Científicos estadounidenses dieron el primer paso en la búsqueda de una prueba sanguínea que detecte el alzhéimer antes de que aparezcan los síntomas.
El alzhéimer es un trastorno neurodegenerativo caracterizado por la pérdida gradual de la memoria. Afecta a unas 40 millones de personas en el mundo y a unos 50.000 adultos en Costa Rica.
Cuando los síntomas de este trastorno comienzan a manifestarse, la enfermedad ya lleva unos diez años de evolución, por lo que esta prueba –aún en etapas preliminares de laboratorio y con mucho camino por recorrer– podría ayuda en la búsqueda de fármacos para retrasar los síntomas de este mal, que aún no tiene cura ni medicamentos para controlarlo.
La prueba. Científicos del Instituto de Investigación Scripps en Jupiter, Florida (EE. UU.), buscaron anticuerpos que estuvieran presentes en la sangre de pacientes con alzhéimer y determinaron su rol en el trastorno. Sus hallazgos fueron publicados en la revista Cell.
Los investigadores tomaron muestras de sangre a seis personas con alzhéimer, seis pacientes de párkinson y seis personas sanas. Al comparar las muestras de sangre encontraron que dos moléculas sintéticas “capturaban” al menos tres veces más anticuerpos en los seis pacientes de alzhéimer que en los demás participantes.
Sin embargo, aún faltan años de pruebas para encontrar los anticuerpos específicos y así patentar la prueba sanguínea de detección.
“En el alzhéimer o en el cáncer, no es del todo obvio cuál es el evento inicial. Desconocemos cuáles son esas primeras proteínas modificadas que son únicas en el proceso de la enfermedad”, dijo Thomas Kodakek, uno de los investigadores.
Por ahora, los especialistas afirman que la única forma de tratar este mal es que los familiares apoyen a los pacientes para darles mayor calidad de vida.
“El alzhéimer no se cura, pero podemos mejorar la autoestima de estas personas y hacer que la enfermedad vaya más lento. Hay que identificar cuáles son los puntos en los que más falla la memoria y hacer ejercicios adecuados para cada paciente”, comentó la psicóloga costarricense Lucrecia Cortés.