Pugnan por integrar a retardados

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En Pavas, solo el 30 por ciento de la población estudiantil con retardo mental que anhelaba continuar la enseñanza secundaria pudo conseguir un espacio; en Desamparados, se presentó el mismo fenómeno y se calcula que unos 500 muchachos tendrán que resignarse a no asistir a las aulas.

Para los especialistas, la situación es muy difícil porque no existen posibilidades de abrir cupos para que jóvenes con retardo mental puedan cursar el tercero y cuarto ciclos de la educación general básica y diversificada.

El problema se presenta en medio de una profunda discusión -que trasciende el ámbito nacional-, en la cual los expertos abogan por la integración de las personas con esta discapacidad a los centros regulares de instrucción.

El tema será debatido, a partir del martes, en el Primer Congreso Centroamericano y del Caribe sobre las Nuevas Tendencias y Estrategias de Atención Educativa.

Es urgente, de acuerdo con los especialistas en enseñanza especial, dar este paso e integrar la teoría con la práctica, con base en las demandas que plantea la sociedad costarricense.

Demanda creciente

Y a la par de esta aspiración profesional, la presión por los servicios de enseñanza especial cada día crece y la oferta, aunque registró una tendencia ascendente en los útimos años, no alcanza un ritmo capaz de satisfacer la demanda. La directora del departamento de Educación Especial del Ministerio respectivo, Flora Nieto, admitió que no sabe qué porcentaje de la demanda se está cubriendo, pero reveló que no se está dando abasto con la atención.

Tanto Nieto como Flory González, de la sección escolarizada de la misma dependencia, coincidieron -por separado- en que ahora les refieren a instrucción especial gran parte de los problemas de fracaso escolar.

De acuerdo con la directora del departamento de Educación Especial del Ministerio de Educación Pública (MEP), no todos los estudiantes que les refieren tiene retardo mental. Reconoció que desconocen si la totalidad de la población que poseen en las aulas integradas -alrededor de 8.000 niños y jóvenes- padecen realmente esa discapacidad o si son alumnos que funcionan así por la escasez de estímulos en su entorno.

La preocupación de Nieto fue avalada por Gerardo Monge, del Consejo Nacional de Rehabilitación y Educación Especial, y por Marisol Nieto, de la Universidad de Costa Rica (UCR), quienes consideraron que un 70 por ciento del sector con retardo mental afronta dificultades leves y es posible, con un poco de estímulo y apoyo, que puedan mejorar su rendimiento académico.

Pero el temor de los profesionales es que ese retardo mental esté asociado directamente con los problemas sociales y económicos como desnutrición, alcoholismo, padres sin ninguna escolaridad, drogas, falta de respaldo en el hogar, pobreza, marginalidad, prostitución... En la medida en que esas dificultades crecen, el número de chiquitos con dificultades académicas también se eleva.

A esa coyuntura deben sumarse, opinan los especialistas, las limitaciones que tiene el sistema regular para ofrecerle un soporte a esta población estudiantil: docentes aspirantes, grupos numerosos, escasez de materiales didácticos y la escasa disponibilidad de recursos para observar las diferencias individuales de cada alumno.

Basta de segregación

Esta discusión surge precisamente cuando los profesionales en enseñanza especial están convencidos de que debe darse un giro de 180 grados y proponer una estrategia de trabajo tendiente a la integración del sector que tiene alguna discapacidad.

Tanto Monge como Marisol Nieto advirtieron que la tendencia mundial es evitar la segregación de las personas con retardo mental para dar paso a su incorporación en el sistema regular de enseñanza. Es más -comentaron-, hay muchos niños que no debieron llegar a los servicios de educación especial, sino permanecer en las aulas regulares. Bastaba un poco de respaldo, nada más.

Saben que el paso no es fácil, pero debe impulsarse con el único propósito de beneficiar a la población que tiene esta discapacidad. Para Marisol Nieto, hay que acelerar este proceso, aunque no ignora que eso significa efectuar fuertes cambios en los programas de estudio de las universidades públicas y privadas que ofrecen carreras de educación.

Aunque docentes de la enseñanza regular, como Leda Vargas Arroyo -de la escuela Napoleón Quesada, de Zapote- concuerdan en la necesidad de integrar a esos seres humanos, ella considera que el sistema debe prepararse para facilitar la tarea.

Esa convicción no es solamente de quienes tienen a su cargo el análisis del problema. Los padres de familias presionan día a día para que sus hijos con retardo mental tengan las mismas oportunidades que cualquier otro. "Lo único que queremos es una mayor apertura del sistema regular de enseñanza", sentenció Ana Helena Chacón, madre de una menor con síndrome de Down.

La lucha por la incorporación también la hicieron los estudiantes de Pavas y lograron que al menos se abrieran 30 cupos, aunque más de 70 quedaron por fuera.

Ana Helena Chacón "Solo busco mayores oportunidades"

Su vida la ha orientado a la búsqueda de oportunidades para las personas que tienen alguna discapacidad; su gran motivación es su hija Carolina, de seis años, que tiene síndrome de Down.

Sabe que su pequeña no llegará a ser una veterinaria famosa, pero está convencida que, con estímulo y oportunidades iguales a los que recibe cualquier niño de su edad, Nina podrá convertirse en un ser humano útil a la sociedad, capaz de leer, sonreír, besar...

Ana Helena Chacón confiesa que si bien nadie está preparado para ser mamá, mucho menos para tener un niño con retardo mental o síndrome de Down. Al principio, sintió que el mundo se le venía encima; hoy se siente la madre más orgullosa.

El camino recorrido por Ana Helena no ha sido fácil; después del nacimiento de Carolina, empezó a enfrentarse con los "no" de los profesionales, incluso tuvo que soportar pronósticos de especialistas estadounidenses que le vaticinaron que su pequeña no aprendería a leer.

Su trabajo constante empezó en aquel momento. La fuerza de Nina para superar constantes infecciones pulmonares era el "combustible" que le decía a la madre que no podía doblegarse.

El trabajo ha seguido. Carolina se integró el año pasado a la enseñanza preescolar y este año irá a la escuela Saint Anthony, donde podrá departir con niños de su edad y efectuar múltiples travesuras infantiles.

Según Ana Helena Chacón, nunca olvida que su hija tiene retardo mental; tampoco quiere normalizar a su chiquita; lo único que quiere es que tenga las mismas oportunidades y, en ese sentido, explicó que se debe trabajar muy fuerte para lograr una mayor apertura por parte del sistema de enseñanza costarricense.

Para la madre, la incoporación de niños con retardo mental o con cualquier discapacidad a las aulas regulares es muy beneficiosa porque los pequeños aprenden a ser más tolerantes con su prójimo y a respetar las diferencias.