Tica procura regeneración de tejidos con microalgas

Estas plantas son unicelulares y le dan a células cultivadas el oxígeno necesario

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Unas algas diminutas, compuestas por una sola célula, serían la respuesta para mejorar el cultivo de tejidos y así obtener producción de tejidos de piel, nervios y huesos –entre otros– dentro de un laboratorio.

Una costarricense es parte del equipo de trabajo que investiga cómo unas microalgas llamadas Chlamydomonas reinhardhii pueden ser la respuesta que haga que estos tejidos mantengan vida y tengan el oxígeno suficiente para resolver problemas de quemaduras, heridas, lesiones tras accidentes, enfermedades y otros problemas.

Su nombre es Carolina Centeno, es ingeniera en biotecnología y tiene una maestría en ciencias biomédicas con énfasis en fisiología celular. Desde hace dos años, trabaja en el Servicio de Cirugía Plástica y de Mano del Hospital Universitario Rechts der Isar en la Universidad Técnica de Múnich, Alemania.

Ella es parte de un equipo liderado por el chileno Tomás Egaña, cuyas investigaciones ya mostraron éxito en ratones y en este momento se encuentran investigando en cerdos, un animal que tiene más rasgos en común con lo humanos que los propios roedores.

“Cuando nació la ingeniería de tejidos generó muchas expectativas. La gente creyó que casi cualquier órgano podría desarrollarse en laboratorio, y que eso sería mucho más beneficioso, porque eventualmente no se tendría que estar esperando por un trasplante y no se tendrían que tomar medicamentos para evitar el rechazo de un órgano o tejido ajeno, pero eso hasta el momento no se ha logrado”, manifestó Centeno.

¿Por qué no se ha logrado? De acuerdo con la especialista, el tejido sí funcionaba bien en el laboratorio, pero a la hora de trasladarlo a la práctica clínica y poner en un organismo los nuevos tejidos, las células morían porque no tenían suficiente oxígeno.

Algas como solución. El equipo en el que participa Centeno descubrió que si estas algas se involucraban en el proceso, ellas podrían encargarse de suplir de oxígeno a las células durante el instante que hacen su fotosíntesis.

Entonces, para obtener el nuevo tejido y así regenerar, por ejemplo, la piel perdida después de una quemadura, se tomarían células sanas de la piel del paciente, se podrían a crecer y reproducirse en el laboratorio y luego se le añadiría el alga al tejido, con lo que se le ayudaría a la célula a respirar mejor y a no morir.

Además, al ser organismos unicelulares, las microalgas no entrarían en competencia con las células por ese oxígeno ni tampoco por otros nutrientes.

De esta forma, el nuevo tejido que se injertaría podría adherirse al paciente sin complicaciones.

“Ya se han hecho estudios que han demostrado que las células animales conviven sin el menor problema”, enfatizó Centeno.

Este procedimiento se llama hiperoxia bajo condiciones de luz. En otras palabras, el injerto entra en contacto con la luz (necesaria para la fotosíntesis del alga) y así es como aumenta la cantidad de oxígeno.

Curiosamente, los injertos de tejido se ven verdes en el laboratorio y el acrónimo en alemán para este procedimiento es HULK, como el popular personaje de ciencia ficción color verde.

De momento, los científicos comenzaron con piel y luego con hueso, posteriormente se pasará a células más complejas como nervios y de allí a órganos más grandes y complicados, como el riñón, hígado o corazón.

Aplicaciones más específicas. Estas microalgas también pueden tener funciones especiales si se les modifica genéticamente para ello. Por ejemplo, hay una hormona –factor de crecimiento– llamado VEGF que ayuda a que los vasos sanguíneos sean más fuertes y transporten mejor la circulación. El alga podría, incluso, modificarse genéticamente para que secrete en la célula mayor cantidad de esa hormona.

También se podría modificar para que los tejidos tengan una mejor inflamación o que ayuden en otros procesos, como la reproducción celular.

“Depende del órgano así será lo que se quiera de la microalga, porque cada órgano tiene una demanda diferente de oxígeno. O también cada órgano específico puede tener un tipo de necesidades particulares que la microalga puede atender”, declaró.

Los científicos continúan el estudio de estas algas, pero todavía faltan al menos unos cinco años para que comience a estudiarse cómo podría aplicarse esto en el ser humano.