Las palomas le ganaron el pulso a la gente en el parque de Guadalupe

La semana anterior, debido a una orden sanitaria, se tuvieron que retirar tres paradas de autobús que habían sido colocadas en mayo en ese lugar. El problema también se da en otras partes del país

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

En el parque central de Guadalupe, en Goicoechea, no se permite la celebración de actividades desde hace siete años debido a la proliferación en el sitio de palomas de Castilla (Columba livia) y, de esta prohibición, ni siquiera se salvan las paradas de autobús.

Lo anterior quedó demostrado el pasado 7 de junio, cuando el Consejo de Transporte Público (CTP) anunció el traslado de tres paradas que habían sido instaladas el 19 de mayo del presente año al costado norte del parque, con sus respectivos parabuses (estructuras que resguardan a los usuarios).

La determinación llegó como respuesta a la orden sanitaria CS-DARS-G-0601-2019, que emitió el Ministerio de Salud. En ella se señala que tal ubicación “obliga a las personas usuarias (...) a permanecer en un ambiente insalubre y peligroso”, lo que a su vez “violenta su derecho a la salud”.

Además, menciona que esta localización “favorece la aparición y difusión de enfermedades infecto contagiosas transmitidas por las palomas de Castilla, que afectan principalmente a las poblaciones con mayor vulnerabilidad biológica (niños, adultos mayores, personas diabéticas, con cáncer e inmunosuprimidas)”.

La determinación se sustenta en una orden sanitaria anterior, la CS-ARS-G-IS-6665-12, del 19 de julio del 2012, que indicaba a la Municipalidad de Goicoechea lo siguiente:

“Dada la problemática de salud pública por la presencia de las palomas de Castilla en el parque central de Guadalupe, se le ordena en el plazo de sesenta días hábiles, realizar la eliminación sistemática de las palomas de Castilla que se encuentran en el sitio”.

Posteriormente, el 14 de enero del 2013, la doctora Rossana García, directora del Área Rectora de Salud de Goicoechea, emitió el oficio CS-DARS-GRG-00017-13, indicando que “(...) no se autorizará ningún permiso sanitario de funcionamiento para la realización de actividades en el parque central, hasta tanto no se cumpla lo ordenado mediante oficio ARS-G-IS665-12”.

¿Quién puso los parabuses?

Consultado sobre el tema, el director ejecutivo del CTP, Manuel Vega Villalobos, dijo a La Nación que no contaban con información sobre la orden sanitaria del 2012 y que las autoridades municipales “fueron las que hicieron el proceso para poner los tres parabuses ahí en el parque de Guadalupe”.

“El CTP no los coloca (parabuses), nosotros nada más ponemos el punto de parada, con una señalización vertical y horizontal. Los parabuses o la infraestructura, poniéndole techo, iluminación y demás, le corresponde a las municipalidades”, indicó. Esta versión fue rechazada por Gustavo Herrera, director de Gestión Ambiental de la Municipalidad de Goicoechea.

Tras conocer sobre la más reciente orden sanitaria, el CTP también acordó remitir un oficio al gobierno local, “solicitándole información de lo actuado” con respecto a lo que el Ministerio de Salud había exigido en el 2012. Además, decidieron apelar la determinación.

"Consideramos importante apelar la medida; no estamos diciendo que estamos en contra del Ministerio de Salud con los razonamientos que tenga con respecto a evitar que las personas se nos enfermen, ahí nadie dudaría de que lleva toda la potestad.

“La apelación sería en el orden de cómo podemos coordinar las diferentes instancias, tanto el CTP como el ministerio, la municipalidad y eventualmente el Servicio Nacional de Salud Animal (Senasa), para el control de las palomas, porque no puede ser que las aves le ganen la partida a las personas”, explicó Vega.

‘Problema sin respuestas’

El jefe del área ambiental del municipio josefino, calificó de “compleja” la situación en el parque de Guadalupe e indicó “que el problema no se puede solucionar, en vista de la Ley de Bienestar Animal que prohíbe hacerle daño a las palomas”.

