Idea de una muerte digna varía según cada persona

Para unos se trata de morir antes de deteriorarse; para otros, de alargar vida

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A dos personas les diagnostican la misma enfermedad: un cáncer avanzado en varias partes del cuerpo. Ambas tienen una esperanza de vida de tres meses y se les ofrece cuidado paliativo para su dolor.

También se les da la posibilidad de una quimioterapia, la cual podría alargar su vida no más allá de un par de meses, pero con más dolor, malestares, mareos y vómitos.

Una de ellas puede escoger la primera opción y morir antes y sin dolor, la otra preferirá vivir más tiempo, con menos calidad de vida.

Ambos pacientes optaron por su muerte digna, un concepto desarrollado el lunes en el Congreso Médico Nacional .

“Para todos, esto puede ser diferente. Afortunadamente, la ciencia médica ha avanzado como para que casi todas las personas pasen por su enfermedad y mueran sin dolor”, dijo Alicia Marín, expositora de la ponencia y médica especialista en Cuidado Paliativo.

“En la enfermedad terminal, el médico debe dar las opciones al paciente para que sopese”, agregó.

Ninguno de estos casos se considera eutanasia. Quien decide no aplicarse la quimioterapia está dejando que el mal siga su curso (la fase ya es terminal) y no recurre a sustancias que acorten su vida.

Incluso, quien decide someterse a la quimioterapia puede interrumpirla, si lo desea.

¿Cuándo sí es eutanasia? Hay dos tipos: la pasiva y la activa. En la pasiva, se deja de dar medicamentos vitales a un paciente.

La activa se da cuando el médico administra al paciente sustancias que acaban o acortan su vida.

También está el suicidio asistido: cuando el paciente acaba con su vida tras tomar una dosis letal previamente dada por un especialista.

En Costa Rica no son permitidas estas dos últimas formas, considerados homicidios por piedad.

En los países donde sí es permitido, no cualquiera puede hacerlo.

Britanny Maynard , quien se practicó un suicidio asistido en Oregón, EE. UU., pasó un largo proceso para obtener el consentimiento. Debió demostrar que no estaba deprimida ni bajo dolor físico fuerte cuando lo solicitó, pues ambas cosas nublan el poder de decisión.

“Ese caso era especial; el tumor estaba en el centro de dolor del sistema nervioso central, su dolor era incurable, irreversible y sin posibilidad de calmarlo”, recalcó Marín.

La experta indicó que la falta de leyes es un arma de doble filo pues puede haber quienes busquen morir en forma clandestina y, al no conseguirlo, quedar peor.

“El tema debe discutirse. No es asunto de estar a favor o en contra o de promover o no estas prácticas; es necesario hablarlo”, concluyó.