Ambientes ‘obesogénicos’ en el trabajo, ¿cómo cuidar nuestra salud en la casa o la oficina?

El sedentarismo, las malas posturas y tener comida poco saludable en los puestos de trabajo pueden contribuir con un aumento de riesgo de sobrepeso y obesidad, según ponencia en Congreso Médico Nacional

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Su día laboral comienza. Usted sabe que tiene la ventaja de no tener que pensar en movilizarse de un lado a otro; hoy es día de teletrabajo.

Camina de su cama hasta el baño, a la cocina por el desayuno y luego hasta el escritorio. Se sienta y pasa ahí de dos a tres horas, al cabo de ese tiempo, dos cosas pueden hacerle levantarse: ir al baño o hambre. Si es la segunda, usted sabe que tiene su refrigeradora a pocos pasos y tomar un pan con mantequilla y jalea no le quitará muchos minutos.

Se vuelve a sentar a trabajar y se levanta solo por alguna de esas dos motivaciones. Ese día hubo más trabajo y usted se desconectó un poco más tarde. El día ya se fue ¿y qué tanto se movió? ¿Cuán saludable fue su alimentación?

¿Le suena familiar? Esta fue una de las ponencias del Congreso Médico Nacional, que se celebra esta semana en Guanacaste. Natalia Varela López, del Instituto Costarricense del Metabolismo, advirtió de que el teletrabajo y los modelos híbridos pueden causar ambientes “obesogénicos” si no se les presta atención.

No obstante, esto también sucede en empresas con presencialidad, en las que no solo no se motiva al trabajador a levantarse de vez en cuando, sino que, además, cuando se busca motivarlos, se les dan opciones que pueden contribuir a su salud mental y emocional, pero no con la física. Por ejemplo, con máquinas dispensadoras de dulces o barras de snacks; pizza para cuando deben quedarse largas jornadas o celebraciones, así como premios o motivaciones que involucran comida alta en grasas y azúcares. Ningún espacio es para mejorar la salud física.

Para dar contexto de la situación, Varela expuso datos de la Encuesta de Factores de Riesgo Cardiovascular de la Caja Costarricense de Seguro Social, según la cual entre 2010 y 2018, el sobrepeso y la obesidad aumentaron ocho puntos porcentuales y para 2018 ya se ubicaban en siete de cada diez mayores de 20 años.

La investigadora advirtió que con la llegada del teletrabajo y modelos híbridos motivados por la pandemia de covid-19, estas cifras podrían ser mayores, dado que desde casa las personas se mueven menos, tienen la comida más a la mano y es más difícil para las empresas ofrecer opciones saludables a distancia.

Su principal preocupación es que la obesidad está relacionada con otros padecimientos, como hipertensión, diabetes, desgastes de huesos y además es el segundo factor de riesgo que más pesa en la muerte prematura (antes de los 70 años).

Esta encuesta no es la única que lo dice. Un análisis de la Universidad Hispanoamericana (UH) con base en una investigación del Imperial College de Londres, aseguró que la proporción de personas con obesidad en Costa Rica aumentó casi cuatro veces en los últimos 40 años; al pasar del 6,3% de la población en 1975 al 23,7% en el 2014. También creció el número de personas con sobrepeso y la cantidad de gente con peso normal disminuyó casi una tercera parte (32,1%).

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Obesidad: responsabilidad compartida

En entrevista con La Nación, Varela recalcó que históricamente se ha entendido la obesidad como un fallo en el estilo de vida de una persona, o falta de vida o de motivación. La persona con obesidad se veía como única responsable de su condición y estaba en sus manos el bajar de peso. Ahora, se entiende como una enfermedad crónica compleja, donde participan factores genéticos, pero también ambientales y sociales.

De hecho, subrayó, el ambiente laboral es un cómplice silencioso de las tasas de obesidad.

“La mayoría del tiempo que estamos despiertos es en el trabajo, entonces es fácil deducir que el trabajo es un factor de riesgo para la obesidad. ¿Entonces por qué las empresas y los empleadores no tienen programas efectivos? Tenemos que cambiar la mentalidad, los empleadores también deben hacerlo con acciones correctivas y preventivas”, destacó.

Para Varela, hay instituciones que se preocupan por no tener accidentes laborales, por tener espacios donde haya café y bocadillos gratis o subvencionados, o por dar charlas y talleres de liderazgo pero no se preocupan por la salud física de las personas, cuando la obesidad también podría pasar una factura a largo plazo en aumento de incapacidades.

