Joven sin orejas escucha ahora plenamente gracias a implante

Rándall Castro tenía menos del 40% de audición debido a una malformación

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Rándall Castro nació hace 23 años con una malformación en las orejas que hizo que estas no se desarrollaran. Su oído interno funciona bien, pero, al no tener orejas ni conducto auditivo externo, solo podía oír entre un 30% y un 40% de lo normal.

Después de ser sometido sin éxito a tres cirugías para reconstruir sus orejas y permitirle escuchar, la solución se halló en una prótesis auditiva anclada en el hueso, o implante BAHA, por sus siglas en inglés.

A diferencia de un implante coclear, que se utiliza para sustituir células sensoriales en personas que tienen daños en el oído o en los nervios auditivos, el implante BAHA se aplica a quienes no tienen problemas en el oído, pero sí malformaciones o daños en los canales externos. El implante los ayuda a transportar las ondas sonoras al oído.

El sistema auditivo está compuesto por la oreja, los conductos auditivos externos, el oído medio y el oído interno.

Una persona sin problemas auditivos recibe ondas sonoras del aire, la oreja amplifica las ondas y las envía al conducto auditivo externo y, de ahí, al oído medio, donde la onda cambia a vibración. La vibración viaja hasta el oído interno, donde las células sensoriales interpretan el sonido.

“En el caso de Rándall, como no tenía oreja, debíamos llevar el sonido de otra forma: por los huesos del cráneo. El oído interno se encuentra dentro de una estructura ósea en el cráneo. Estos huesos detectan las vibraciones y las transportan al oído interno, pero el oído capta solo los ruidos más fuertes. Con un implante se amplifican estas vibraciones y puede escucharse bien”, explicó la audióloga Marcela Arias.

El implante tiene un procesador digital que se coloca detrás de los huesos del cráneo y capta las ondas sonoras para transformarlas en vibración y enviarlas al oído interno, lo cual permite oír normalmente.

“Antes oía muy poquito. Me hicieron tres operaciones que, más bien, me dejaron peor. Lo peor era hablar por teléfono. Una vez estuve buscando trabajo y no conseguí porque, cuando me llamaban para entrevistas, no oía lo que me decían y me colgaban”, comentó el joven.

“Llevo una semana con este implante y puedo oír cualquier cosa y controlar el volumen. Oigo a la gente que me habla, puedo hablar por teléfono y oír un iPod. A veces siento demasiada bulla, pero hay que acostumbrarse”, agregó.

El implante. El procedimiento de colocación de este nuevo implante tiene dos fases.

Primero, se hace una cirugía para colocar un tornillo de titanio de tres milímetros en el hueso parietal en el cráneo, justo detrás del oído. La cirugía dura unas tres horas.

Luego, el paciente debe reposar de tres a cuatro meses para que las heridas de la cirugía cicatricen y el cuerpo se acostumbre al tornillo.

Una vez cicatrizado, se procede a colocar el procesador del sonido en el tornillo de titanio.

Mientras que el procesador tiene la función de captar las ondas sonoras y convertirlas en vibración, la misión del tornillo consiste en transportar dichas vibraciones al oído interno, permitiendo que la persona escuche.

La cirugía de Castro es la primera de este tipo en el país. La intervención se realizó en diciembre en el Hospital México y la semana pasada le colocaron el procesador.

“Tal vez con el dispositivo el paciente no recupere la audición totalmente, pero estará a más del 85%, con lo que podrá escuchar sin problemas”, dijo Julián Chaverri, jefe de Cirugía y otorrinolaringólogo del Hospital México.

Aunque los alcances de este implante son muchos, el dispositivo no puede utilizarse en personas con daños en los nervios auditivos ni en niños menores de cinco años. Los niños pequeños tienen el cerebro muy pequeño y la cirugía podría lastimar su meninge.

Las malformaciones en las orejas o en los conductos externos de los oídos son poco comunes en el país –se presentan de dos a tres casos por año–. Sin embargo, el Hospital México ya dispone de cinco implantes BAHA para colocarlos a cinco personas. Otros 20 pacientes podrían beneficiarse de esta técnica en el próximo año.

El implante BAHA tiene un costo de $15.000 (cerca de ¢8 millones). Sin embargo, es la esperanza para personas que sí tienen un buen oído, pero problemas externos les impiden escuchar bien.