Agua perdida por AyA permitiría abastecer a dos millones de personas

129.000 millones de litros se malgastan debido a estado de tuberías y medidores. Plan de Acueductos para reducir líquido no contabilizado debe superar largo trámite

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Mientras cientos de hogares sufren por la escasez de agua, el Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA) pierde tal cantidad del vital líquido que alcanzaría para abastecer a unos dos millones de personas en todo un año.

Es decir, el agua perdida por el deterioro de las tuberías y medidores podría suplir a casi todos los habitantes que hoy atiende el Instituto: unos 2,1 millones. Entretanto, un ambicioso plan de inversiones impulsado por la institución para reducir el porcentaje de agua no contabilizada y aumentar los ingresos por su venta, todavía debe superar un largo trámite.

Usando datos de la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos (Aresep), La Nación calculó la cantidad aproximada de litros de agua y de dinero que se pierden.

Plazo de ejecución La propuesta del AyA para recuperar agua que hoy se desperdicia y aumentar los ingresos por venta de líquido, incluyen un conjunto de acciones a ejecutar en seis años (2014-2019).

Cobertura: El proyecto se desarrollará en la Gran Área Metropolitana (GAM) y los acueductos de: Limón, Guácimo, San Isidro de El General, El Pasito de Alajuela, San Ramón, Puntarenas, Liberia y Nicoya.

Control de fugas: Como parte del proyecto se sustituirán 786 kilómetros de tuberías en los acueductos. Asimismo, se hará un recorrido por 4.500 kilómetros de redes para detectar fugas.

Medición: Se reemplazará todo el parque de medidores en casas, comercios e instituciones. Colocarán equipos para medir el consumo en las conexiones ilícitas o de zonas marginales.

Control: Con el mismo propósito se levantará un catastro de clientes para verificar su categoría (residencial o comercial) y tipo de tarifas que pagan.

Eficiencia energética: Para complementar el plan, se sustituirán viejos sistemas de bombeo por equipos más eficientes en consumo eléctrico.

En el 2013, por ejemplo, la producción de agua de los 192 acueductos a cargo de la institución fue de 275.000 millones de litros.

De esa cantidad de líquido, solo 146.000 millones de litros (53%) llegó hasta las tuberías de hogares, empresas y entidades de gobierno.

Los restantes 129.000 millones de litros extraídos de nacientes superficiales y pozos se perdieron. La mayor parte de esa agua, 113.000 millones de litros, no llegó a su destino debido a las fugas en las tuberías de los acueductos.

Otros 16.000 millones de litros sí llegaron a los clientes finales, pero no se cobraron porque los abonados poseen conexiones ilegales o sus medidores están dañados.

Las estimaciones de este medio fueron validadas por Isidro Solís, director de la unidad de Optimización de Sistemas del Instituto.

Solís reconoció que del tema del agua no facturada se habla desde hace años, pero hoy el problema es apremiante. “Si no entramos en un plan para reducirla, necesitaremos con urgencia más pozos y el proyecto Orosi II. Mucho de ese nuevo líquido se perdería porque el sistema seguiría siendo ineficiente”, dijo.

Doble pérdida. Cada litro perdido son colones menos para el AyA.

Solo en el 2013, la entidad perdió unos ¢82.000 millones por agua producida, pero no vendida. Cada metro cúbico (1.000 litros) tiene un costo de producción promedio de ¢636.

Al tiempo que el agua escapa sin control por las fugas de tuberías, la escasez aquejó a unas 200.000 personas en la Gran Área Metropolitana (GAM) este verano. Entretanto, 27 de los 81 cantones del país paralizaron las construcciones por tiempo indefinido debido a la falta de líquido.

Según un informe de la Contraloría General de la República en el 2012, el AyA no está garantizando la producción de agua sostenible, pues la baja del caudal de las fuentes y el crecimiento en la población superan proporcionalmente el líquido disponible. Además, los altos niveles de agua no contabilizada limitan la eficiencia del servicio. Para ese momento, el porcentaje era de 49% en la Gran Área Metropolitana y de 50,6% en los sistemas periféricos.

En papel. Presionado por la escasez, el AyA apunta a un plan de inversiones a seis años para reducir en 17 puntos porcentuales el agua no facturada (de 47% a 30%).

De esa forma, podría vender hasta el 70% del líquido producido y aumentaría sus ingresos en ¢35.000 millones anuales. El año pasado, el monto por venta de agua fue de casi ¢109.000 millones.

El proyecto incluye la sustitución de 786 kilómetros de tubería y reemplazar todos los medidores.

Empero, el programa, cuyo costo asciende a $162 millones, aún debe transitar una larga ruta de trámites antes de su ejecución.

James Phillips, director de Investigación y Desarrollo del AyA, dijo que el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) financiará la mayor parte del proyecto: $129,4 millones. Otros $30 millones los aporta el AyA y los $2,2 millones restantes son una donación del banco alemán KFW.

Explicó que para el financiamiento con el BCIE, ya hay un borrador del contrato. Además, recibió el visto bueno del Ministerio de Planificación y del Banco Central. Falta el aval de Hacienda.

Sin embargo, Isidro Solís dijo que el mayor obstáculo es crear 81 plazas para la unidad ejecutora del proyecto, las cuales deberá autorizar la Autoridad Presupuestaria.

Una vez superado ese papeleo, la entidad contratará una consultora, la cual hará un diagnóstico y la propuesta de ejecución del programa. Según el cronograma, las obras deberían empezar en el 2015 y estar listas en el 2019.