Innovadoras prótesis transforman la vida de personas amputadas

Las prótesis biónicas, o que parecen reales, están sacando del mercado los modelos más antiguos.

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Hace cinco años, en una bochornosa mañana de agosto en Hicksville, Nueva York, Ann Kornhauser había salido a caminar cuando, de repente, se le fracturaron los huesos del pie izquierdo. Kornhauser – que tenía cerca de 60 años– supo pronto por qué: los médicos descubrieron un tumor extraño en el pie. Le amputaron la mitad.

El pie protésico que le colocaron le provocaba dolor constante. El ortopedista le brindó la solución. Las extremidades artificiales han mejorado enormemente, dijo, y podría beneficiarse con uno de los nuevos modelos de alta tecnología, pero solo le quedaría si le amputaran la pierna izquierda por debajo de la rodilla. La idea de perder el resto de la pierna en buenas condiciones de salud parecía bastante absurda y aterradora. Sin embargo, tras dos años de molestias, Kornhauser decidió hacerlo.

“Todo lo que mi familia dijo fue: 'Vas a estar ahí sentada sin una pierna’. Pero no sabían lo que yo sabía”, contó. “Yo sabía que se vería como una pierna y que la gente corre maratones con ellas. Sabía que tendría una vida”.

Durante una entrevista reciente, la alegre abuela se levantó los pantalones grises para revelar una prótesis con superficie que parece piel, y tiene arregladas las uñas de los dedos del pie.

La pierna mecánica tiene un aspecto realista, con cubierta color piel de silicón, hecha a la medida, y un tobillo que se puede ajustar a diversas alturas del tacón; varios sistemas similares de tobillos son maravillas de los microprocesadores, incluidos los sensores de movimiento. “Pude volver a caminar”, dijo. “Y parece real”.

Decisiones insólitas. Cerca de dos millones de personas en Estados Unidos viven con amputaciones, según datos de la Coalición de Amputados. Sin embargo, a medida que se integra tecnología cada vez más sofisticada a las extremidades artificiales, muchos amputados toman decisiones otrora impensables. En lugar de hacer todo lo posible para conservar y vivir con lo que fuera que quedara de las extremidades, algunos optan por amputar extensiones más amplias para volver a tener algo más parecido a una función normal.

Ocasionalmente, esta decisión la toma alguien a quien le falta una mano o un brazo. Sin embargo, son más comunes las amputaciones por debajo de la rodilla, que permiten que pacientes como Kornhauser aprovechen la robótica y las prótesis que parecen de carne.

Las prótesis biónicas, o que parecen reales, con piel hecha a la medida, motores y microchips que reproducen movimientos humanos naturales, están sacando del mercado los modelos más antiguos.

Aunque la pérdida de una extremidad es un trauma médico, muchos amputados han llegado a abrazar sus mejoras biónicas. Muchos “tienen pocos deseos de que una extremidad artificial tenga aspecto humano. Quieren que se vea interesante y tenga la belleza de una máquina”, opinó Hugh Herr, coordinador de un grupo de investigación de biomecatrónica en Media Lab, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), que desarrolla aparatos robóticos usables.

Un día en el verano del 2003, David Rozelle, un capitán del Ejército, yacía en un hospital en las afueras de Bagdad porque una mina terrestre le había destrozado el pie derecho. Los médicos amputaron justo arriba del tobillo.

Con un pie artificial, Rozelle, que vive cerca de Boulder, Colorado, se las arregló para recuperar parte de su antigua vida. Compitió en triatlón y se reintegró al servicio en Irak. Sin embargo, dos años y medio después de la amputación, le dijo al cirujano que quería que le quitara 23 centímetros de pierna para poder beneficiarse con una nueva prótesis debajo de la rodilla. Su médico se horrorizó.

“La comunidad médica está centrada completamente en salvar las extremidades”, dijo Rozelle, de 39 años. “En realidad, hay una desventaja al tener una longitud extra en la extremidad porque no te quedan bien las prótesis”.

Le hicieron la operación y ahora tiene varios modelos de sofisticadas piernas robóticas, las que usa para las actividades cotidianas y para sus deportes favoritos.

A la vanguardia. La tecnología en las prótesis más nuevas avanza con rapidez. Herr, el profesor del MIT, fundó una empresa emergente llamada iWalk, dedicada a fabricar las prótesis de la siguiente generación. El primer producto de la compañía, un pie biónico con tobillo, es resultado de modelar cuidadosamente músculos, tendones y reflejos espinales utilizados al caminar.

El pie puede sentir las acciones del usuario y el terreno sobre el que camina y ajustarse en consecuencia. Sus microprocesadores ayudan a coordinar respuestas, tipo reflejo, con los movimientos del usuario, y la robótica simula la acción de los músculos faltantes en la pantorrilla y los tendones de Aquiles.

Sin embargo, no es barato, puede llegar a costar unos $70.000. Las aseguradoras, por lo general, solo pagan prótesis básicas.

© 2012 New York Times News Service