Médicos ticos reconstruyen aorta torácica de paciente con mal congénito

Hombre de 44 años tenía enfermedad que impedía circulación normal de la sangre Si técnica no se hubiera practicado, paciente hubiera muerto por falta de irrigación sanguínea

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San José (Redacción). Especialistas del Hospital México reconstruyeron la aorta torácica de un paciente que tenía un mal congénito que impedía que su sangre le llegara normalmente a sus brazos y a su cerebro.

Carlos Picado, de 44 años, tenía una enfermedad llamada distención aórtica. Este mal se caracteriza porque la capa de la aorta (arteria mayor) que está en contacto con la sangre se rompe y forma un canal falso. Así, parte de la sangre pasará por este canal falso y no llegará ni a otras partes del cuerpo. Si no llega suficiente sangre, esto puede causar lesiones serias en el cerebro, corazón y pulmones, lo que pone en serio riesgo la vida del paciente.

"Yo tenía una vida normal, sin síntomas, pero hace dos años comenzó todo. En cuestión de dos meses se me vinieron los síntomas: se me dormían los brazos, me dolían los talones, sentía dolores muy fuertes en el pecho y la espalda, me costaba respirar, cuando estaba dormido sentía que me ahogaba", comentó este ingeniero electromecánico vecino de Coronado.

Los especialistas consideran que esta es una enfermedad que debía atenderse de inmediato.

"La aorta torácica es conocida como el 'gran vaso' porque de ella se desprende la aorta ascendente, que lleva la sangre a la cabeza, cuello y brazos; el arco aórtico que lo comunica con la arteria descendente, que lleva sangre desde el abdomen. Esto quiere decir que si la aorta no fuciona bien la persona puede morir si no se le interviene", dijo Edgar Méndez, cirujano a cargo de la operación.

Para solucionar el problema se requirieron dos intervenciones con 12 meses de diferencia entre una y otra.

En la primera intervención se le colocó una válvula aórtica artificial compuesta por un metal llamado carbón de pistila, además, se colocaron prótesis de dracón (una especie de tela dura) para en las arterias ascendente y descente.

En mayo del año pasado se hizo la segunda intervención, la primera en la literatura médica del país, y consistió en cambiar el arco aórtico por una prótesis de dracón. Este es un tubo de diez centímetros similar a la "trompa de un elefante" que reorienta el flujo de sangre por el canal original.

Para poder realizar esta operación en la aorta, la arteria principal que lleva toda la sangre el paciente no podía tener sangre circulando, por lo que se le indujo a una "muerte artificial" y se le sacó la sangre. Además, la temperatura del paciente se redujo a 16° C (más de 20° C por debajo de lo normal) para reducir la actividad cerebral a niveles casi nulos y así evitar daños cerebrales.

Normalmente, el cerebro puede estar muy pocos minutos sin recibir sangre y oxígeno, pero esta operación debía durar más de una hora (1:15, para ser exactos). Para evitar lesiones o la muerte cerebral, los especialistas debían llevar sangre y oxígeno al cerebro. Para ello, tomaron sangre del paciente, la oxigenaron y a través de una máquina hicieron un procedimiento llamado "pefusión retrógada", que consiste en utilizar las venas para que actúen "al revés" y lleven sange hacia el cerebro ("hacia arriba" en lugar de "hacia abajo").

Picado ya no tiene dolores y lleva una vida normal.

"Sé que si no me hubieran operado me pudo estallar una arteria y me hubiera ahogado en mi propia sangre. Ahora todo es diferente, troto tres veces por semana, me gusta mucho el deporte y llevo una vida como cualquier otra, solo tengo que venir a los controles", señaló.