La grasa abdominal en adultos mayores favorece la demencia

Investigadores vieron que quienes presentan una cintura más gruesa de lo recomendado pueden presentar dificultades en memoria y lenguaje, aunque tengan un peso considerado normal.

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Santiago, Chile. Una investigación dada a conocer esta semana sugiere que el tejido adiposo que se acumula en el abdomen podría impulsar la demencia.

El trabajo, publicado en la revista Clinical Obesity, encontró una asociación entre los niveles de grasa abdominal y el deterioro cognitivo, un proceso característico de patologías como el alzhéimer.

A diferencia de la grasa subcutánea (que se forma debajo de la piel y entre los músculos), la grasa abdominal está compuesta sobre todo de grasa visceral, una que se acumula en órganos como el intestino y el hígado.

Se sabe que existe una fuerte asociación entre este tipo de tejido y la posibilidad de desarrollar enfermedades cardiovasculares, pero su relación con la demencia es algo que la ciencia ha empezado a investigar.

Para el nuevo trabajo, científicos del Hospital Khoo Teck Puat, en Singapur, analizaron los casos de 677 asiáticos mayores de 60 años, a quienes les midieron los niveles de grasa abdominal.

Además, todos participaron en pruebas neuropsicológicas que midieron su capacidad cognitiva.

Al final, la investigación arrojó que aquellos con los mayores niveles de grasa abdominal (incluso si tenían un peso considerado normal), tenían puntuaciones más bajas en pruebas de memoria y lenguaje.

“La evaluación y el manejo de la adiposidad visceral pueden ayudar a prevenir el deterioro cognitivo en personas mayores y reducir la carga global de demencia en las poblaciones que envejecen”, escribieron los autores del trabajo.

Se cree que ciertas sustancias acumuladas en la grasa abdominal también pueden llegar al tejido encefálico y hacer que haya neuroinflamación, lo que puede impulsar al deterioro cognitivo. Por ahora, se trata solo de una hipótesis.

El exceso de grasa abdominal es un factor de riesgo para la hipertensión y la diabetes. GDA/El Mercurio/Chile