Buena calidad de combustibles llega a la mayoría de vehículos en el país

En cinco años hubo fallas en113 de 7.272 surtidores; la mayoría de diésel

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hassel.fallas@nacion.com

Costa Rica es uno de los países en Centroamérica que más calidad exige al importar combustibles. A los planteles de la Refinadora Costarricense de Petróleo (Recope) llega diésel con bajas concentraciones de azufre (20 partes por millón o menos) y gasolina regular de 91 octanos.

Una menor concentración de azufre ayuda a disminuir la contaminación ambiental. Entre tanto, un mayor octanaje mejora el rendimiento de los carros.

Al comparar los precios de esos carburantes en la región, usualmente no se consideran esas diferencias de calidad.

Por cada octano adicional, el barril de gasolina se encarece en $2, mientras que el diésel aumenta de precio al sustituir el azufre por otros aditivos lubricantes, informó Recope.

En el Istmo, la norma vigente permite a cada nación distribuir diésel hasta con 5.000 partes por millón de azufre y la gasolina regular puede venderse con un mínimo de 88 octanos. Ese último caso se da en Guatemala, Honduras y Nicaragua. En El Salvador es de 90 octanos.

Solo Panamá iguala el octanaje de la gasolina regular de Costa Rica, pero vende diésel con más contenido de azufre. Lo mismo ocurre en el resto de los países centroamericanos.

En Costa Rica aún no se ha hecho un estudio para determinar si la gasolina de Panamá tiene un mayor rendimiento que la distribuida localmente.

Si bien los conductores ticos pagan ese costo adicional por utilizar combustibles de mejor calidad, también, una mayoría recibe ese beneficio a la hora de llenar los tanques.

Controles. En el país hay 347 estaciones de servicio, con 7.272 dispensadores de diésel y gasolina. En los últimos cinco años, solo 113 de esas mangueras (2%) incumplieron la calidad del hidrocarburo vendido. En otras 58, hubo fallas de cantidad.

Los incumplimientos de calidad se presentaron en 91 bombas (26% del total). De ellas, 16 reincidieron entre dos y cinco veces en el periodo citado.

La información se desprende del análisis de una base de datos creada por La Nación a partir de los reportes publicados, entre 2010 y junio de este año, por el Programa de Control de Calidad de Combustibles, a cargo de la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos (Aresep).

En ese periodo (2010-junio 2014) se efectuaron más de 5.000 visitas a las gasolineras, en las cuales se realizaron análisis físicos y químicos a los productos. También se hicieron inspecciones sorpresa, o bien debido a denuncias de afectados.

Para esta nota también se usaron recopilaciones hechas por el Comité de Cooperación de Hidrocarburos de América Central.

Este es el quinto reportaje que publica La Nación para explicar por qué los ticos pagan los carburantes más caros del Istmo.

Problemas. Casi la mitad de los 113 incumplimientos se debió a problemas en la temperatura de inflamación del diésel (55 casos) o a la presencia de contaminantes (sedimentos) en las gasolinas, con 24 faltas.

Guanacaste concentra el mayor porcentaje de gasolineras con deficiencias (37%). En esa provincia hay 35 bombas y 13 tuvieron algún problema en sus mangueras, en el lapso analizado.

Los empresarios y la Aresep no descartan que el plan piloto de venta de gasolina con alcohol, aplicado en esa región, haya causado algunos de los problemas, especialmente la presencia de basura y sedimentos.

El ente regulador contrata los estudios al Centro de Electroquímica y Energía Química (Celeq), de la Universidad de Costa Rica.

El costo de los estudios se carga a cada litro de combustible.

Para el próximo año, el órgano regulador presupuestó ¢463 millones al programa de las gasolineras (¢0,22 por litro) y otros ¢138 millones para evaluar los productos en los planteles de Recope.

El único fallo de calidad de la Refinadora ocurrió en 2012, cuando distribuyó gasolina con Metilciclopentadienil tricarbonilo manganeso (MMT).

El error llevó a Recope a exigir a sus proveedores no incluir ese aditivo en el combustible.

No obstante, el Celeq hace muestreos para descartar la presencia del aditivo.

Hasta hoy, las inspecciones de calidad no incluyen los camiones cisterna que transportan los hidrocarburos desde los planteles de Recope a las estaciones.

Mejoría. El Celeq efectúa estas fiscalizaciones en las estaciones desde 1999. Su director, Carlos León, aseguró que con el tiempo ha mejorado la calidad, la cantidad y el servicio al consumidor.

“Si me pregunta cómo estamos respecto al resto de Centroamérica, indudablemente, mucho mejor. Aquí hay una política de protección al consumidor, por la cual el cliente tiene certeza de lo que recibe”, enfatizó León.

Sin embargo, la Cámara de Empresarios de Combustible está molesta. Su director ejecutivo, José Miguel Masís, alega que aunque los incumplimientos son pocos, la forma en que la Aresep presenta los resultados al público los hace ver “más graves”.

“Si mi estación tiene 52 medidores y uno me sale mal, condenan toda la gasolinera”, señaló Masís, y añadió que preparan una estrategia para informar por su cuenta a los consumidores.

Ante la queja, Juan Manuel Quesada, director de la Intendencia de Energía de la Aresep, reconoció que las bombas con problemas “son las menos” y que han atendido los alegatos apuntados por los empresarios.

“Se les ha aclarado que esa información es pública y el usuario tiene derecho a conocerla y a que se le garantice la misma calidad del producto en cualquier estación de servicio del país. Es nuestro deber informar de los resultados, en vista de que el programa de calidad lo pagan los mismos usuarios”, enfatizó Quesada.

Además, advirtió de que los problemas no se pueden minimizar y que deficiencias como el bajo punto de inflamación, la más frecuente en el diésel, pueden ocasionar daños en el motor.

Masís replicó que no se ha logrado determinar qué provoca esa alteración, por lo que no se le puede atribuir a la gasolinera.

En el caso de los sedimentos en la gasolina, la segunda falla más habitual, el ente regulador señaló que puede disminuir el rendimiento del motor y averiarlo.

Pero para Masís, llamar contaminantes a los sedimentos es un error, ya que “un contaminante altera la composición del producto y afecta al carro”, algo que no provoca un sedimento.

Sobre este debate, León fue tajante al reconocer que dentro de los dispensadores puede haber cualquier cantidad de agua y sedimentos, pero que estos no deben salir por las mangueras, hasta los tanques de los carros.