Rolando Fonseca: el futbolista que quiso ser sabio y terminó de consultor

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Rolando Fonseca siempre ha sido un tipo inquieto y ambicioso, con grandes sueños y con una facilidad para hablar sobre sus proyectos como la que tenía para fulminar la red de los porteros rivales.

Así lo describen exjugadores que trataron con él en su carrera, y lo confirman las frecuentes declaraciones suyas a la prensa.

El exvolante Jafet Soto, quien jugó con Fonseca muchos años en la Selección Nacional, se refiere a él como un hombre "muy emprendedor y muy creativo". Fonseca no se reprime para revelar sus aspiraciones, como cuando dijo, en el 2010 al diario Al Día, que le gustaría ser dueño de un equipo de futbol: "Es algo que ya hablé con alguna gente. Saprissa es un club que me gustaría comprar".

Ese mismo año también aseguró a la prensa que estaba sacando una licenciatura en administración de empresas en la universidad AIU, en Guatemala, donde jugaba con el Comunicaciones.

"Todos nacemos ignorantes, está en cada quien quedarse así o hacerse sabio", dijo a Al Día.

La Nación consultó el jueves a la universidad AIU sobre el paso de Fonseca por sus aulas. La entidad aclaró en un mensaje electrónico que él se matriculó en el 2011 y solo estuvo activo seis meses.

En el 2007, durante su corto paso por Liberia Mía, equipo al que llegó anunciado como codueño junto a Mario Sotela, Fonseca dijo a los medios que tenía intenciones de desarrollar un proyecto habitacional en Liberia. Poco después dejó el equipo y atrás quedó la ciudad blanca.

En Guatemala, el ariete declaró que, junto a su esposa, Gabriela Lépiz, lideraba un ministerio conformado por una red de matrimonios.

El exfutbolista Mauricio Solís, compañero de Fonseca en Guatemala, recordó que este ayudaba a varios jóvenes de las calles.

Eran expandilleros y mareros. "Son jóvenes que quieren salir de eso; tratamos de ir insertándolos en la sociedad y los ayudamos a conseguir empleo", declaró el goleador a la prensa en el año 2009.

Deportista Tras decir adiós al futbol, Fonseca se dedicó a trabajar como consultor de negocios y comenzó a practicar otros deportes.

En el 2011 incursionó en el ciclismo de montaña. Sin preparación, decidió a última hora participar en la Ruta de los Conquistadores. No pudo terminar la primera etapa, y, tras 10 horas de pedalear, debió salir en una ambulancia.

En el 2012 corrió la media maratón de Tamarindo. Terminó los 21 kilómetros con un registro de 2:11:46. En esos días era jugador de Carmelita, la última aventura futbolística, que duró un mes.

El año pasado también se convirtió en piloto automovilístico. Entre junio y diciembre participó en la copa F0 BYD, en el autódromo La Guácima, y terminó en el cuarto lugar de la tabla general.

Fue invitado por los organizadores, que le dieron el carro. La marca de aceites Quaker State lo patrocinó y asumió todos los gastos, como gasolina y llantas, dijo Jorge Guerra, el organizador.

"Lo invitamos –así como invitamos a otros deportistas– por ser una imagen pública; eso nos ayuda a traer público", dijo Guerra.

Esa imagen y su nombre son a los que atribuye Fonseca su éxito como "broker de negocios", actividad que de alguna forma le permitió terminar como asesor de una firma petrolera en el país.

"Aunque no lo crea, yo digo gracias Dios por haber estudiado en el Incae", añadió Fonseca a La Nación en noviembre del año pasado refiriéndose a un curso de cinco días que hizo en esa institución educativa en el 2006.

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