El mercado de la ‘utopía verde’ se hizo realidad

Cada semana 1.000 personas acuden a feria de productos orgánicos

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La indígena huetar Zoraida Hernández vende medicinas naturales, justo al lado del alemán Bruno Maurach, quien ofrece trucha cultivada en las aguas del cerro de la Muerte, y frente a la antillana Wala Nocoleau, quien mercadea jugo de yuca, cas y yuplón.

En primer plano se escucha al chileno Alejandro López y, en segundo, a unas niñas estadounidenses que recitan en coro a su padre: “We want ice cream, we want ice cream...”.

El señor finalmente cede al deseo de sus hijas: ¿por qué no si el helado que ellas piden fue elaborado con productos orgánicos y con un método “ecoamigable”?

Todos los sábados en el polideportivo de Aranjuez (San José) se pintan imágenes similares a la descrita pues desde mayo del 2010 se celebra la Feria Verde de Aranjuez.

El proyecto es una utopía hecha realidad: un mercado que fomenta el comercio justo , la venta de productos naturales y orgánicos, elaborados con procesos que respetan el ambiente, y en un espacio familiar, solidario y comunitario.

Alternativa. Cada semana, unas mil personas acuden a él en busca de comida más nutritiva y saludable que la que se vende en los supermercados transnacionales, procurando al mismo tiempo dar valor al trabajo de los productores.

“El principio de lo orgánico es crear vida en el suelo; es agricultura autosostenible, libre de agroquímicos; es convivir con la biodiversidad”, dice Fabiana Scorza Agüero, una de las 20 personas que integran la organización que administra la feria de Aranjuez.

Papaya, pasta vegana , sandía, helados, pescado, fresas, quesos, legumbres, mermeladas, bananos, tomate, yogur y pan de chocolate forman parte del menú que ofrece la feria; también –saliendo de los “pasillos” de alimentos– se pueden encontrar insecticidas y desinfectantes naturales, artesanías, ropa, instrumentos musicales…

Clientes y vendedores. La multiculturalidad es protagonista de la feria. Entre los compradores se escucha hablar en francés, alemán, inglés y español (con acentos tico y de Sudamérica).

Algunos compradores tienen pinta de mochileros europeos; hay también adultos mayores, pensionados muy activos, así como jóvenes parejas que asisten con su perro, y familias grandes: papá, mamá, niños y bebés.

En cuanto a los vendedores, los hay desde los que proyectan una “vibra” de estilo new age hasta productores idénticos a los que se encuentran en cualquier feria del agricultor. Esta feria cobija, en total, a 110 pequeños empresarios de zonas como Santa Ana, Cartago, Heredia y Alajuela.

Los organizadores reconocen que los precios de los productos de la feria son más altos que los de un mercado normal, pero destacan que es mayor el beneficio generado por ferias como la de Aranjuez.

“Estos productos tienen más nutrientes y aportan más energía. Consumir estos productos es estar consciente de lo que se le da al cuerpo, de estar saludable”, detalló Fabiana Scorza.

Añadió que, al comprar en la feria de Aranjuez, se contribuye con la economía local y familiar, así como con la disminución del daño que sufre el ambiente.