Caminar reduce en un 50% el riesgo de obesidad

Para que tenga efecto, la caminata debe ser diaria y a un ritmo constante

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Washington. AFP Ser sedentario puede aumentar la predisposición genética a la obesidad, pero es posible reducir estos efectos a la mitad caminando a un ritmo constante durante una hora diaria.

“Nuestro estudio muestra que caminar a buen ritmo diariamente reduce la influencia genética en la obesidad, lo cual se traduce en una reducción a la mitad del índice de masa corporal (IMC)”, dijeron investigadores cuyo trabajo fue presentado en la conferencia sobre nutrición, actividad física y metabolismo (EPI/NPAM) organizada por la Asociación Estadounidense del Corazón (AHA).

Asimismo, un estilo de vida sedentario, marcado por el hecho de ver televisión cuatro horas al día, aumenta la influencia de los genes sobre el tamaño de la cintura y sube un 50% el IMC, que es el peso dividido por altura al cuadrado. Una persona con un IMC de 30 o más ya se considera obesa.

En el estudio participaron 7.740 mujeres y 4.564 hombres. Los investigadores recolectaron datos sobre la actividad física y las horas dedicadas a ver televisión durante dos años antes de evaluar el IMC.

El efecto de la predisposición genética a la obesidad fue calculado sobre la base a 32 variaciones genéticas que, se considera, influyen en el aumento del peso. Cada una de estas variantes genéticas puede aumentar el IMC 0,13 kg/m2, según los investigadores.

Sin embargo, este efecto puede reducirse en los individuos que realizan más actividad física en comparación con los que se mueven menos a 0,15 kg/m2 y 0,08 kg/m2 de pérdida respectivamente.

Del mismo modo, el efecto genético del sedentarismo sobre el IMC fue más pronunciado entre los participantes que pasaron 40 horas por semana viendo televisión en comparación con quienes le dedican una hora o menos. Los primeros aumentaron 0,34 kg/m2 de IMC contra 0,08 kg/m2 para los segundos.

Según los autores del estudio, el estadounidense promedio ve la televisión de cuatro a seis horas al día.

Las pruebas genéticas para determinar si una persona es portadora de las variaciones que predisponen a la obesidad todavía no están disponibles al público y los investigadores aconsejan a los médicos preguntar a sus pacientes si tienen antecedentes familiares de propensión a aumentar demasiado de peso.