Cazadores masacraron 1.215 rinocerontes en Sudáfrica

Sus cuernos son vendidos a precio de oro en el mercado negro, sobre todo en Vietnam

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Johannesburgo

La caza furtiva de rinocerontes en Sudáfrica batió un nuevo récord en 2014 con 1.215 animales abatidos, mientras las autoridades admiten sentirse desarmadas frente al crimen organizado a escala mundial.

Los rinocerontes se han convertido en objetivo de los cazadores furtivos desde hace algunos años, debido a las propiedades casi mágicas atribuidas en Asia a sus cuernos, —compuestos únicamente de keratina, como las uñas humanas—.

Las piezas son vendidas a precio de oro en el mercado negro, sobre todo en Vietnam y reducidas a polvo para ser utilizadas en remedios tradicionales.

"Es muy inquietante", reconoció la ministra de Medio Ambiente sudafricana, Edna Molewa, en una rueda de prensa en Pretoria.

La masacre está tomando dimensiones alarmantes: con 1.215 animales abatidos el año pasado y 1.004 el precedente, la tasa de mortalidad pronto superará la de nacimientos entre los cerca de 20.000 rinocerontes sudafricanos, que constituyen el 80% de la población mundial de esta especie.

Y los especialistas consideran que las cifras oficiales subestiman la realidad, ya que numerosos esqueletos escapan al macabro censo elaborado por las autoridades.

"Las cifras (reales de la caza furtiva) son bastante más elevadas, pero 1.215 ya es enorme", constata el empresario Dex Cotze, activista de la causa de los rinocerontes. Sin hablar de la suerte que corren las crías, cuyas posibilidades de sobrevivir tras la muerte de la madre son prácticamente nulas.

Para evitar ser detectados, los cazadores utilizan a menudo anestésicos más discretos que las armas de fuego. Después les cortan los cuernos con un hacha, y cuando el animal se despierta, muere por las heridas tras una larga agonía.

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"No lo olvidemos, la caza furtiva de rinocerontes forma parte del comercio ilegal de animales salvajes, que mueve varios miles de millones de dólares al año en el mundo entero", subrayó Molewa.

"La escala de las matanzas muestra que la caza furtiva de rinocerontes es, cada vez más, competencia del crímen organizado", asegura Elisabeth McLellan, responsable del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés).

"Los valerosos guardias del país hacen todo lo que pueden sobre el terreno para protegerlos, pero solo un esfuerzo concertado a nivel mundial podrá detener el tráfico", considera McLellan, quien cree que tanto Sudáfrica como Vietnam deberían hacer mayores esfuerzos, uno para atajar la caza furtiva y el otro, para evitar su comercio.

Sobre el terreno, el ejército sudafricano ha empezado a acudir en refuerzo de los guardas forestales, especialmente en el parque nacional Kruger (noreste), fronterizo con Mozambique, donde viven unos 9.000 rinocerontes.