hortícolas, durante dos años.

El proyecto de Suárez y Venegas fue presentado en el Tercer Congreso Nacional de Innovación, realizado en las instalaciones del Consejo Nacional de Rectores (Conare). Aeroplant pretende llevar, quizá a inicios del próximo año, el proyecto a una fase comercial. La empresa vendería los sistemas y el asesoramiento a productores interesados en este tipo de cultivo.

La UTN y el MAG, por su lado, pretenden desarrollar información hacia cuáles variedades o tipos de cultivos son más aptos, los costos reales de producción, cifras acerca de la reducción en el uso de agua y otros aspectos, antes de liberar el esquema comercialmente, declaró Marín.

La técnica de la aeroponía presenta un alto desarrollo en países como México, donde existen gran cantidad de edificios con espacios disponibles para el cultivo de hortalizas bajo esa modalidad.

Nebulización

Los ensayos en Costa Rica han utilizado el entorno de niebla, es decir, una especie de nube que se convierte en medio de cultivo de las plantas en lugar de la tierra y en la cual se colocan los nutrientes y el agua necesarios para la producción. Esto implica que las plantas cultivadas en medios colgantes (tubos, cajones, bandejas y otros) se nebulizan periódicamente, según un sistema controlado por computación.

Para esto se usa el cultivo, por ejemplo, en tubos (de PVC) colgantes, en cuyo interior está el entorno de niebla y a los cuales se les perfora huecos por los cuales se insertan las raíces, con lo cual crecen las plantas en un medio colgante. De esta manera, el agua y los nutrientes que se aplican mediante la nebulización van donde se requiere: a las raíces que están en el interior del instrumento de cultivo.

También se puede desarrollar mediante el sistema de bandejas colgantes, mediante los estantes en hileras o también en cajones.

Un aspecto muy relevante es que la técnica se puede aplicar en espacios pequeños en los interiores de las casas o en sus exteriores, con cuidado de mantener un medio limpio para evitar contaminación y con una adecuada capacitación de quienes vigilan el cultivo.

Al presentar su proyecto en el Congreso Nacional de Innovación, Aeroplant detalló diciendo que el sistema permite reducir el consumo de agua, virtualmente eliminar o al menos reducir al mínimo el uso de pesticidas, aumenta la calidad del producto al ser un método enfocado en el crecimiento de las plantas dentro de un entorno con gran riqueza de nutrientes controlado con mucha precisión.

Además, agregó, el sistema se ha probado suficientemente en el cultivo de lechugas, pero es fácilmente aplicable a múltiples cultivos de hortalizas.

Otras ventajas del sistema son la escalabilidad de costos, la reducción significativa del impacto ambiental y una mejora en la calidad del producto, así como la tecnificación de los espacios de producción agrícola en Costa Rica.

En el caso de Aeroplant, se diseñó un mecanismo automatizado para gestionar una plantación con capacidad de 136 unidades por cada dos metros cuadrados. Pero el sistema permite elevar la productividad hasta alcanzar las mil lechugas mensuales en 100 metros cuadrados de instalación, según los resultados.

Al ser automatizado, el sistema controla por si mismo las condiciones de la nube como medio de cultivo y sus contenidos, así como el agua necesaria. Esto garantiza un manejo adecuado de los recursos, entre ellos la fertilización.

Cada tubo de producción, según tamaño y condiciones, así como los sensores y la bomba de irrigación, tiene un valor de entre ¢400.000 y ¢600.000, adelantó Aeroplant.

El MAG y la UTN, por su lado, dicen que esperan pronto experimentar esta técnica en hortalizas de porte medio, como los chiles y tomates, y realizar un análisis del costo financiero, como próximos pasos.