Otro gran problema, señaló la profesional, es creer que una misma receta va a funcionar para todas las empresas o para todas las personas. Ella puso de ejemplo las compañías que dan un par de charlas al año, un par de ferias de la salud y tal vez un concurso de pérdida de peso. Para ella, lo ideal es que los mismos trabajadores tengan participación activa en cuáles programas necesitan realmente para que sí sean efectivos. Eso dependerá de las características de la firma, de las labores que se realizan y de cómo está la condición de salud de la población laboral.

El Instituto Costarricense del Metabolismo realiza una investigación en empresas de sectores públicos y privados, con diferente número de colaboradores, distintas edades, y con diferentes filosofías empresariales. Se escogió una variedad de personas que trabajan desde casa y que van a oficinas, empleados con un trabajo meramente de escritorio o también los que tienen labores en planta o en el campo.

La idea es ver cuáles son las barreras por las que algunas compañías no realizan cambios que ayuden a sus colaboradores a tener un peso más saludable y a evitar que quienes sí lo tienen cambien su condición y lleguen a sobrepeso. Dentro de las barreras encontraron las siguientes:

  • Falta de dinero o recursos. Esto puede ser visto de dos formas; por un lado, por la falta de capacidad económica de los empleados para costearse comida más saludable y algún programa de ejercicios. Y por otro, de las empresas de brindarles a sus trabajadores opciones para que puedan mantenerse físicamente activos y tengan a disposición, de forma subvencionada, alimentos más saludables.
  • Falta de tiempo. Esta no solo debe entenderse como las largas jornadas que impiden a las personas mantenerse activas. También sucede con los profesionales de salud de la compañía. Un ejemplo es un médico de empresa que no dé abasto y no tenga tiempo de hacer historias clínicas para ver todos los factores que llevan a la obesidad, darle un plan personalizado y citas de seguimiento. Esto es así, dijo Varela, porque en la gran mayoría de los casos, el enfoque que las empresas asignan a su médico es atender de forma rápida cosas puntuales como gripes, diarreas, dolores de cabeza y lesiones.
  • Falta de capacitación. No todos los médicos de empresa están especializados en metabolismo y obesidad. Y no todas cuentan con servicios de nutricionista.
  • Empleados no están participando de los programas que las compañías realizan, no se sienten apelados o sienten que les quita tiempo de trabajo. Varela recordó un estudio en Estados Unidos en donde solo el 17% del personal con problemas de obesidad decían que sentían que los programas empresariales servían.

Combatir la obesidad desde varios frentes

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Para Varela, sí hay cosas que pueden hacerse tanto desde el punto de vista de los empleadores como de los trabajadores. En este último punto también entran los profesionales independientes, que tienen la ventaja de ser su propio jefe, pero muchas veces esto mismo los lleva a trabajar más horas.

No obstante, la médica recuerda que la obesidad es una enfermedad que está formada por múltiples variables y no a todas las personas les es fácil tener un peso saludable, y por eso se requieren opciones individualizadas.

Estos son los consejos para quienes tienen personal a cargo.

  • Proponga que las reuniones de trabajo sean mientras se camina. Si están en teletrabajo, motive a que todos se conecten con audífonos desde su teléfono y participen de la reunión mientras caminan. Si se está en presencialidad, pueden hacer pequeños grupos de tres o cuatro personas y caminar mientras se discuten los proyectos.
  • Tener charlas cortas, de 15 minutos, sobre los temas que los trabajadores tengan mayor interés: alimentación, sueño, actividad física.
  • Organizar almuerzos saludables para compartir.
  • Si está en la posibilidad de la empresa, compre para los colaboradores escritorios adaptables para trabajar de pie.
  • Que la jefatura esté comprometida, y recuerde a los trabajadores levantarse al menos una vez a la hora por dos minutos y caminar y estirarse. Las visitas a la refrigeradora no están incluidas en esto.
  • Motivar los equipos deportivos en los colaboradores: fútbol 5, caminatas, carreras.
  • Motive a las personas con sobrepeso u obesidad a buscar ayuda profesional y en la medida de las posibilidades facilite espacios para consultas médicas, nutricionales o de psicología.

Estos son las recomendaciones para los trabajadores:

  • Escoger, según la jornada laboral y otras ocupaciones, el momento del día que se le dedicará a la actividad física: en las primeras horas de la mañana, a mediodía o al finalizar la jornada.
  • Elegir el mejor ejercicio de acuerdo con la realidad social, no todos pueden pagar gimnasio o clases de natación, ni todos tienen un barrio seguro para caminar, pero hay opciones para realizar en casa.
  • Marque sus horarios de meriendas y almuerzo. Procure tener frutas en las meriendas.
  • Apoyarse del entorno más próximo: pareja, familia, amigos. La motivación y el apoyo para hacer ejercicio y comer saludable es vital.