“Nosotros lo que hemos tratado es de concientizar a la población de no alimentarlas en el parque, de igual manera, en las casas no tener lugares donde ellas puedan anidar. Tampoco hay alguna directriz que prohíba alimentar una paloma, entonces hay gente que lo hace y tampoco se le puede restringir, ni la venta de granos”, expresó.

Según el funcionario, se ha procurado notificar a los comercios que se ubican en los alrededores de la municipalidad para que limpien las excretas de palomas, laven los muros y eliminen los nidos de estas aves. Aseguró que esto es lo más que pueden hacer hasta que se tomen acciones de carácter nacional para lidiar con el problema.

Herrera explicó que el municipio no podría implementar otras acciones más onerosas, como el uso de productos para causar infertilidad en las aves, si otros gobiernos locales no hacen lo mismo, ya que las palomas regresarían al parque.

Dolor de cabeza en varios lugares

El problema de las palomas no es exclusivo de Guadalupe. En otros centros urbanos del país también ocurre, en igual o menor medida. Por ejemplo, en el 2017, La Nación informó de que 25 edificios patrimoniales, como Correos de Costa Rica, sufren severos daños por las excretas de estas aves.

¿Cómo llegamos a este punto?

Zaidett Barrientos Llosa, ecóloga e investigadora en el Laboratorio de Ecología Urbana de la Universidad Estatal a Distancia (UNED), explicó que la paloma es una especie que es originaria de la zona del Mediterráneo y muy acostumbrada a los acantilados.

“Las estructuras que nosotros construimos (en las ciudades) son muy parecidas a un acantilado, ofrecen las mismas ventajas. Siempre hay algún hueco donde ellas hacen sus nidos, para ellas es como que simplemente les ampliaron la cantidad de acantilados donde podrían habitar, entonces, les estamos dando un lugar bastante parecido a lo que ellas consideran aceptable”, señaló.

Pero el principal problema es que la gente las alimenta. “Si a la gente no les dieran lástima las palomitas y no las alimentaran, no se establecerían ni tendrían esas poblaciones tan grandes”, advirtió.

Según la investigadora se trata de un problema social, ya que esta práctica incluso se ha convertido en una actividad económica para ciertas personas que “se ponen a vender alimento; a veces casi que obligados les dan la comida (al resto) y les sacan la foto con el pajarillo comiendo de la mano”.

“Siempre se ha dicho que no se alimenten (las palomas) y la gente no obedece esta orden”, aseguró.

Esta práctica de alimentar a las palomas también tendría un efecto dañino en la salud de las aves, que en su mayoría “tienen problemas de hígado”.

“Son aves que están bajas de peso pero grasosas, porque vuelan muy poquito ya que tienen el alimento fácilmente y también porque el alimento está desbalanceado; la gente les da semillas o comida chatarra, dulces y productos salados”, explicó.

Posibles soluciones

La principal opción sobre la mesa desde hace ya un tiempo es la posibilidad de utilizar un método que afecte negativamente la incubabilidad de los huevos y así reducir las poblaciones de estas especies de aves.

En este sentido, Senasa confirmó a La Nación que en el país ya se encuentra registrado, y por tanto se puede utilizar, el producto cebo OvoControl P., que justamente reduce la incubabilidad de los huevos.

De acuerdo con Barrientos, ya cuentan con un estudio que esperan publicar y que mostraría que el 70% de las personas consultadas se inclinan más por este tipo de “anticonceptivos” para tratar el problema.

Aún así, advierte que hacen falta muchas investigaciones sobre el tema y los resultados efectivos que pueda tener.

"Puede traer consecuencias negativas y no siempre se garantiza que no se reproduzcan. Además, si queda comida y llega otro tipo de ave, entonces se estarían esterilizando aves de otras especies que no se quieren esterilizar.

“No se ha trabajado suficiente (el tema), son especies que están libres, entonces, no se puede garantizar que todas coman y tomen la misma dosis”, dijo.

También resaltó la necesidad de hacer más investigación ya que no se sabe cuánto se desplazan, si en el trópico se están reproduciendo todo el año o una vez al año, así como cuánto tiempo están viviendo bajo las condiciones del país.