‘Un paciente sin calidad de vida está muerto’

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Su visita al país no tenía motivos académicos. Estaba invitado a una boda en Nicaragua y recordó que uno de sus alumnos en Francia era costarricense, por lo que decidió visitarlo.

Una vez aquí, aceptó dar una charla en el Hospital San Juan de Dios sobre el tema que lo ha puesto en boca del mundo entero: los trasplantes de rostro.

Laurent Lantieri, francés especialista en microcirugía, ha realizado siete trasplantes de rostro en su país.

En su currículo figuran trasplantes parciales de la parte superior e inferior del rostro, y en el 2010 hizo el primero total de rostro, que incluyó no solo piel, nariz, mandíbula y lengua, sino también párpados y lacrimales.

Ha asumido casos en los que la medicina reconstructiva ya había perdido esperanzas: heridos de bala y personas con enfermedades que les desfiguran el rostro –como la neurofibromatosis (u “hombre elefante”), caracterizada por formación de múltiples tumores en la cara.

En casi todos los casos, las personas podían vivir sin necesidad del trasplante, porque podían respirar, ver y comer sin problemas. No obstante, está convencido de que la calidad de vida de las personas es necesaria para que tengan salud.

Este es un extracto de su conversación con La Nación .

¿Cuándo debe hacerse un trasplante de rostro?

La pregunta sería primero, ¿por qué los hacemos? Porque la cirugía reconstructiva falla y tiene límites. Un trasplante facial será opción solo cuando otras técnicas fallen.

”Hay casos en los que es así; cuando el labio está amputado por completo, cuando la desfiguración del rostro es mucha o cuando todo el tejido suave está destruido.

”Pero no en todos los casos es viable. Nosotros tuvimos 10 candidatos y solo siete se sometieron al procedimiento”.

¿Qué se necesita para hacerlo?

Primero, un candidato y un donante, un equipo a quien entrenar, un inmunólogo que se encarga de dar la mejor terapia para evitar el rechazo del órgano.

”Y darle mucho seguimiento a cada paciente. En todos los casos hay rechazo del órgano en alguna medida; la ventaja es que es algo que podemos ver de forma más fácil que el rechazo a un riñón o hígado, porque las manifestaciones son más visibles.

”Lo malo con el rostro es que, si una persona rechaza un trasplante de mano, usted puede quitarle la mano; pero en el caso de la cara, si hay rechazo y no se le da la atención debida, el riesgo de muerte es muy alto. La cara es diferente a otros órganos, porque no se puede esterilizar del todo, y por más bien que se lave, hay riesgo de infección”.

El impacto en la vida emocional de un paciente es grande.

La salud psicológica no puede separarse de la salud física.

”Un paciente que puede tener todas las condiciones para estar vivo, pero que no tiene calidad de vida, en realidad está muerto. Son personas que no logran conseguir trabajo, que no pueden relacionarse bien, no pueden formar una familia como cualquier otra.

”Hace un tiempo me escribió una madre a la que su hijo se le había quemado en un accidente y su frustración lo hizo cometer suicidio. Ella me decía que si hubieran sabido del trasplante, por más riesgo que hubiera, lo habrían intentado, y solo por eso su hijo no se habría quitado la vida.

”Nada hacemos con darle a una persona años de vida si no podemos darles vida a esos años”.

¿Cómo se escoge donador?

No necesariamente tiene que parecerse a la persona, es un asunto más de proporciones.

”Lo que sí hacemos es una especie de prótesis o máscara lo más parecida a la cara del donador. La familia del donador lo merece. Aunque se vaya a incinerar el cuerpo, el donador tiene una dignidad que hay que preservar y su familia merece tener ese último recuerdo”.

¿Puede un país en desarrollo hacer estos trasplantes?

Los trasplantes de rostro son más complejos que los de los otros órganos, pero no imposibles. Un país con buen equipo de trasplante de riñón, podrá hacer un trasplante de rostro.

”No dudo de los médicos costarricenses; yo entrené a uno en microcirugía y sé que son buenos.

”El asunto es que Costa Rica es un país que tiene muy pocos habitantes, solo cuatro millones; en Francia hay más de 60 millones y solo hemos tenido siete casos; son muy difíciles de encontrar”.