Ciencia responde preguntas sobre uno de los principales símbolos navideños: el árbol

¿Cómo hacen para mantener sus hojas en pie así de verdes incluso en los climas más fríos? Los científicos se acercan a las respuestas

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No en todos los países se utiliza exactamente la misma especie de árbol para decorar en Navidad. En Costa Rica, el ciprés marcó la tradición, pero en otros países con temperaturas más frías son otro tipo de árboles, como los pinos.

Pero todos ellos tienen algo en común: son coníferas, una orden de plantas que incluye pinos, abetos, cedros, cipreses y secuoyas. Hay entre 550 y 600 especies. Se llaman coníferas porque su semilla no se esparce por el viento, más bien se desarrolla dentro de un cono de protección.

Otro punto en común: su genoma (el conjunto de sus genes) ha permanecido muy estable en los últimos 100 millones de años.

Un estudio de la Universidad Laval y el Servicio Forestal, ambos de Canadá, en la revista BMC Biology indicó que el parecido de las coníferas de hoy a los fósiles de la época de los dinosaurios es impresionante.

Para llegar a estas conclusiones, los investigadores compararon el genoma de 157 familias de genes en coníferas y en plantas de flores. Observaron que el genoma de las coníferas se ha mantenido estable durante millones de años, mientras que el de las plantas de flores sí ha cambiado de manera significativa en el mismo período de tiempo.

“Esto no quiere decir que no se hayan dado modificaciones a escala pequeña, como mutaciones. Sin embargo, la macroestructura del genoma de las coníferas ha permanecido sorprendentemente estable con el paso del tiempo”, indicó en un comunicado de prensa Jean Bousquet, coordinador de la investigación.

Esta gran estabilidad va de la mano con la poca cantidad de especies de coníferas, mientras que las coníferas no llegan más allá de 600 especies, de plantas de flores hay más de 400.000 especies.

“Las coníferas parecen haber llegado a un balance con su ambiente muy temprano. Si nos damos cuenta, estas plantas están en casi todo el planeta y sobreviven los cambios estacionales donde hay temperaturas más extremas”, manifestó el científico.

En cambio, añadió, las flores están en una mayor presión evolutiva, y siguen batallando para sobrevivir y reproducirse.

Hojas siempre verdes

Si no cortáramos los árboles de Navidad y los dejáramos sembrados en sus raíces, veríamos sus hojas siempre verdes, y de las que no caen cuando llega otoño en los países que presentan cuatro estaciones.

¿A qué se debe? En otro estudio, de la Universidad de Umea, en Suecia, señala que la fotosíntesis podría estar envuelta.

De acuerdo con el estudio, publicado en la revista Nature Communications, en el invierno, la energía de la luz se absorbe por las moléculas de la clorofila, pero no puede ser utilizada para otras reacciones de la fotosíntesis porque las temperaturas congelantes frenan muchas reacciones bioquímicas. En los pinos que se ubican en zonas muy frías, el “aparato fotosintético” está diseñado de una forma en la que se permite a las hojas permanecer verdes todo el año.

En condiciones normales, hay dos fotosistemas, dos unidades funcionales, uno donde la luz se absorbe y otro donde se convierte en energía química. Ambos están localizados en una membrana llamada tilacoide, pero se mantienen aparte para prevenir una “baja de voltaje” y que la fotosíntesis se mantenga de forma eficiente. En invierno, la estructura de la membrana tilacoide se reorganiza y deja a ambos sistemas en contacto físico.

Los científicos vieron que el fotosistema II le da energía directamente al fotosistema I y esto permite que la clorofila se mantenga y mantenga las hojas verdes aun en condiciones de frío, nieve y menos luz.

Pushan Bag, coordinador del estudio dijo que todas las pesquisas tuvieron que hacerse en el hábitat natural de los pinos porque si las hojas se trasladaban a un laboratorio allí habría temperaturas más altas y las condiciones no serían las mismas, por lo que no hubiera podido determinarse la función de la membrana tilacoide.