Sonidos de la naturaleza de Osa se usarán con fines terapéuticos

Novedoso tratamiento beneficiará a personas con discapacidad

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Escuchar el canto de las aves al amanecer, la lluvia caer sobre el manglar o la fusión del viento con las olas del mar es un ejercicio que, para la mayoría, no pasa de ser relajante. Sin embargo, para quienes tienen alguna discapacidad, esos sonidos son esperanzadores, pues representan una oportunidad para mejorar su calidad de vida.

Ciertos tipos de frecuencias actúan positivamente en diferentes partes del cuerpo humano y se relacionan con distintas emociones, aseguró Hellen Solís Hernández, geógrafa de la Universidad de Costa Rica (UCR).

Ella forma parte de un grupo que se planteó como objetivo recolectar una serie de registros sonoros de la Península de Osa para usarlos con fines terapéuticos en personas con alguna discapacidad.

Desde enero de este 2017, este grupo realiza una investigación científica en esa zona del país, catalogada como el área biológicamente activa más intensa del mundo por National Geographic.

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Según Solís, la idea de Osa Sensorial, como se llama el proyecto, es conocer las frecuencias de sonidos presentes en ecosistemas de bosque secundario, bosque de manglar, zona costera y océano de la Península.

Una vez que cuenten con una base robusta de códigos sonoros, vendrá la fase de separarlos y determinar en cuáles zonas del cuerpo humano actúa cada uno de mejor manera.

En su criterio, estos pueden emplearse para aplicar novedosas terapias en el tratamiento de trastornos de sueño, emociones como el miedo y hasta problemas de aprendizaje.

Además de la UCR, en Osa Sensorial participan el Centro Socioambiental Osa y la Asociación en Pro de la Calidad de Vida Jireh, así como vecinos y grupos de personas con discapacidad.

Es una investigación exploratoria, la cual pretende usarse como base para la creación futura de un centro de intervenciones que utilice los recursos naturales para tratar enfermedades en ese grupo poblacional.

Frecuencias de bienestar

Las primeras grabaciones se realizaron con distintos equipos, incluido uno capaz de registrar ultrasonidos, es decir, sonidos que no son posibles de detectar.

Para captar la mayor cantidad de códigos sonoros, las grabaciones se realizan a distintas horas, en la mañana y en la noche, y en diversos ambientes.

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"Es importante que lo hagamos en distintas épocas del año. Necesitamos tomar en cuenta las especies que surgen únicamente en época de lluvia o en temporada seca, o en algún mes en específico, así como las especies y el sonido de todos los ecosistemas", agregó Solís.

Hasta el momento, se han recolectado datos en Pueblo Escondido, en el proyecto ecoturístico Jacana Rey Tours, en la parte marina del golfo Dulce, en un ecosistema de playa en el Parque Nacional Piedras Blancas, en el ecosistema de manglar ubicado en playa Colibrí, en un sitio de recuperación en la comunidad de Rancho Quemado y en la comunidad El Progreso de Drake.

Los resultados preliminares muestran que en el poblado de Puerto Escondido las frecuencias promedio, en hercios (Hz), son 10,6; en el golfo Dulce-Piedras Blancas, de 21,9; en el manglar de playa Colibrí, de 17,8; en Rancho Quemado, de 13,7, y en el Progreso de Drake, de 43,4.

El hercio es una unidad física usada para medir la frecuencia de ondas y vibraciones de tipo electromagnético.

¿Cómo saber de qué forma se relacionan esas frecuencias con las dolencias de las personas? Según explicó Solís, esas relaciones se establecen gracias a información bibliográfica y estudios científicos que comprueban cómo funcionan ciertas frecuencias en padecimientos específicos.

Los primeros hallazgos

La investigación ha encontrado las siguientes relaciones entre frecuencia y emoción en los distintos lugares de estudio:

-Puerto Escondido: estado de alerta. O sea, los sonidos obtenidos aquí funcionan para trabajar conexiones entre la mente y el cuerpo, el eje de sueño y el estado de relajación.

-Golfo Dulce-Piedras Blancas: cuerpo relajado. Es decir, las frecuencias son indicadas para la liberación de estrés y la mejora de la inteligencia.

-Manglar de Playa Colibrí: estados de alerta. Aquí aparecen el pensamiento activo, la energía y la acción.

-Rancho Quemado: euforia. Funcionaría para tratar problemas de aprendizaje, sueño y concentración.

-Progreso de Drake: estados de alerta. Entra en juego la resolución de problemas en situaciones de miedo y mecanismos de defensa.

Abriendo brecha

Roberval Almeida, biólogo y presidente del Centro Socioambiental Osa, dijo que en este momento Costa Rica va a la vanguardia en investigaciones de este tipo.

"Si bien en otras partes del mundo hay iniciativas similares, la que en este momento se desarrolla en Osa es muy completa, debido a la diversidad que existe en el país. Tenemos información inédita muy valiosa", afirmó el especialista.

Según el experto, aprovecharán el desarrollo de este plan piloto en el país, lugar que, con solo 51.100 km², es considerado uno de los sitios con mayor biodiversidad del planeta y casa de más de 500.000 especies.