Síndrome de sueño insuficiente: un trastorno poco conocido, pero que a todos nos es familiar

Ponencia en Congreso Médico Nacional buscó hacer conciencia sobre el síndrome de sueño insuficiente y sus posibles consecuencias, ¿por qué no basta con la calidad de sueño y también es necesaria cantidad?

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La situación puede ser muy familiar para muchos: el día comienza y los despierta no la satisfacción de un cuerpo descansado, sino la alarma; no saben decir cuántas horas durmieron, pero se levantan cansados. El baño y la primera dosis de café comienzan a animarlos.

El trabajo, el estudio, el cuidado de hijos o adultos mayores, las labores domésticas, y ver alguna película hacen que pase el tiempo y ya sea hora de dormir de nuevo. ¿Se dormirá esta vez lo suficiente o la deuda seguirá acumulándose?

Esta situación, vivida por miles de personas no es natural para el ser humano y tiene un nombre: síndrome de sueño insuficiente, un trastorno que puede minar la salud física y mental de quienes lo sufren. En pocas palabras, no basta con un sueño de calidad (aunque sí es trascendental), cierta cantidad de horas también es necesaria.

Este síndrome fue incluido recientemente por la Asociación Internacional de Trastornos del Sueño en la categoría de hipersomnia, que se caracteriza por una excesiva somnolencia diurna y la sensación de que no se descansó lo suficiente.

La Academia Estadounidense del Sueño define este concepto como la situación en la que el individuo regularmente no logra obtener la cantidad suficiente de sueño por noche. La persona normalmente no se percata de necesitar más sueño del que está obteniendo.

Puede darse tanto por responsabilidades de estudio, trabajo o cuido de personas dependientes, como por recreación, una fiesta, leer un libro o ver una película cuando el cuerpo necesita dormir. Según la Academia, tratar de reponer el sueño durante el fin de semana no es suficiente para recuperar el faltante de la semana, con lo que habrá privación del sueño.

Este tema fue abordado por el neurólogo Roger Rodríguez Monge durante el más reciente Congreso Médico Nacional, que se celebró recientemente en Guanacaste. Para el especialista, hay cuatro síntomas principales:

  1. Sentir somnolencia durante algún periodo del día. “Cabecea” o se queda dormido por pocos segundos.
  2. No se duerme durante siete a ocho horas.
  3. La persona corta voluntariamente su ciclo de sueño a través de alarmas, o le dice a alguien que lo despierte, o no duerme “hasta que el cuerpo le pide” por otros motivos. Esto quiere decir que, si no se interrumpiera el sueño, la persona podría dormir sin el menor problema y tendría un sueño reparador.
  4. Las restricciones de sueño se presentan la mayoría de los días durante al menos tres meses.

Rodríguez enfatizó que hay una diferencia preponderante con el insomnio. Si alguien tiene insomnio no podría dormir ni siquiera con un ambiente ideal para el sueño. En el trastorno del sueño insuficiente, la persona podría dormir plácidamente si no estuviera restringiendo su sueño con alarmas o manteniéndose despierto con actividades.

“A muchos nos ha pasado, por ejemplo, a mí en el internado o durante la residencia, otras personas podrán estarlo viviendo ahora en la universidad o en el trabajo. (...) Simplemente no le damos la importancia que debemos darle al tiempo que dormimos”, puntualizó el especialista.

El especialista recordó la importancia de la calidad de sueño, porque si se duerme la cantidad de horas, pero de forma interrumpida o con poca calidad, también habrá problemas.

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Las consecuencias

El neurólogo dijo que incluso pueden verse síntomas del síndrome de privaciones del sueño cortas, como personas que no durmieron en toda una noche por algún motivo. Estas también podrían ver las consecuencias: la atención, la memoria, la capacidad de concentración se vuelven más lentas de lo normal y esto puede afectar la habilidad en las funciones básicas de su trabajo.

Rodríguez describió que la situación puede ser potencialmente riesgosa en cierto tipo de tareas, por ejemplo, para choferes de camiones pesados o de autobuses, o quienes utilizan algún tipo de maquinaria, porque podrían tener una capacidad de reacción más lenta ante eventualidades o accidentes.

Cuanto más tiempo pase, las habilidades pueden complicarse. Si se mantiene durante más de 15 días, ya pueden verse trastornos a nivel de atención y memoria, y, aunque el individuo después recupere la cantidad de sueño, estas fallas de concentración y memoria no se irán tan rápido.

Cuando ya superan los tres meses en esta condición, pueden darse cambios en el cuerpo: la presión arterial comienza a aumentar, se forma más grasa en las arterias, esto aumenta el riesgo a largo plazo de enfermedades cardiovasculares. Por otra parte, el sistema inmunitario disminuye la capacidad de respuesta y hay más propensión a infecciones. Conforme se hace más crónica la falta de sueño, crece el riesgo de aumentar de sobrepeso y de resistencia a la insulina.

Estudios incipientes han visto otra posible consecuencia que debe investigarse más a fondo, y es un riesgo a mayores probabilidades de demencia. Rodríguez explicó que esto se debe a que el cerebro, durante el sueño, “lava las toxinas” que ha acumulado durante el día, es un proceso de limpieza y depuración durante la noche. Este proceso toma de siete a ocho horas. Algunos estudios en personas con demencia o párkinson han visto mayores residuos de esas toxinas en el cerebro.

¿Qué hacer?

La Academia Estadounidense del Sueño recalcó que hay una ventaja con este síndrome, con solo recuperar de forma constante la cantidad de sueño, este se tratará por sí solo y la persona se sentirá con energías, sin sueño, en buen estado de alerta y sin necesidad de cafeína u otras sustancias.

Sin embargo, siempre es necesario descartar otros trastornos de sueño más graves que podrían requerir de otras ayudas como terapias o medicamentos.

  • Dejar todos los aparatos como celulares o tabletas dos horas antes de dormir. Usarlos hará que el cerebro interprete que todavía es de día y la producción de melatonina, una sustancia reguladora del sueño, será irregular.
  • Trate de irse a dormir y despertarse siempre a la misma hora.
  • Evite consumir café o bebidas energéticas durante la noche.
  • Evite hacer otras actividades en su cuarto. No lo use para ver televisión, comer o leer. Que ese lugar sea para dormir, de lo contrario, el cerebro lo verá como un lugar de múltiples actividades.
  • Aunque lo necesite, evite hacer siestas durante el día, porque esto dificultará el sueño durante la noche.

“El cerebro se modela con hábitos, cuanto mejores sean nuestros hábitos, nuestro cerebro se habituará mejor a cuándo y cómo dormir”, resumió Rodríguez.

¿Qué sucede con las personas que por sus responsabilidades no pueden dormir lo suficiente o que tienen horarios rotativos de trabajo y se les dificulta dormir?

  • Trate de dormir al menos siete horas todos los días.
  • Si un día a la semana tuvo una privación de sueño, trate de reponer el fin de semana. Si estos días de privación son casos aislados se pueden reponer.
  • Si ya hay privación crónica reponer el sueño perdido cuesta, trate de llegar lo más cercano a las horas necesarias.

“Esto debería ser una política de salud pública, a nivel laboral debería garantizarse a los trabajadores tener un adecuado patrón del sueño”, especificó Rodríguez.