¿Cómo quitar las agruras y la acidez? ¿Qué diferencias hay con el reflujo?

En ‘Siéntase Pura Vida’ hablaremos de los padecimientos gástricos más comunes de los costarricenses

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Si a los gastroenterólogos les preguntaran cuáles son las causas más comunes que les llegan a consulta, muy probablemente mencionarían las agruras o acidez estomacal y con reflujo gastroesofágico. Los profesionales en Nutrición coincidirían con ellos cuando de adaptaciones alimentarias por males gástricos se trata.

“De un 60% a un 70% de la población podría padecerlo en algún momento”, manifestó el gastroenterólogo Wagner Ramírez Quesada.

Normalmente, se caracterizan por una sensación agria o ácida que puede comenzar en el propio estómago y luego subir, como si el pecho ardiera (de hecho, en inglés se utiliza el término heartburn, para describirlo, como esa sensación de sentir el corazón en llamas). En algunas ocasiones se siente un sabor amargo o agrio.

En muchos casos, los síntomas empeoran en la noche o al recostarse.

Aunque no toda agrura o acidez estomacal es causada por la enfermedad de reflujo gastroesofágico, si estos síntomas son constantes es probable que sí se trate de esta enfermedad.

Ramírez enfatizó que no todo caso de reflujo se puede considerar enfermedad por reflujo, porque es normal que todos lo presentemos en algunas ocasiones. Si se da de manera frecuente es mejor consultar con un médico.

Por eso en Siéntase Pura Vida hablaremos de estos temas, de por qué se dan, cómo distinguirlos y cuáles son las señales de alerta. Lo haremos con ayuda de Ramírez y de la nutricionista Mariana Mena.

En general, los síntomas principales se dividen en dos: una sensación quemante y agria; y la regurgitación, es que cuando ese ácido y parte de lo que ingerimos “se devuelve” e incluso a veces llega a la boca.

Algunas personas también tienen tos, dolor de garganta, carraspera y algunos niveles de disfonía.

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Varios factores se unen

Estas condiciones obedecen a varios factores, por un lado, está la anatomía humana y la forma en la que algunas personas tienen esa conexión entre el esófago y el estómago, pero tal vez son más importantes los relacionados con el estilo de vida. La forma en la que se come es uno de los principales aspectos a considerar: si se hace en grandes cantidades, si hay alimentos procesados y ricos en grasa y si se come tarde en la noche o de forma muy rápida.

Además, la obesidad o el embarazo aumentan el riesgo de episodios de agruras o reflujo. También es más común en fumadores, y ya comienzan a verse más casos en personas que vapean.

Sin embargo, ambos especialistas dijeron que no hay alimentos que en sí mismos puedan categorizarse como “reflugénicos”. Por ejemplo, los alimentos ricos en sodio están directamente asociados con hipertensión; las harinas, azúcares procesados y grasas con la diabetes.

Pero en el caso de estas enfermedades gástricas es más complejo, aunque hay personas que los asocian al café o a la comida picante, no hay evidencia contundente y cada persona tiene características diferentes que se van sumando para ser o no más sensible a determinado alimento.

La anatomía en juego

Anatómicamente, explicó Ramírez, el paso del esófago al estómago es muy complejo. No es solo una “pega” entre ambos órganos.

Al tragar los alimentos, un grupo de músculos que rodea la parte inferior del esófago se relaja para permitir que los alimentos bajen hasta el estómago y luego los músculos se contraen nuevamente. A esta estructura se le denomina esfínter esofágico.

“Involucra engrosamientos musculares y contracciones de esófago y estómago, pero también del diafragma, que hace sus compresiones, o hay ligamentos que se comprimen y relajan”, expresó el gastroenterólogo.

En nuestro sistema digestivo todos tenemos ácidos, nuestro estómago los produce para ayudar al cuerpo a descomponer los alimentos, pero en ocasiones el balance se pierde.

“Es un efecto ‘chimenea’, es normal tragar aire o combinación de gases en el estómago”, destacó.

En ocasiones, el ácido sube hacia el esófago. A esto se le conoce como reflujo, pero no puede hablarse como tal de enfermedad de reflujo gastroesofágico con un caso aislado, porque en ocasiones, especialmente si se dan en casos puntuales y aislados, se deben a otras cosas. En otras palabras, la enfermedad de reflujo gastroesofágico es una forma más grave y frecuente de reflujo.

¿Cuándo ir a un médico?

Ramírez habló de las señales de alarma por las cuales es mejor ir a un doctor. Estas son muy similares a las recomendaciones del Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés).

  • El paciente tiene más de 40 años y nota cambios en sus patrones digestivos.
  • El dolor empeora.
  • A la persona le cuesta tragar o le duele mucho al tragar.
  • Se dificulta ingerir alimentos.
  • Se baja de peso.
  • La acidez estomacal ocurre más de una vez por semana.
  • Los síntomas continúan pese a los medicamentos de venta libre.
  • Tiene náuseas o vómitos constantes.
  • Tiene una sensación de ardor y un dolor constrictivo u opresivo en su pecho. Algunas veces, las personas que piensan que tienen acidez gástrica están experimentando un ataque cardíaco.

En estos casos será recomendable una gastroscopia.

Si las personas no tienen signos de alarma pueden hacer una consulta médica tradicional y también podría ser necesaria una nutricional para ver cambios en su alimentación.

Mena indicó que el acompañamiento nutricional comienza por descubrir cuáles son los alimentos a los que esa persona puede ser sensible.

“Hay gente que cree que va a pasar a dieta o que nunca va a poder jamás comer algo que le gusta mucho. Y no, no es así. Hay personas que con pequeños cambios logran controlar sus síntomas, no solo de agrura a nivel de estómago, también episodios de reflujo”, dijo Mena.

Ramírez recalcó la importancia de no medicarse, especialmente porque no solo hay medicamentos de venta libre en farmacias, también en supermercados, y no necesariamente podrían ayudar con los síntomas; para eso es necesario la guía de profesionales. Lo mejor, cuando no hay signos de alarma es buscar una consulta médica, en la mayoría de los casos no será necesaria una endoscopia.

No obstante, ya después de los 40 años ya se recomienda una gastroscopia cada dos años para descartar otro tipo de lesiones en el tracto digestivo.

Siéntase Pura Vida, si es necesario visite a un médico, por más leve que sea su caso nadie tiene por qué pasar por síntomas que le causan malestar.