Esto es lo que pasa con los billetes ticos una vez que son sacados de circulación

La mayoría están hechos de algodón, pero una denominación en específico se diferencia del resto porque su material es polímero y puede ser aprovechada, ¿cuál será?

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¿Alguna vez se ha preguntado qué pasa con los billetes cuando acaban su vida útil? En parte, la respuesta a esta pregunta se encuentra dentro de un saco, cuya presencia pasa desapercibida para quienes visitan la fábrica de la empresa Producol, ubicada en San José.

El contenido podría ser fácilmente confundido con papel o confeti, pero en realidad se trata de un tipo de plástico que la mayoría de los ticos usan diariamente para cancelar sus deudas, comprar productos o pagar por algún servicio: billetes de ¢1.000, en realidad muchos de ellos.

Los restos de estos billetes, que ya no sirven para hacer transacciones ni pueden ser recuperados, cumplirán un nuevo propósito: convertirse en materia prima para la producción de “madera plástica” e imitación de plywood, para producir distintos tipos de mobiliario y señalización, particularmente la que se encuentra en los parques nacionales.

¿Por qué el billete de ¢1.000?

De todos los billetes que actualmente se encuentran en circulación en el país, el de ¢1.000 es el único que no está hecho de algodón, según explicó a La Nación Marvin Alvarado, director de la Tesorería del Banco Central de Costa Rica (BCCR).

"El billete de ₡1.000 es una denominación muy utilizada en nuestra economía en actividades como la cosecha cafetalera, ferias del agricultor y en oficios informales, que tienen como característica común transacciones de bajo valor y que el billete está expuesto a condiciones extremas como humedad, tierra y suciedad.

“Esos factores hacían que, cuando ese billete se imprimía en papel algodón, como ocurrió hasta el año 2008, su durabilidad promedio fuera menor a un año. Por eso, cuando en ese año el BCCR decidió emitir una nueva familia de billetes, optó por imprimir esa denominación en polímero, material que, al no ser poroso, es mucho más resistente a la humedad y a la suciedad que el papel algodón”, dijo en respuesta a una serie de consultas enviadas por correo electrónico.

Con esta modificación, la vida útil de este billete pasó de 12 meses a cuatro años o incluso más.

Antes de entregar los billetes a Producol (única empresa de este tipo en el país que recibe billetes por parte del BCCR), el banco los destruye mediante un equipo especialmente fabricado para tal fin, reduciéndolos a pequeños trozos que hacen imposible que se puedan volver a armar y ponerlos nuevamente a circular.

Usos diversos

Pero la experiencia de Producol no se reduce únicamente a billetes ticos, ya que hace algún tiempo también procesó distintas denominaciones enviadas desde Nicaragua, que estaban hechas a partir de polímero. El problema es que los enviaban muy completos, lo que representaba un riesgo para la empresa.

“Incluso, hemos ido a dictar charlas a congresos porque hay países que les da miedo meterse en el billete plástico para no generar contaminación, porque no saben qué van a hacer luego con estos”, expresó Jaime López Naranjo, gerente de Producol, durante una visita a las instalaciones de la fábrica.

Los billetes molidos se suman a otros plásticos que reciben en la fábrica, principalmente provistos por otras compañías. para crear el material necesario que les permita dar vida a una gran diversidad de productos que venden en el mercado nacional. Incluso pueden utilizar ropa hospitalaria en el proceso.

“Lo que hacemos es recuperar plástico que iba a los botaderos o que terminaría en la calle, lo separamos por tipo y color, lo convertimos en materia prima para crear elementos de imitación de madera y plywood”, detalló López.

La compañía ofrece a sus clientes la posibilidad de obtener la “madera” e imitación de plywood, pero también pueden elaborar mesas, bancas, maceteros, plataformas, puentes, barandas, senderos o playgrounds (parques infantiles).

Una importante parte del trabajo que desarrolla Producol puede observarse en los parques nacionales del país, particularmente en la señalización que se coloca en estos sitios.

La empresa cuenta con ocho operarios, quienes se encargan de realizar todo el proceso. Lo primero es separar el plástico por tipo y color. Seguidamente, si son piezas grandes, se parten en trozos de menor tamaño para molerlos y que de esta forma queden reducidos en pequeños pedazos. Para ayudar a lograr el color deseado se le agrega colorante a la mezcla.

“Lo que hacemos es un queque, se mete en un molde y apenas el queque está listo, se tiene la lámina”, explicó López.

¿Y el resto de billetes?

Cuando los billetes de las demás denominaciones son sacados de circulación, se destruyen utilizando el mismo protocolo ya explicado que se aplica para los de ₡1.000.

El material de desecho es posteriormente remitido al relleno sanitario, “pues a la fecha no existe una solución sostenible que permita reutilizar el material (papel algodón)”, como sí sucede con el material del billete de ₡1.000.

Según indicó Alvarado, se tiene previsto emitir el resto de las denominaciones en polímero, “que hace los billetes más seguros, duraderos, salubres y ecológicos”.