TDAH: cuatro letras cargadas de mitos

El Trastorno de Déficit Atencional e Hiperactividad está presente en cerca del 5% de la población mundial; creencias erróneas y prejuicios alejan a muchos de un buen diagnóstico y tratamiento

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

La primera referencia bibliográfica del Trastorno de Déficit Atencional e Hiperactividad (TDAH) se dio en 1798. No se conocía con ese nombre, pero sí se comenzaba a hablar del fenómeno. Hoy, 225 años después, con mucho conocimiento acumulado, este trastorno sigue lleno de mitos y prejuicios, los cuales alejan a familias de un buen diagnóstico, un tratamiento adecuado y mayor calidad de vida.

Por eso, en Siéntase Pura Vida hablaremos del TDAH, qué es, qué no es, los principales mitos, el tratamiento y qué podemos hacer para no diseminar más los conceptos erróneos. Este recorrido lo haremos de la mano de la psicóloga clínica Eugenia Chacón Salgado, quien en su consulta ve frecuentemente este trastorno, y del neurólogo José Chang Segura, quien es profesional en una de las especialidades encargadas de diagnosticarlo y tratarlo.

“Estas personas presentan cambios neurobiológicos, pero para que pueda catalogarse como trastorno, los síntomas deben estar presentes como mínimo seis meses y tienen que interferir con las actividades de la persona. Ellos no tienen déficit cognitivo, no tienen diferencias en el coeficiente intelectual con los demás”, aseguró Chang.

Otro de los principales problemas, señalaron ambos, es que el trastorno se considere una enfermedad cuando no es así. Esta es una condición que, si bien en algunos casos necesita medicamento –además de la terapia psicológica o psiquiátrica– no es una enfermedad y quien tiene el trastorno no es un enfermo crónico.

---

A esto se le añade, dijo Chacón, que hay casos con un sobrediagnóstico.

“Me han traído chicos con diagnóstico de TDAH y lo que vemos al final es que tienen un trastorno de ansiedad. Cuando controlamos la ansiedad, la atención y la concentración se regulan sin ningún problema. Bajo estrés o ansiedad la cabeza anda en otras cosas y eso va a generar problemas de atención, pero eso no quiere decir que sea TDAH”, advirtió.

También ha visto niños que llegan con el diagnóstico y más bien tenían un problema de aprendizaje que puede trabajarse con psicopedagogía.

¿Qué sí es TDAH?

Chang indicó que hay tres rasgos muy importantes:

  • Hiperactividad: resulta difícil quedarse quieto mucho tiempo, por ejemplo, al sentarse a almorzar o mientras hace la tarea. Habla mucho. Los niños pueden correr o saltar constantemente. Los adolescentes y adultos sentirán la necesidad de mantenerse muy activos y buscan llenar su agenda, hacen mucho ejercicio.
  • Impulsividad: el individuo es más dado a actuar por instinto o impulso que a pensar el escenario y posibles consecuencias. Puede interrumpir mucho a otros, agarrar cosas que no le pertenecen o hablar en momentos inapropiados. Le es difícil esperar su turno o escuchar instrucciones.
  • Déficit de atención: le cuesta poner atención o concentrarse, se distrae fácilmente. Le es difícil percatarse de detalles, seguir instrucciones o mantener el hilo de una conversación. Los adultos pueden olvidar cosas de su rutina diaria.

“Les cuesta realizar tareas que tienen varios pasos y a largo plazo. También es más fácil que pierdan las cosas o les cuesta controlar impulsos; hacen una pregunta en clases y comienzan a responder de inmediato. Por eso, es usual que los primeros en detectar posibles señales sean los maestros”, expresó Chang.

Estos rasgos no están presentes siempre en todos los individuos. Según el Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés), hay tres tipos de presentaciones principales de este trastorno. Eso sí, los síntomas pueden cambiar con el paso del tiempo, por eso mismo también la presentación puede cambiar.

  • Predomina la falta de atención.
  • Predomina la hiperactividad o impulsividad.
  • Presentación combinada: Los síntomas de los dos tipos anteriores están igualmente presentes en la persona.

Mito 1: todos son hiperactivos

“No todas las personas que padecen déficit de atención tienen la ‘H’ en su diagnóstico, no todas son hiperactivas, la hiperactividad es un subtipo. Tal vez el más conocido es el que tiene la ‘H’, porque es el que genera más disrupción, es el más evidente“, señaló Chacón.

Chang coincidió: “No es cierto que sí o sí deba tenerse hiperactividad. Cuando el trastorno inicia sí hay niños muy hiperactivos, conforme van creciendo, lo que más se va notando, es la falta de atención”.

El que no en todas las personas se manifieste igual hace más complejo y difícil de entender para la sociedad.

Chacón dice que el que no tiene hiperactividad del todo y solo es déficit de atención es el más difícil de detectar.

