VIH: el virus que ha infectado 14.000 personas y matado a 2.788 en Costa Rica en últimos 20 años

Análisis de Universidad Hispanoamericana tomó datos de diagnósticos, hospitalizaciones, fallecimientos para determinar cómo el VIH ha impactado al país; prevención sigue siendo clave

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El virus de inmunodeficiencia humana (VIH, causante del sida) ya dista mucho de ser la sentencia de muerte que fue en la década de 1980, cuando recién apareció; ahora se comporta más bien como una enfermedad crónica que, si es diagnosticada a tiempo, la persona puede llevar a una vida normal siempre que siga el tratamiento.

La Universidad Hispanoamericana (UH) hizo ese recorrido por los últimos 23 años de la enfermedad en el país y da cuenta de cómo ha sido esta evolución. Con ese propósito, revisaron estadísticas de 2000 a 2022 en las bases de datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), el Ministerio de Salud, la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) y el Instituto de Métricas y Evaluaciones en Salud (IHME).

“Durante los años 90, el VIH era una enfermedad para la cual no había tratamientos efectivos. Esto resultó en una alta tasa de mortalidad y, por ende, un alto número de Años de Vida Perdidos (AVP). Durante este periodo, la falta de medicamentos antirretrovirales efectivos y el estigma social asociado con el VIH complicaban la situación. Por lo tanto, la prioridad en ese momento era principalmente contener la propagación del virus, más que en mejorar la calidad de vida de los pacientes ya afectados”, señala el documento.

“Con el advenimiento de tratamientos antirretrovirales más efectivos y accesibles, la mortalidad relacionada con el VIH ha disminuido significativamente en las últimas dos décadas. AVP. Sin embargo, aunque las personas con VIH están viviendo más tiempo, también están enfrentando diferentes grados de discapacidad relacionados con el virus y los efectos secundarios del tratamiento”, añade el texto.

Los datos disponibles de incidencia (número de casos nuevos por año) corresponden al periodo entre el 2002 y 2020, cuando se diagnosticó el padecimiento a 13.983 personas y murieron 2.788, para una letalidad (número de muertos por diagnósticos) del 19,94% y una mortalidad (número de muertos según la población) que ha oscilado entre 2,9 y, 3,8 por cada 100.000 habitantes.

En la actualidad, los métodos de detección y medicamentos más efectivos han logrado que las hospitalizaciones por este virus y sus consecuencias sean cada vez menores.

Este descenso se hizo más evidente a partir de 2018, entre esa fecha y el 2022, los egresos hospitalarios bajaron en un 16,24%. El año pasado inclusive se registró la tasa de hospitalización más baja en todos los años analizados, con 8,11 por cada 100.000 habitantes, una cifra que dista de los 11,01 por 100.000 vistos en 2019.

Los investigadores advierten que, a pesar de los avances médicos, la prevención del contagio sigue siendo la herramienta más poderosa de mantener la salud sexual y reproductiva.

“La gente le ha perdido el miedo al virus y hasta se niega a usar el condón, los avances médicos han logrado mucho, pero lo ideal entre tener una condición de salud y no tenerla siempre va a ser no tenerla”, expuso el médico y epidemiólogo Ronald Evans Meza, coordinador del informe.

Impactos desiguales en hombres y mujeres

Aunque la enfermedad es la misma, el comportamiento es diferente entre hombres y mujeres. En el periodo de 2002 a 2020, el 82% de los nuevos diagnósticos correspondía a varones y el 18% a mujeres. Mientras que entre 2002 y 2011 hubo cuatro hombres infectados por cada mujer; en 2016 aumentó a seis y para 2020, bajó a 5,45 hombres por cada mujer contagiada.

De la misma forma sucede con las hospitalizaciones: el 85% corresponde a hombres y un 15% a las mujeres. Por cada mujer que llegó a necesitar de un internamiento entre 2018 y 2022 (años para los cuales hay datos disponibles) hubo 5,45 hombres.

Cuando se analiza la mortalidad, para la cual hay datos entre 2000 y 2022, esta también es contundentemente más fuerte en ellos que en ellas. En los hombres osciló entre 4,4 y 6,4 fallecidos por cada 100.000 varones, mientras que en ellas osciló entre 0,6 y 1,5 decesos por cada 100.000 mujeres.

VIH según la edad

Cuando se ve el impacto por grupos de edad se tomaron en cuenta dos variables: la cantidad de consultas en la CCSS y el número de hospitalizaciones. Cabe destacar que una sola persona asiste a varias citas en el año y que pudo haber requerido de internamiento en más de una ocasión por año.

En cuanto a las consultas, en el primer lugar se ubican las personas de 20 a 44 años con 53.923 atenciones el 63,16% del total. En segundo lugar está el grupo de 45 a 64 años con 25.164 citas (29.17%). Y en el último lugar, están las personas de 65 años y más con un 5,61%.

“En el caso de menores de 20 años, el grupo de 15-19 años lidera con 1.150 atenciones, el resto no supera ni el 1,0% del total”, aclara el informe.

Al ver las hospitalizaciones, se repite el mismo comportamiento de la demanda en los servicios de consulta externa. El grupo de 20 a 44 años se ubicó en el primer lugar con el 65%. En el segundo lugar, 45 a 64 años con 28,76%. y de 65 años y más con un 3,71%.

“Lamentablemente, esta enfermedad ha provocado que 16 menores de un año requieran atención por complicaciones debido al virus. También se han hospitalizado 29 jóvenes entre los 15 y los 19 años”, destaca el documento.

Prevención

De acuerdo con ONUSIDA, hay cuatro pilares para acabar con la epidemia de VIH en la población mundial:

  1. Campañas para motivar el diagnóstico temprano: deben ser gratuitas y de acceso fácil para toda la población.
  2. Acceso libre al tratamiento desde el diagnóstico.
  3. Mayor acceso a formas de prevención: como la circuncisión y profilaxis preexposición (PrEP) (método en que personas en alto riesgo de contraer VIH toman pastilla antirretroviral para evitar infección).
  4. Programas de salud sexual y reproductiva que ofrezcan servicios de salud y soporte social sin estigmatizar o discriminar.

A esto se suma el uso de métodos de barrera, como el condón desde el inicio y hasta el final de una relación vaginal o anal.