Villancicos, regalos y sorpresas alivian la Navidad en el Hospital de Niños

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Violet tiene tan solo año y medio pero esta no será la primera Navidad que pasa en el Hospital de Niños, aunque sí es la primera en que disfruta a más no poder cada regalo y actividad que por estos días inundan los pasillos de ese centro médico.

Como ella, más de 200 niños no esperarán la mañana del 25 para correr al árbol a abrir regalos y aunque la Nochebuena será bastante distinta, los juguetes no faltarán.

En el salón de juegos se decora con árboles y otros adornos para que la Navidad no sea algo ajeno a los pequeños. Foto Luis Navarro.

Para que eso sea posible, este 24 de diciembre Santa no tendrá uno sino tres dobles recorriendo los pasillos del hospital. Además, desde temprano un grupo de médicos, enfermeras y personal de apoyo entonará sus mejores versiones de “campana sobre campana” y otros clásicos de la época para anunciar que el Niño está por nacer y que los cientos de pequeños que están ahí no verán pasar de lejos este acontecimiento.

Pero la labor para llevar ilusión y aliviar el peso que para la mayoría de pequeños representa pasar estas fechas entre agujas, medicinas y en algunos casos dolorosos tratamientos, inicia muchos días antes de la noche buena, gracias al buen corazón de un sin número de “duendecillos” provenientes de empresas privadas, Fuerza Pública, Boy Scouts y otras entidades que se organizan para llevar a cabo fiestas, presentaciones y entregas de regalos.

“El principal objetivo es que ellos cuando crezcan no recuerden la Navidad como una época de dolor, que no digan ‘no me gusta la Navidad’ porque me recuerda el hospital”, comentó Elsa Castro, una de las voluntarias que se encargan de llenar de magia el lugar.

El director a.i. del centro médico, Carlos Jiménez, destacó la labor de los voluntarios, a los que se unen desde los grupos de limpieza y seguridad, hasta especialistas y enfermeras.

Jiménez también contó que a algunos niños, calificados como casos especiales, les permiten salir del hospital para que pasen la Navidad en sus casas y se reincorporen al día siguiente al internamiento.

El médico relató que el esfuerzo que por estos días realizan se ve recompensado con la sonrisa de los más pequeños al recibir un regalo o ver a sus personajes favoritos.

La semana pasada hubo celebraciones casi todos los días, el miércoles fuimos testigos de la posada organizada por la empresa Dos Pinos.

Ahí conocimos a Génesis, su sonrisa que no cesaba y el ritmo con el que se movía al son de de cada una de las canciones que amenizaban la actividad, la convirtieron en toda una celebridad en aquel festejo.

"Baile Génesis", le decía un periodista de televisión y sin mucho rogarle ella ya se robaba la atención de las cámaras.

Con tan solo 3 años, la pequeña ha estado internada varias veces a causa un problema de desarrollo de su tráquea.

Génesis Gómez se mostró feliz al recibir su regalo la semana pasada. Foto: Marcela Bertozzi.

Para su mamá Seidy Salas, este tipo de actividades no solo son un distractor para ellos, sino que el verlos olvidarse por un ratito del dolor y el miedo, las hace a ellas también dejar de lado la angustia que supone el tener un hijo enfermo.

En la fila para el pintacaritas también había un paciente muy especial. Su nombre es Jeikell y vive en Aserrí y aunque el miércoles pasado no estaba internado, sus visitas al hospital son constantes debido a la epidermiolisis bullosa, también conocida como la enfermedad de los niños con piel de mariposa.

Jeikell González de 9 años visita unas tres veces al mes el hospital a causa de su enfermedad. Foto: Marcela Bertozzi.

Pese a lo delicada de su piel, Jeikell esperaba ansioso su turno para que le hicieran un dibujo en el rostro. “Algo pequeñito”, advirtió su mamá a la muchacha que se encargaba de la noble tarea.

Un tiburón en la mejilla izquierda y una ballenita en la derecha bastaron para que al mirarse en el espejo sus ojos brillaran y se dibujara una sonrisa, la propia.

El viernes, fue el turno de la empresa DHL, la convocatoria era para los pequeños que permanecen hospitalizados únicamente, pues la actividad tendría lugar en la sala de juegos.

Ahí, varios payasos y un payaso/mago sacaron sonrisas desde los más pequeños hasta sus papás.

El payaso/mago pronto encontró un entusiasta voluntario, quien se encargaba de verificar que no hiciera trampa en cada truco, mientras el resto de presentes imponían castigos en caso de que no cumpliera.

También en la primera fila, aplaudiendo a más no poder con cada acto, otro pequeño daba una lección de valentía.

Su nombre es Heiner Cortés y con tan solo tres años y medio ha sido operado 27 veces a causa de problemas de desarrollo de su intestino.

Su mamá, Dania Rodríguez cuenta que las estancias en el hospital han sido largas y frecuentes, pero esta será la primera vez que les toque pasar la noche del 24 en el centro médico, por eso agradece los esfuerzos de estos grupos por aliviar el dolor de los pequeños y sus mamás.

Tiene razón Lidieth Chaves, otra de las voluntarias, al decir que durante las actividades ninguno de ellos piensa en la razón por la que se encuentran en el lugar y hasta el dolor que los aqueja desaparece. Lo que me dice es fácil de confirmar con solo mirar cada rostro de ojos brillosos y sonrisas que a ratos se vuelven carcajadas.

Finalizado el festejo, le pregunto a las voluntarias, cómo es el 24 para ellas, no ahí en el hospital, sino cuando termina la jornada. Todas me dicen que regresan a sus casas con "el corazón hecho un puño".

"Llevo más de 20 años aquí, pero uno nunca se acostumbra a ver el dolor de un niño", me dice doña Lidieth, quien es secundada en este sentir por doña Elsa y todos los demás en el recorrido hacia la salida.

Violet pasará por segunda vez la Navidad en el hospital y apenas tiene año y medio. Foto: Luis Navarro.