Las mordeduras de serpiente se incrementan con fenómeno El Niño

En un periodo de 9 años se registraron cerca de 6.500 hechos de ese tipo

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

El fenómeno climatológico conocido como El Niño es responsable no solo de aumentar la temperatura de las aguas en el océano Pacífico o de provocar más precipitaciones en el Caribe: también incide en el incremento de mordeduras de serpiente terciopelo en Costa Rica.

Así lo determinó un estudio liderado por el entomólogo, ecólogo y parasitólogo costarricense Luis Fernando Chaves , quien es profesor de la Universidad de Nagasaki , en Japón.

En el trabajo, también participaron los investigadores ticos José María Gutiérrez y Mahmood Sasa , del Instituto Clodomiro Picado de la Universidad de Costa Rica (UCR), así como el experto Ting-Wu Chuang, de la Universidad Médica de Taipéi , en Taiwán.

La investigación, que analiza un periodo de nueve años –comprendidos entre el 2005 y el 2013– fue publicada este viernes 11 por la revista Science Advances.

Durante el lapso analizado, se reportaron en el país un total de 6.424 mordeduras de serpiente; en promedio, 15 por cada 100.000 habitantes.

“En los meses de los años en que se manifestaron la fase cálida o la fase fría del fenómeno de El Niño, asociadas con diferencias en la precipitación, se observaron aumentos en la incidencia de mordeduras de serpiente ”, explicó Gutiérrez a La Nación .

La investigación asegura que, por lo general, las picaduras ocurren en regiones rurales o suburbanas, debido a una mayor densidad de población. Sin embargo, en este análisis se detectó que la mayor cantidad de casos se produjo en el sur del país y también en La Cruz, Guanacaste, cerca de la frontera con Nicaragua.

Metodología. Los científicos utilizaron una base de datos del Ministerio de Salud Pública, la cual estratificaron tomando en cuenta el mes del año y el cantón.

El uso de estos datos fue posible debido a que en el país es obligatorio registrar cada vez que una persona sufre una mordedura y es atendida en un hospital o centro médico de la Caja Costarricense de Seguro Social.

Los datos de componentes como la elevación (asociada a la temperatura) se tomaron de los sitios Global Land Survey Digital Elevation Model.

Además, las informaciones relacionadas con el promedio de precipitaciones anuales se obtuvieron de imágenes de satélite facilitadas por el Goddard Earth Science Data and Information Services Center , de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA).

Aunque el estudio se efectuó en Costa Rica, Luis Fernando Chaves, autor principal, aseguró a La Nación que “se pueden esperar patrones parecidos en otras regiones del planeta, donde El Niño tiene efectos similares en los patrones del tiempo y donde se hallan serpientes venenosas con una ecología similar a la de las terciopelos”.

El estudio establece la relación entre las variables, pero Gutiérrez asegura que el porqué aún se desconoce. Para él, esta investigación apenas abre el camino para nuevos análisis.

Hipótesis. Aun así, los científicos manejan diversas hipótesis que explicarían cómo es que las fluctuaciones del clima incrementan el número de ataques.

Una de ellas reside en la naturaleza ectotérmica de estos animales; es decir, que estas suelen regular su temperatura basadas en la temperatura ambiental.

“Cuando hay una temperatura más caliente en ciertas regiones, las serpientes tienen más actividad”, comentó Gutiérrez.

Lo anterior podría explicar el aumento de sus ataques hacia humanos.

Además, “ciertos cambios climáticos favorecen la productividad en los bosques, lo cual genera una mayor cantidad de poblaciones de roedores y, con ello, de serpientes”, aseguró Gutiérrez.

A esto se suman otras condiciones sociales, como el tema de la pobreza, pues en regiones donde las casas de habitación cuentan con una limitada protección respecto al ambiente, aumentan las posibilidades de que alguna persona sea mordida.

“El estudio de las variables que influyen (en las mordeduras de serpientes) puede ayudarnos a generar políticas en el ámbito de la salud y de la prevención de estos accidentes, políticas basadas en conocimiento científico”, concluyó Gutiérrez.

En el mundo, un total de 2,5 millones de personas al año son afectadas por mordeduras de serpiente; 85.000 de ellas mueren y 400.000 quedan con secuelas como amputaciones o con alguna discapacidad. Recientemente, la organización Médicos Sin Fronteras aseguró que se están agotando las reservas de antídoto contra esas mordeduras.