Evolución de Intel: de la manufactura a los servicios

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En 1997, Intel anunció que instalaría una planta, de 52 hectáreas, en Belén de Heredia para ensamblar procesadores para computadoras de escritorio, en aquel momento el Pentium II.

La decisión de la gigante tecnológica colocó al país en el mapa de la Inversión Extranjera Directa (IED), cuando los ejecutivos de las transaccionales aún buscaban la ubicación de Costa Rica en el mapa.

La exportación de chips arrancó la transición de una economía centrada en la manufactura básica hacia la manufactura avanzada e hinchó los indicadores macroeconómicos, un fenómeno que se le conoció como el efecto Intel en la producción.

En abril del 2014, diecisiete años después, la corporación estadounidense dio la noticia de que trasladaría la operación de fabricación de chips Malasia y Vietnam.

Costa Rica era la única planta fuera de suelo asiático, donde además se ubican los fabricantes de electrónicos.

La decisión era parte de una estrategia, que desde agosto del 2013, se había trazado la compañía californiana: concentrar sus áreas de negocio.

"Intel está cerrando su planta en Costa Rica no por aspectos específicos del desempeño de la planta o del personal sino por competitividad global. Intel pasa por una transformación conforme ingresa en nuevos mercados como la Internet de las cosas y tabletas", explicó Mike Forrest, entonces gerente de Intel Costa Rica al semanario El Financiero.

"Hubo un análisis para entender qué era lo mejor para la competitividad global de Intel, y por esa razón se decidió cerrar la operación de manufactura", añadió el ejecutivo.

Con el cese de la exportación de procesadores la multinacional solo dejó en suelo nacional la operación de servicios financieros y de recursos humanos para la corporación que había abierto en el 2005. Además de un laboratorio de prueba de chips que creó al anunciar su salida.

La compañía tuvo hasta 3000 empleado en el país. Hoy son poco más de 1.200.