San Juan de Dios estrena salones para monitorear epilepsia

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

San José (Redacción). Los pacientes con epilepsia que no responden a los tratamientos convencionales tendrán una mejor atención en el Hospital San Juan de  Dios. Este centro médico abrió esta mañana la Unidad de monitoreo para pacientes diagnosticados con epilepsia y trastornos del sueño.

En este lugar, los pacientes estarán entre una noche y siete días. Mediante un encefalograma se registrarán en una computadora todos los movimientos cerebrales y también se verá en video los momentos de las crisis de los pacientes (convulsiones o anomalías de sueño). De esta forma se sabrá en qué zonas del cerebro están los puntos que desencadenan las crisis y se sabrá si son candidatos a una cirugía o a algún otro tipo de tratamiento.

"En el país hay aproximadamente 35.000 epilépticos. De ellos, el 30% sigue teniendo crisis constantes a pesar de tomar medicamentos. Y de ese tercio, la tercera parte tiene problemas del corazón, sueño o crisis emocionales que ellos confunden con epilepsia. Por otro lado existen los epilépticos refractarios, para los que encontrar una opción de medicamento es inferior al 5%. Para todos ellos esta sala nos sirve, pues nos dirá si puede hacerse una cirugía y en qué zona", explicó Mauricio Stittenfeld, coordinador de la Unidad de Monitoreo de Epilepsia.

Esto también permitirá a las personas tener un mejor control de su enfermedad.

"Antes estábamos como 'a ciegas', sin embargo, se hicieron grandes cosas", dijo el especialista.

Ejemplo de ello es Rebeca Salazar, quien desde hace tres años tiene un marcapasos vagal, un estimulador que se coloca en el tórax y se conecta con el nervio vago en el cuello, y esto impide que halla interferencias en la actividad eléctrica cerebral. Gracias a ello, se controlan los ataques.

“Yo tomaba 32 pastillas al día, 720 al mes, pasaba hasta 72 horas dormida y me perdía en mi propia casa. Ahora vivo una vida normal, me casé y tuve un hijo”, dijo Salazar.