Juan Enríquez Cabot : ‘La habilidad para programar vida cambia las industrias’

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Juan Enríquez Cabot está convencido de que la ciencia tiene enorme potencial para impactar en todos los ámbitos de la vida. Una de sus empresas, llamada Synthetic Genomics, fue la responsable de desarrollar una célula sintética que permite “programar vida”.

El especialista habló con La Nación durante su presentación en el festival de emprendimiento INCmty, celebrado en Monterrey, México, este fin de semana.

¿Cómo funciona la célula bacteriana sintética que desarrollaron?

Un chip de cómputo puede hacer mil cosas. Si le pedimos a un chip que maneje música, una fotografía o un e-mail , un plan de negocios o una tesis doctoral, siempre y cuando estén en el mismo idioma los unos y ceros (lenguaje binario), funciona bien. Es agnóstico si es divertido, si es práctico, si es esto o lo otro.

”Lo que quisimos hacer es manejar una serie de programas que nos permitan programar la célula, igual que se hace con un chip de cómputo. Eso permite muy distintos propósitos”.

¿Cómo lo hicieron?

Como son programas de investigación y son caros, primero buscamos aplicaciones prácticas con compañías que tuvieran mercados, como ExxonMobil, para investigar cómo se fabrican combustibles. Llegamos a un acuerdo con British Petroleum para saber cómo romper o generar ciertos grupos de químicos, a otro acuerdo con ADM para fabricar varios tipos de comidas, con Novartis para fabricar vacunas y con United Therapeutics para cambiar órganos, para que fueran trasplantables a seres humanos.

”Entonces, yo creo que la habilidad para programar vida cambia prácticamente todas las industrias del planeta”.

¿Se ha topado con grupos que muestran oposición al tema?

Lo que hicimos con la forma de vida programable, durante los años que pasamos haciendo la investigación, fue que conversamos con las grandes religiones del mundo, con un nivel alto de debate e investigación. Las Iglesias católica, protestante, budista, todos ellas publicaron un estudio en Science diciendo: ‘Platicamos del tema y está bien’.

”Lo platicamos con varias de las agencias de seguridad, y tratamos de meter controles para que no se utilice de forma destructiva. Lo hablamos con la industria para saber bien qué normas íbamos a fijar.

”Creo que es la única noticia que, luego de ser anunciada, tanto el Vaticano como la Casa Blanca salieron a decir: ‘Nos parece bien’. Hay que cuidar el lado ético, cuidar los usos, y de todas formas nos vamos a equivocar. Cuando nos equivoquemos, habrá que admitirlo y corregirlo”.

¿Cree usted que América Latina está preparada para recibir los beneficios que una tecnología como estas le puede dar?

A mí no me interesa que América Latina esté preparada para recibir beneficios; me interesa que sea parte de generar esos beneficios. No debemos estar esperando a ver qué nos llega, hay suficiente talento, suficientes mentes brillantes y emprendedoras.

”De hecho, este congreso se trata de eso: de identificar, alimentar, ayudar a ese tipo de emprendedores, investigadores, a que sean parte de esto”.

¿Cómo los va a impulsar a ellos a crear tecnologías como las que usted desarrolló?

Cuesta muchísimo trabajo, pero puedes cambiar el mundo y puedes ser parte de algo mucho más grande. A algunos, eso les traerá beneficios económicos; a otros, beneficios en términos de publicaciones, mejorar sus regiones o hacer que sus países sean competitivos, pero si no son parte de esos conocimientos o esas redes, será muy difícil ser competitivo. Así como todos tuvimos que aprender a ser digitales, la interfase biológica es más importante y el que no sea parte de esto va a sufrir.

¿De qué manera las facultades latinoamericanas donde se enseña ciencia pueden ayudar a impulsar el emprendedurismo en esta área?

La gente debe ver con cuidado el ejemplo del viraje parcial que ha dado el Tecnológico de Monterrey, en México, no solo hacia ser una escuela de excelencia, sino a complementar eso con extraordinarios investigadores, investigación aplicada, una industria y el ser un emprendedor.

”Eventos como estos, donde se juntan 6.000 chamacos y chamacas para pensar cómo generar cosas, son increíblemente importantes. Esto les da sueños y metas, les da mentores que están en la parte de nuevos e importantes descubrimientos.

”Esto también los hace parte de una red mundial, latinoamericana, nacional, de una red de gente emprendedora, inteligente, con ideas, que no necesita permiso de nadie para irrumpir en el mundo”.