Expertos ticos buscan origen genético de cáncer de mama

 Analizan a familias en las que el mal es común, a fin de ver mutación genética

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Un grupo de científicos costarricenses dio el primer paso para conocer cuánto influye la herencia genética en el desarrollo del cáncer de seno en el país.

Ellos se dieron a la tarea de analizar los genes BRCA1 y BRCA2, localizados, respectivamente, en los cromosomas 13 y 17 de un individuo, cuya mutación (cambio en los datos genéticos) se asocia al cáncer de seno y ovario en el mundo.

Como resultado hallaron que cuatro mutaciones en estos genes se transmiten de padres a hijos en cada generación, pero solo en ocho de 88 familias evaluadas.

Estos cambios no son desconocidos, pues se sabe que una de cada diez mujeres diagnosticadas con cáncer de seno en el mundo posee mutaciones en los genes BRCA1 y BRCA2.

Estudios previos ya han identificado esta herencia en la población de la provincia canadiense de Quebec, en Polonia y en judíos askenazis (provenientes del centro y este de Europa).

Sin embargo, los ticos hallaron una incidencia similar al resto del mundo, pero en un grupo con antecedentes de cáncer de mama hereditario comprobado.

Gustavo Gutiérrez Espeleta, genetista que lidera el estudio, señaló que certifican que las mutaciones están presentes en la población del país, cosa que hasta el momento no se conocía, pero se abre la pregunta sobre qué tipo de mutación poseen los genes de las 80 familias restantes del estudio.

“Seguiremos con el análisis de la información genética. No descarto que podrían existir mutaciones que sean particulares de las familias costarricenses”, comentó el genetista.

Gutiérrez trabaja con un equipo de científicos nacionales de la Universidad de Ciencias Médicas y otras entidades del país, así como con expertos canadienses y estadounidenses. El objetivo de la investigación es determinar qué porcentaje de los casos de cáncer de mama en el país tienen un factor hereditario.

El proyecto, que se gestó desde el 2004, tiene el apoyo financiero y técnico del Centro de Cáncer Moffitt de Tampa, Florida, y del Departamento de Salud de la Mujer, de la Universidad de Toronto.

Los resultados son preliminares porque el trabajo no se ha termido y no se han publicado en ninguna revista o congreso científico.

El cáncer de mama se da cuando se presenta un crecimiento anormal y desordenado de las células de ese tejido. En el 2007, un total de 818 mujeres desarrollaron este mal en el país y 284 de ellas murieron a causa de la enfermedad.

Herencia genética. En el estudio participaron 101 familias, pero solo 88 cumplieron con el perfil requerido: tener en su núcleo a dos mujeres con cáncer de mamá menores de 50 años o a tres con el mal, sin distinción de edad en su aparición.

A las participantes se les realizó una prueba de sangre para extraer el ADN –instrucciones genéticas que guían el desarrollo y funcionamiento de los organismos–, y se les aplicó un cuestionario de historia médica y estilo de vida.

Laura García, de la Universidad de Costa Rica, quien colabora en el proyecto, dijo que centraron el análisis en las mutaciones más comunes de BRCA1 y BRCA2 por su vinculación con este tipo de cáncer.

“Hay familias con ocho mujeres con cáncer de mamá y las mutaciones no se presentan”, señaló García, quien no descarta que estas se encuentren en otros puntos del gen o en otros genes.

Las mujeres con un cambio en estos genes tienen un 85% de probabilidades de desarrollar cáncer de seno, frente a las que no tienen esas mutaciones.

Estos genes son de los más largos que hay en el genoma: alrededor de 17.000 nucleótidos (las bases nitrogenadas que componen la hélice del ADN); además, su función es regular el ciclo celular y evitar una reproducción sin control.

Se han identificado errores en otros genes, pero son menos frecuentes en la población y presentan menos casos de cáncer de seno.

Gutiérrez afirmó que no van a curar el cáncer, sino a ayudar al diagnóstico temprano y a la prevención de ese mal. “Una mujer puede cambiar las probabilidades de padecerlo con dieta sana y ejercicios”, añadió el genetista.