Vitamina D no solo protege huesos

Los alimentos con significativo de vitamina D son los pescados grasosos: salmón, atún y sardinas

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Al menos una vez a la semana, alguien, regularmente una mujer de más de 50 años de edad, se pregunta por su consumo de vitamina D.

Quizá porque una revisión de rutina le había revelado previamente una deficiencia, provocando que se le recomiende un suplemento que se vende sin receta o, en casos graves, grandes dosis con receta para corregir el problema.

A menudo, sin embargo, la preocupación es por la salud ósea. Sin vitamina D, el cuerpo no puede absorber adecuadamente el calcio y los huesos se vuelven frágiles.

En la reunión anual de la Academia Estadounidense de Cirujanos Ortopédicos, investigadores reportaron que entre 889 pacientes adultos tratados por una fractura en el centro de traumatología de Misuri, los niveles de vitamina D fueron “insuficientes” en 78% y “francamente deficientes” en 39%. El grupo de estudio excluyó a aquellos con factores de riesgo conocidos para deficiencia de vitamina D.

Un segundo reporte, realizado por médicos en Seúl, Corea del Sur, encontró que los niveles de vitamina D fueron “significativamente más bajos” entre 104 mujeres posmenopáusicas que se habían roto la muñeca que entre 107 mujeres de igual edad sin una fractura.

Pero cada vez con más frecuencia, las personas también se preguntan sobre investigaciones como aquella que sugiere que elevados niveles sanguíneos de vitamina D protegen contra males crónicos.

Muchos estudios en los últimos años han vinculado los niveles bajos con riesgos de salud como enfermedades cardiacas, hipertensión, cáncer, artritis reumatoide y otras enfermedades autoinmunes, provocando que muchas personas pensaran que los suplementos de vitamina D son protectores.

Sin embargo, sigue sin haber ensayos clínicos controlados que prueben o desaprueben el valor de los suplementos de vitamina D más allá de su beneficio para los huesos.

El doctor Kevin A. Fiscella, especialista en salud pública y médico familiar en la Universidad de Rochester, tomó 1.000 unidades internacionales de vitamina D cada día, con base en datos de estudios que vinculan las disparidades raciales en los niveles de vitamina D con el riesgo de enfermedades y su creencia de que “no hace daño pero podría ayudar”.

Amplia influencia. Fiscella enfatizó que sus conclusiones sugieren firmemente, pero no prueban, que las deficiencias de vitamina D causan o contribuyen a enfermedades como cáncer colorectal, hipertensión y males renales y cardíacos, que afectan más a los estadounidenses afroamericanos que a los blancos.

Las conclusiones son apoyadas por los efectos biológicos de la vitamina D y por el hecho de que ocurren extendidas deficiencias de vitamina D entre los afroamericanos que viven en el Hemisferio Norte.

Casi todos los tejidos corporales tienen receptores para la vitamina D; entre ellos, los intestinos, el cerebro, el corazón, la piel, los órganos sexuales, los senos, los linfocitos, y la placenta. La vitamina, que actúa como una hormona, influye en la expresión de más de 200 genes.

En estudios de laboratorio se ha demostrado que tiene actividad anticancerígena, inhibiendo el crecimiento y propagación de los tumores. También hay evidencia sugerente pero inconcluyente de que la deficiencia de vitamina D desempeña un papel en el asma, diabetes tipo 2, esclerosis múltiple, artritis reumatoide, preeclampsia y bajo peso al nacer, depresión, autismo y pérdida de memoria.

La vitamina D es un nutriente esencial soluble en grasa que entra naturalmente en el cuerpo principalmente a través de la piel, donde la radiación ultravioleta B en la luz solar estimula la producción de previtamina D. Esta, a su vez, se convierte a la forma activa biológicamente, la hormona vitamina D, en los riñones.

Muy pocos alimentos contienen naturalmente niveles significativos de vitamina D; principalmente son pescados de agua fría grasosos, como salmón, macarela, anchoas, sardinas y atún, así como el aceite de hígado de bacalao.

Otros alimentos están fortificados con la vitamina: leche, fórmula infantil y algunas marcas de jugo de naranja, yogur, queso y cereal.

Varios factores trabajan contra el alcance de los niveles de vitamina D que se sabe evitan la pérdida ósea, ya no digamos otras enfermedades para las cuales no se ha establecido una causa y efecto.

Uno es el color de la piel. La piel oscura evolucionó en África ecuatorial, donde el sol es intenso todo el año y una breve exposición diaria a los UVB es suficiente para lograr los niveles sanguíneos adecuados de vitamina D, pero la melanina en la piel actúa como un bloqueador solar natural, y entre los afroamericanos que viven en Estados Unidos, donde el sol es menos intenso, se produce menos vitamina D.

Los estudios de Fiscella revelaron tasas mucho más altas de deficiencia de vitamina D entre los afroamericanos que los blancos.

Además, en estudios separados, niveles menores de vitamina D entre los afroamericanos en todo el país fueron asociados con una mayor incidencia de cáncer colorectal, hipertensión, proteína en la orina y muertes cardiovasculares.

Evitando la deficiencia. Las advertencias sobre consecuencias cosméticas y cancerosas de la exposición solar han provocado que millones de estadounidenses se protejan de los UVB con prendas protectoras y bloqueador solar, dificultando la generación de vitamina D.

Además, como la vitamina D se almacena en la grasa corporal, el drástico aumento en la obesidad en este país está poniendo a más personas, sin importar su color de piel, en riesgo de niveles inadecuados de vitamina D en el suero sanguíneo.

Finalmente, el consumo de leche ha declinado significativamente, y la mayoría de los demás productos lácteos populares no están fortificados con vitamina D.

Como resultado, crecientes números de estadounidenses de piel clara están encontrando que ellos tampoco están recibiendo suficiente vitamina D para llevar sus niveles de suero a 20 nanogramos por mililitro, el nivel considerado adecuado por el Instituto de Medicina, e incluso menos alcanzan los 30 nanogramos, el nivel que muchos especialistas e investigadores de la vitamina D consideran deseable.

Un ensayo clínico controlado por placebos llamado Vital, patrocinado por los Institutos Nacionales de Salud y que debe ser completado en 2016, está evaluando el efecto de un suplemento diario de 2,000 IU de vitamina D sobre el riesgo de desarrollar enfermedades cardiacas, cáncer y apoplejías entre 20,000 hombres mayores de 50 años y mujeres de más de 55 sin historial previo de estas enfermedades.

La Sociedad de Endocrinología recomienda que las personas en riesgo de deficiencia de vitamina D sean analizadas para saber sus niveles de suero, incluidas aquellas con enfermedad ósea, enfermedad renal crónica, falla hepática, síndromes de mala absorción, paratiroide sobreactiva y trastornos que forman granuloma. Quienes toman fármacos como anticonvulsivos, glucocorticoides, antirretrovirales, antimicóticos y colestiramina también deberían someterse a análisis, así como adultos mayores con historial de caídas o fracturas.

“Ciertos grupos en riesgo de una deficiencia justifican un análisis: afroamericanos, niños y adultos obesos, y mujeres embarazadas o en lactancia”, dijo Fiscella.