Abuelas son clave para una mejor nutrición en el planeta

Experiencias en Benín, Sierra Leona, Ecuador e India así lo sugieren

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Roma. EFE Aprovechándose de su capacidad para transmitir la cultura, las abuelas podrían promover más y mejores cambios en los programas de nutrición y de salud en las comunidades de los países en desarrollo.

Ese es el parecer de la experta estadounidense Judi Aubel.

La especialista, quien en los últimos 15 años ha recorrido distintas partes del mundo para poner en marcha su proyecto Grandmothe r ( Abuela ), explicó en la sede de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) que el papel educativo que son capaces de desempeñar las abuelas está actualmente “subestimado”.

El proyecto Abuela cuenta con el apoyo de esa organización y desarrolla iniciativas en todo el mundo.

“Se requiere un reconocimiento público de los adultos mayores pues ellos también actúan de profesores en muchos ámbitos”, añadió.

La activista social destacó los muy estrechos vínculos familiares que siguen existiendo en múltiples países en desarrollo, lejos de la influencia de los valores occidentales.

Por eso subrayó la necesidad de potenciar la figura de las personas de edad avanzada en esos lugares para transmitir el conocimiento de unas generaciones a otras.

En concreto, Aubel se refirió a los programas de nutrición y de salud en países como Benín, Sierra Leona, Ecuador e India, donde los mayores pueden desarrollar sus capacidades de liderazgo en la comunidad.

Según los estudios llevados a cabo, la experta remarcó cómo los consejos y conocimientos de las abuelas en esas latitudes habían permitido mejorar los índices de lactancia materna, la dieta de los niños y los cuidados de las mujeres embarazadas.

Sus opiniones, reveló la investigación, también pueden ser cruciales para cambiar la educación de las niñas o evitar la mutilación genital femenina, los matrimonios forzados y los embarazos a edades tempranas.

Para Aubel, todavía queda mucho trabajo para garantizar una buena nutrición en las comunidades, así como para investigar las diversas dinámicas familiares en el seno de los hogares.

Conociendo mejor las “realidades culturales” de cada lugar, la estadounidense consideró que se pueden optimizar los programas de desarrollo, muchos de los cuales están destinados a mejorar la vida de los grupos más vulnerables, especialmente de mujeres y niños.