Residencial de lujo de la era precolombina se oculta en Osa

Zona de 8 hectáreas resguarda vestigios de un centro habitacional

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En lo que es hoy la finca Grijalba, en Ciudad Cortés de Osa se construyó hace por lo menos 1.200 años un exclusivo residencial precolombino. Quienes vivían ahí tenían mucho poder y los vestigios de sus lujosas construcciones así los comprueban.

Un equipo de arqueólogos y restauradores del Museo Nacional trabaja en la exploración y restauración de lo que ellos sostienen fue un complejo habitacional para los personajes adinerados de la época.

En una extensión de aproximadamente 8 hectáreas y en un nivel muy superficial los arqueólogos han podido detectar, hasta el momento, 11 estructuras de piedra que corresponden a montículos con sus respectivos empedrados.

Este diseño arquitectónico de extensas ‘alfombras’ de piedra que conducen hacia grandes montículos circulares –también de ese material– es característico de varios asentamientos precolombinos de la zona como Finca 6 , Finca 4 y Batamba l. Los montículos funcionaban como bases sobre las cuales se construyeron las viviendas precolombinas. Sin embargo, en Grijalba se presentan ciertas particularidades: “Hay dos montículos principales que miden 15 metros de diámetro, están muy cerca uno del otro y presentan un rasgo que nunca antes se había observado: los muros tienen una especie de revestimiento o ‘enchapado’ en piedra caliza”, explicó el arqueólogo Francisco Corrales. Si bien hace falta más investigación para determinar por qué razón se utilizó la piedra caliza en vez de los tradicionales cantos rodados (piedras de río alargadas y de superficie lisa) los arqueólogos creen que el revestimiento en caliza podría ser indicador de distinción social. “La composición y la forma de la piedra caliza es muy diferente de la de los cantos rodados. Son más delgadas, irregulares y se desmoronan fácilmente como si fueran galletas o tortillas. Por eso, creemos que las construcciones en este sitio fueron planificadas cuidadosamente”, opinó la jefa del Departamento de Protección del Patrimonio Cultural del Museo Nacional, Marlin Calvo.

El uso del sitio fue indudablemente habitacional como lo prueba la gran cantidad de depósitos de cerámica en la zona periférica a las estructuras centrales. “Hay restos de tiestos como vasijas, ollas, metates, piedras para machacar y otros utensilios de uso doméstico. Es como el equivalente a un basurero moderno”, destacó Corrales.

Los expertos ubican el periodo de ocupación de ese sitio entre el 800 d. C.y el 1.500 d. C. Debido a la ubicación superficial de las estructuras y a su buen excelente de conservación es posible observar el patrón constructivo con solo limpiar la maleza. “Hasta ahora hemos identificado 11 estructuras, pero podría haber más”, dijo Corrales.

Uno de los empedrados está siendo restaurado. “Se está siguiendo la alineación original de las piedras la cual se vio afectada por un hundimiento del terreno. La reconstrucción se está haciendo con las mismas piedras y la tierra de la zona, no se están utilizando materiales externos”, explicó la restauradora del Museo, Ana Eduarte. El sitio Grijalba se empezó a investigar a principios de la década de los 90 y a partir de este año se inició un temporada intensiva de investigación y restauración.

También fue hallada una esfera de piedra en su en contexto de 1,15 metros de diámetro la cual fue excavada para evaluar su estado de conservación.