Técnicas de edición genética ayudarían a frenar transmisión de dengue y zika

Científicos estadounidenses buscan que mosquito transmisor no alcance tamaño necesario para infectar a las personas

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Para que la hembra del mosquito Aedes aegypti, transmisor de enfermedades como el dengue, zika y chikunguña, logre infectar a las personas, esta necesita de cierto tamaño, peso y estado nutricional.

Dos investigadores de la Universidad de California en Riverside, EE. UU. buscan alterar el tamaño de estos mosquitos por medio de la edición genética, y así evitar que este pueda transmitir las enfermedades que acarrea.

Ellos utilizan una técnica conocida como CRISPR-Cas9, con la que lograron interrumpir el funcionamiento de un receptor de la hormona serotonina llamado Aa5HT2B. Con ello, consiguieron posponer el desarrollo del zancudo, acortar su período de vida, retardar el desarrollo de los huevecillos que ponen y disminuyeron la acumulación de grasa en sus cuerpos.

Los resultados de este descubrimiento fueron publicados en la más reciente edición de la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS).

¿Cómo lo hicieron? Lo primero que debe tenerse claro es que existen dos componentes vitales en este tipo de tecnología de edición genética: un trozo de ARN (el “mensajero” genético) y la proteína Cas9. El primero sirve para identificar el fragmento de gen o genes que se quieren “editar”, y la proteína, mientras tanto, lo “edita”. Por ejemplo, si se detectara la amenaza de una enfermedad, el ARN localiza las porciones “defectuosas” y la Cas9 las corta.

“El Aa5HT2B controla péptidos (moléculas que se forman con la unión de aminoácidos) similares a la insulina. Fuimos capaces de develar cómo los diferentes roles de estos péptidos juegan un papel muy importante en controlar el tamaño del cuerpo y el metabolismo, entonces interrumpimos el gen asociado con ese receptor”, explicó a la prensa Alexander Raikhel, profesor de Entomología de la Universidad de California en Riverside y coordinador de la investigación.

Raikhel prosigue: “los mosquitos de tamaño pequeño, como el Aedes aegypti requieren de la grasa para sobrevivir; si no tienen los suficientes niveles, maduran posteriormente y viven menos. Estos mosquitos genéticamente modificados tienen menor capacidad reproductiva que los mosquitos no modificados, y esto les hace menos hábiles para llevar enfermedades”.

Reducir el poder de infección

Para entender cómo funciona esta modificación genética, primero debemos recordar cómo este zancudo transmite las enfermedades.

Lo único que hace el macho es fecundar a la hembra y es ella la que coloca los huevecillos, pica y transmite las enfermedades. Para sobrevivir y poner sus huevecillos, la hembra se alimenta de sangre humana. Si pica a una persona infectada con uno de estos virus, el insecto se volverá portador de este hasta su muerte. Incluso, en el caso del dengue se ha visto que transmite el virus a su descendencia, situación que aún no se ha comprobado para las otras enfermedades.

Una vez que la hembra se contagia, las personas que pique corren el riesgo de enfermarse.

“El alimentarse de sangre aumenta la concentración de serotonina y los niveles de Aa5HT2B, y esto aumenta los niveles de grasa necesarios para crecer y mantenerse en desarrollo cuando llega a la etapa adulta. Esta modificación genética golpea entonces el estado nutricional, el metambolismo y el crecimiento”, destacó el investigador.

Los investigadores aún tienen varias preguntas, pero tal vez la más importante es cómo introducir estos mosquitos genéticamente modificados a la población silvestre y que se mezclen con los demás.

“Esta es una de pregunta de muchísima investigación en nuestro laboratorio. Aún trabajamos en identificar otros procesos clave para el desarrollo del mosquito y que puedan utilizarse como control”, concluyó Raikhel.

Según los investigadores, el atacar a un mosquito que es transmisor de enfermedades en países tropicales es vital para mejorar la salud de poblaciones. Este zancudo no solo transmite dengue, zika y chikunguña, también la fiebre amarilla, que es crítica en muchos países de África y del Caribe.