Café impulsa reciclaje masivo en hogares de Dota

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El año pasado, los 800 productores de café de Coopedota recibieron un premio de medio millón de dólares por producir un grano en armonía con el ambiente.

En los mercados internacionales les pagaron $10 más por cada uno de los 50.000 quintales que produjeron en el 2012.

En Dota, el café es un negocio familiar del que viven, directa o indirectamente, buena parte de los 1.900 hogares del cantón.

Esa es una de las razones que explica por qué en 8 de cada 10 de esas casas se separan papel, plástico, vidrio, papel y aluminio de la basura ordinaria.

En ningún otro cantón del país es tan alto ese porcentaje.

Solo los zarcereños y los habitantes de Jiménez se les acercan, porque en un 70% de sus viviendas tienen el mismo hábito.

En contraste, quienes menos lo hacen viven en Cañas y La Cruz, Guanacaste (un 20%).

Las cifras son de un estudio de La Nación que analizó, cantón por cantón, los datos que arrojó una consulta del Censo 2011 sobre hábitos de clasificación de residuos en los hogares.

Esfuerzo conjunto."Si el 90% de las familias de Santa María está en Coopedota; si somos carbono-neutral, con prácticas sostenibles en la empresa y los cafetales, es lógico que estas también se reflejen en las casas de nuestros asociados", comentó Roberto Mata, gerente de la cooperativa.

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Hace cinco años, Coopedota y la municipalidad empezaron un programa de reciclaje en el distrito central de Santa María.

En el 2011, lo extendieron para que, una vez a la semana, se recolectaran residuos con valor en las viviendas de los otros dos distritos.

"Hicimos una campaña para enseñar cómo reciclar en cada casa. Al principio, solo recuperábamos una tonelada y media", recuerdó Leonardo Chacón, alcalde.

Ahora, de las 10 toneladas de residuos sólidos semanales que se recogen, el municipio recupera, puerta a puerta, casi 5 toneladas de envases plásticos o de tetra pak, vidrio, latas de aluminio y cartón.

Más del 60% de esos materiales con valor van al centro de acopio de Coopedota donde 15 mujeres, la mayoría jefas de hogar, se dedican a prepararlos para su venta a cinco empresas que los usan como materia prima.

Esos materiales generan ganancias anuales por unos ¢10 millones, los cuales son usados por Coopedota y la municipalidad para sus programas ambientales.

El salario de las recuperadoras corre por cuenta de programas estatales como Empleate y del IMAS.

"La tarea sigue. Nos falta ampliar la cobertura de recolección y concientizar al 20% de los hogares que nos faltan. Todavía nos están llegando al botadero desechos que podrían ser recuperados", manifestó Chacón.

La meta de la municipalidad para este fin de año es que la cantidad de toneladas recicladas supere las 6 mensuales, en un cantón donde el 83% de su territorio está protegido como parque nacional o reserva forestal y biológica.