“La retroalimentación que uno recibe de la escuela es que es el chiquito perfecto, que no molesta a nadie, que está calladito. ¡Pero claro! Está calladito viendo a la maestra, pero está pensando en completamente otra cosa”, explicó.

Mito 2: es solo malacrianza, en mi época no pasaba

“Es solo un berrinche”, “es conductual”, “es chineazón” “eso en mi época no se veía, es un invento”. Son frases que muchas familias han escuchado.

“Esta actitud, la hiperactividad, no es algo meramente psicológico, es algo biológico. El cerebro, por cómo está conectado, no funciona como en la mayor parte de la gente. Esto también hace que en muchos casos las calificaciones bajen”, destacó Chang.

De acuerdo con Chacón, esto siempre ha existido, pero también las demandas y exigencias académicas eran muy diferentes a las vistas hoy. Hoy, dijo, se les exige más por lo que el trastorno se vuelve más evidente.

Mito 3: ‘es una etapa, ahorita se le pasa’

Chacón ha escuchado mucho decir “yo era así y se me pasó con el tiempo, es solo una etapa”.

Esto refleja dos cosas, por un lado, puede ser que los padres no tuvieran el trastorno, pero por otro, que hasta hoy lo tienen y sufren con él.

“He llegado a referir a papás para que vean el tema con un médico y luego me han dicho que con el medicamento les va mucho mejor”, señaló.

Mito 4: no hay adultos con TDAH

Creer que es un trastorno que se cura con el paso del tiempo, lleva al mito de que no hay adultos con esta condición. Lo cierto es que el 3% de los adultos lo presenta.

“En realidad dos de cada tres niños con déficit atencional e hiperactividad todavía tienen el trastorno en la edad adulta. Sí hay un porcentaje significativo que logran implementar estrategias y tener una calidad de vida, pero esto no quiere decir que el trastorno se vaya. Es algo neurobiológico”, subrayó el neurólogo.

Según el profesional, aunque esto no es muy frecuente, sí hay quienes desarrollan este trastorno en la vida adulta. Un adulto con TDAH tenderá a tomar decisiones importantes sin reflexionar: como renunciar a un trabajo o abandonarlo, terminar relaciones de pareja o hacer compras grandes sin antes estudiar cómo está su presupuesto. También hay otras manifestaciones de pérdida de memoria.

Mito 5: trastorno no se controla

Este fue de los que más insistieron en combatir los especialistas. Si bien es cierto, hay diferentes niveles del trastorno, incluso los más severos pueden controlarse con la debida guía profesional.

“Las redes del cerebro no funciona bien, pero con los medicamentos, la psicoterapia y el ejercicio las personas pueden tener la misma funcionalidad de otras que no tienen esta condición”, manifestó Chang.

Mito 6: los relacionados con la medicación

No todos requieren tratamiento con fármacos, esto dependerá de cada caso.

El medicamento más común para el TDAH es el metilfenidato, cuyo nombre comercial principal es Ritalina. Sin embargo, hay otras formas de este compuesto, de liberación más a largo plazo que también se consiguen en las farmacias, como el Medikinet y la Concerta. En este momento, nuestro país enfrenta escasez de Ritalina por vencimiento de los lotes y se prevé que el próximo lote ingrese entre mediados de junio y mediados de julio.

Chang indicó que los medicamentos tienen dos mitos que parecen ser contradictorios, pero sí se escuchan mucho en la sociedad.

El primero está relacionado con que solo con el medicamento la persona va a poder tener control y no hace falta nada más.

“Conforme avanza la ciencia vemos que no solo se requiere el uso de medicamentos, sino que también la terapia cognitivo conductual o psicoterapia y la actividad física ayudan mucho”, dijo el médico.

El otro mito está más bien relacionado con el rechazo a toda costa de los medicamentos. Chacón indicó que los temores de efectos secundarios siguen aflorando en las familias. Otro mito es que puedan generar adicción.

“El medicamento ayuda a que se equilibren bien los neurotransmisores, esas sustancias que están en nuestro cerebro. Esto ayuda a que el pueda aprender mejor, concentrarse mejor y tener mayor funcionalidad. Si necesitan el medicamento entre más temprano se comience mejor”, señaló Chang.

Mito 7: el rol de la herencia

Chang enfatizó en que todo trastorno de este tipo tiene tres componentes: el genético-hereditario, el ambiental y el de cerebro de cada persona.

“No hay una herencia que uno diga ‘si el papá tiene, el hijo lo va a tener de fijo’, pero en los grandes estudios se ve que tener un familiar en primer grado sí aumenta el riesgo”, precisó el neurólogo.

Es normal que haya familias en donde un hijo lo herede de uno de los padres pero los hermanos no.

Chacón indicó que hay otros factores a los cuales los padres deben prestar más atención, como evitar que pasen demasiado tiempo frente a las pantallas desde muy pequeños, prevenir el sedentarismo. Además, conviene estar atentos a cambios en los menores.